19 de junio de 2012

PISCINAS LA ISLA. (Cerrado por vacaciones)


Hace ya algo más de un año dediqué un  post exclusivamente a otro tipo de entretenimiento matritense, el frontón. En esta ocasión y con algo de relación por lo magnificente de la obra y de su propio autor, y dadas las elevadas temperaturas que nos acompañan os hago llegar una singular entrada, “Piscinas La Isla.”
Y es que cuando el calor aprieta ni el más moderno Clima Artificial podía refrigerar los locales de espectáculos. La Playa de Madrid y las Piscinas La Isla fueron algunos de los lugares de recreo para el madrileño, todo hay que decirlo, no para todos los madrileños.


La programación de los locales de espectáculos en muchas ocasiones era suspendida durante la época estival.

El Plan General 1930 trajo algunas mejoras para la ribera del Manzanares  que  ya había sido canalizado y junto al que se crearían algunas zonas para bañistas. Que afectaran directamente al cauce del río, podríamos señalar dos, La Isla y La Playa aunque surgieron algunas otras en sus cercanías como la piscina El Lago.
Hoy vamos a acercarnos un poco más a la historia de las Piscinas La Isla. El proyecto se llevó a cabo por uno de nuestros más conocidos arquitectos, Luis Gutiérrez Soto, por eso decía que nos une a la historia muchas más cosas que el simple hecho de ser un centro de recreo. Cuando el río Manzanares es canalizado se conservan en él algunas pequeñas islas en su recorrido, lugares que realmente no  tenían ninguna función y que habían quedado en el centro del nuevo río y que llevaban allí tiempo inmemorable tal y como afirma J. J. Guerra Esetena en el blog “Pasión por Madrid”. La isla que nos ataña quizás fuese la de mayor superficie y se encontraba justo antes del Puente del Rey entre la entrada a la Casa de Campo y la Estación del Norte.
        


Planos de diferentes épocas atestiguan la existencia de las islas. Marcada en rojo la que nos compete.

La primera canalización del Manzanares que se había producido pocos años atrás, dejo una única isla en el centro del río, que como vemos en el mapa superior debió venir de la fusión de varias adyacentes. A aquel pequeño terreno tierra de nadie, recién reforestado en medio del poco caudaloso río, de forma alargada y que no servía para más que de punto intermedio para cruzar de un extremo al otro del cauce por medio de dos pasarelas metálicas, fue el elegido para establecer una de las obras racionalistas mejor llevadas a cabo ya que con influencias del Club Náutico de San Sebastián, consiguió dotar a la capital de España con un barco varado en las aguas de su río que escondía en su interior un regalo para los calurosos madrileños.


La famosa isla antes de la edificación de las piscinas. Obsérvense las dos pasarelas metálicas que servían para cruzar de un extremo al otro del río.

El proyecto fue realizado con rapidez en los primeros años 30, la isla ya contaba de antemano con refuerzos de hormigón y fabrica de ladrillo en sus orillas por lo que fue más fácil sondear y realizar los trabajos de edificación. 


Las labores de construcción del edificio de las  piscinas en los primeros años 30.

En la planta de semisótano que quedaba bajo el nivel del agua se establecieron la sala de maquinas y los tres vasos con los que iban a contar las piscinas, dos al aire libre en los extremos, (proa y popa) y uno central cubierto.  El agua para el llenado de los vasos se extraía directamente del propio río y a través de tres tanques de filtrado y su posterior clorado se conseguía un agua bastante “potable”. Además el vaso cubierto era climatizado con lo cual contaba con un potente sistema de calefacción. El resto del espacio de la isla no ocupado por las piscinas ni el edificio central se mantuvo de tierra, sirviendo esta además de dique para posibles subidas del nivel del agua.
                                                   

      Los tres filtros y parte de la instalación realizada en el semisótano de la Isla.


La planta semisótano del buque varado donde se encontraba la sala de máquinas.

En esta planta semisótano se encontraba además parte de los vestuarios masculinos comunes a los que se accedía desde una escalerilla de la planta baja, al parecer estaban reservados para el club de natación Canoe. Toda esta planta tenía iluminación directa del exterior a través de decenas de pequeñas ventanillas colocadas en todo su perímetro.
Se accedía al edificio como hemos mencionado anteriormente por dos puentes, uno a cada lado del rio y que desembocaban junto a las puertas de acceso principal donde se encontraban las taquillas. Era un espacio prácticamente simétrico salvo alguna pequeña diferencia en cuanto a la ubicación de las piscinas, ya que el terreno no era completamente regular y tenía forma de media luna.


Imagen del edificio tomada desde el lado de la Casa de Campo obsérvese la pasarela metálica.

Como si de un verdadero barco se tratara el edificio había sido orientado rio abajo, es decir la parte mas alta, el puente de mando del navío miraba hacia el sur, como si la propia corriente lo arrastrara.



Dos instantáneas aéreas del edificio en su primera época, recién terminado.

Traspasando cualquiera de las dos pasarelas accedíamos a un vestíbulo corredor  desde donde se podía acceder a una de las piscinas al aire libre o a la cubierta. En este amplio espacio se habían instalado dos mostradores de recepción y frente a estos y mediante dos puertas que se encontraban separadas por una amplia zona destinada a cafetería encontrábamos una de las piscinas al descubierto. Esta tenía una forma un tanto irregular ya que uno de los lados del rectángulo era redondeado aprovechando al máximo la forma de la isla. Alrededor del vaso había un pequeño solado y detrás y circundando todo el espacio una edificación realizada en hormigón armado y fabrica donde se reguardaban los cambiadores o vestuarios individuales. Esta zona contaba además con servicios para señoras y caballeros y una amplia zona de sombra que ofrecía la propia construcción y los toldos que se le habían añadido. Aún quedaba espacio para una zona fuera de la edificación y en lo que sería la proa del navío donde se conservaban algunos de los arboles originales y que servían de sombra para los bañistas.


La piscina de proa era más pequeña que la de popa y estaba completamente rodeada de vestuarios y aseos.

Por dos pasillos laterales que corrían paralelos al recinto cubierto podíamos acceder hasta la piscina de popa que era más grande y de forma rectangular. Esta tenía una amplia zona ajardinada a su alrededor y era la preferida de las familias. También contaba con zona de aseos y restauración en el propio edificio principal además de decenas de arboles de sombra y pérgolas construidas exprofeso. Quizás sea solo una suposición mía, pero revisando todas y cada una de las fotos me he dado cuenta del detalle que la piscina delantera solo era usada por profesionales, siempre hombres, mientras que las instantáneas de la piscina posterior siempre recogen imágenes de mujeres y familias con niños.


Otro aspecto de la piscina de proa o sur del inmueble.


La piscina de popa o norte colmada de bañistas en una tórrida tarde de verano.

En muchas de las imágenes se puede apreciar la cercanía de las viviendas que se encontraban en Paseo de la Florida, frente a la estación del Norte y que no parecían amedrentar las ganas de lucir palmito de los y las bañistas.


Publicidad del recinto aparecida en una revista de la época.


Una imagen aérea de la piscina de popa en su primera época.

Lo más llamativo de la construcción quizás no fuese su ubicación sino que además de contar con dos vasos al aire libre contaba con un tercero cubierto y climatizado que sirvió desde sus inicios como sede de la ya existente “Canoe Natación Club”, que había comenzado su andadura años atrás en la piscina “Los Baños del Niagara” en la cercana cuesta de San Vicente, local que sería ocupado con posterioridad por el cinema España, Albatros o Príncipe Pio, hoy clausurado. El edificio que albergaría la piscina cubierta contaba además con una pista de baile y restaurante todo ello al más estilo naval.


         
Carlos Piernavieja record nacional de natación y Manolo Martínez miembro del Canoe Club Natación posando en la piscina de proa de la Isla.


Planta baja o calle del inmueble. Obsérvese a ambos lados de la piscina los compartimientos o vestuarios para hombres y mujeres.

Desde el vestíbulo o corredor que habíamos citado al principio y mediante dos puertas que se veían flanqueadas por dos mostradores de recepción accedíamos al vestíbulo principal, completamente simétrico y donde había dos escaleras, una a cada lado que descendían y ascendían dando servicio a todas las plantas.
Había además en este espacio dos puertas de ingreso a la piscina cubierta y otras dos, una a cada lado de acceso a los vestuarios. Divididos en femeninos y masculinos contaban con aproximadamente 70 pequeños habitáculos cada uno para cambiarse, aseos y duchas, teniendo 38 de estos camarines  luz directa del exterior por ojos de buey a las fachadas laterales del edificio que le daban el remate náutico. Además desde los vestuarios masculinos se tenía acceso mediante una escalerilla anteriormente señalada a la planta sótano, donde habían unos compartimientos con mas cambiadores. Al final del largo pasillo que formaban las hileras de cambiadores se encontraban los aseos y dos puertas de acceso a la piscina cubierta. 


Una excepcional imagen del interior del edificio.

El inmueble había sido rematado por una amplia estructura de  hierro que sujetaba el tejado, dejando en su centro un amplio lucernario para facilitar la iluminación cenital y que se podían abrir para ventilar el recinto. Alrededor de la piscina se habían realizado con ladrillo dos filas de bancos para reposo de los nadadores.
En la planta superior a la que se accedía o bien mediante las escaleras principales o a través de otras de la parte posterior se encontraba la cocina, y la pista de baile además de los amplios corredores interiores y exteriores que a modo de cubierta  servían de comedor.


Planta primera del edificio donde estaba el restaurante y la pista de baile.

En lo que fuera el puente de mando y mirando al sur se encontraba la cocina y los aseos masculinos y femeninos, junto a las dos escaleras principales. Entre estas dos, el escenario para la orquesta y la pista de baile con vistas a la piscina, y en el otro extremo en la popa y con vistas al norte el bar, al que se llegaba atravesando cualquiera de los dos amplios pasillos laterales donde se habían instalado las mesas de comedor y que circundaban el hueco a la planta baja donde estaba la piscina. También desde cualquiera de estos pasillos se podía acceder a la terraza o cubierta mediante dieciocho puertas. 


La cubierta de estribor que podría haber pasado por la de cualquier vapor amarrado en una de las orillas del río.


Sección longitudinal y fachada del edificio que albergaba la piscina cubierta.

En la planta superior o segunda solo se edificó la parte sur o de proa creando el puente de mando y donde se estableció la vivienda del conserje. Esta contaba con dos amplias azoteas, salón, cocina, aseo y dos dormitorios con dos de sus lados en forma circular. El resto del espacio estaba ocupado por unas terrazas laterales de servicio y la cubierta de la piscina. Sobre la vivienda y aprovechando la salida de humos de la cocina se levantó una alta y redondeada chimenea al más puro estilo de un vapor.


Planta segunda del edificio donde se encontraba la vivienda del conserje.

En 1932 las piscinas-restaurant la Isla comenzaban su andadura consiguiendo una desbordante afluencia, sobre todo en la época estival dejando principalmente su uso en el invierno para el Club Canoe y el restaurante- sala de fiestas.


Vista del recinto cuando aun existían lavaderos en las inmediaciones, hacia 1933.


Otra maravillosa instantánea tomada desde las alturas donde se ve parte del Paseo de la Florida.


En la Isla había sitio hasta para los más pequeños.

Uno de los capítulos más tristes de la historia de este edificio se vive durante la contienda cuando es alcanzado por un obús que destruye parte del puente de mando.


La piscina la isla alcanzada por un obús en 1939.


Imagen tomada desde el puente del Rey durante los últimos días de la contienda. Al fondo la Isla varada en medio del río que resiste los fuegos cruzados.

A pesar de los grandes daños provocados durante la contienda el edificio se reconstruye y vuelve a funcionar con el mismo uso, pasándose a llamar “Obra sindical, Piscinas la Isla”.

 
Estado en el que quedo la piscina de popa o norte tras la contienda.


Agosto de 1946.  Campeonatos provinciales de Natación de la Sección Femenina en las piscinas de La Isla. Parece no existir la zona de comedor en la planta primera.

En 1947 se escribe la segunda crónica triste del inmueble, cuando las incesantes lluvias hacen desbordar el pequeño río Manzanares y la Isla parece hundirse ante la mirada atónita de los ciudadanos. Por suerte a pesar de los grandes daños materiales no hubo que lamentar victimas.


Cinco de Marzo de 1947. Espectacular fotografía tomada desde el puente del Rey, el agua arrasa con todo a su paso y arranca incluso una de las pasarelas de acceso.



Los bomberos se afanan en sacar del interior del islote a algunos empleados y al conserje.



Varias personas fueron rescatadas en tirolina, el recinto quedó anegado.

Pero a pesar de esta segunda catástrofe el recinto volvió a abrir, no sabemos si con todo el esplendor de su primera época. Algunas imágenes y recortes de prensa atestiguan que el local se conservó al menos algunos años más.



El 1 de febrero de 1954 se clausura definitivamente la Isla, que aguantó el ser torpedeada y la más violenta de las tormentas pero que no pudo resistir al impulso de  los tiempos.
Ese mismo año y a consecuencia de las obras de rencauzamiento del río la Isla se hunde en el fondo de los corazones de tanta y tanta gente que la recuerda y que nunca olvidará aquel maravilloso barco varado, construido por nuestro querido Gutiérrez Soto.


Marcado con el círculo rojo el lugar donde estuvo emplaza la Isla.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández.
Fuentes:
- BNE:
- Revista Crónica sep. 1933
- Agencia EFE.
- ABC
- Urbanity. Cielo de Madrid.
- Pasión por Madrid. Una Isla en el Manzanares.

10 de junio de 2012

CINES DE MADRID EN LA REVISTA CINEMANIA.

La pasada semana Yago García me realizó una entrevista para la edición digital de la revista Cinemanía.

Podéis leerla entera en el siguiente enlace.


3 de junio de 2012

EL CINE LUCHANA. Un clasico recién extinguido.


Hace algunos días apareció la información a través de internet, los cines míticos cines Luchana cierran  puertas. Y es que era algo que se venía venir desde hace algunos meses cuando varios periódicos daban la noticia de algunas irregularidades de taquilla. Expedientado y todo ha seguido su curso algunos meses más hasta que ha terminado cerrando. 

Nuevamente en el castizo barrio de Chamberí, exactamente en el número 38 de la Calle Luchana esquina a la de Covarrubias se levantó en 1945 un extraordinario edificio de lujo en el que iría inserto el cine Luchana. Bajo un proyecto de  los arquitectos Aurelio Botella Clarella, Manuel Muñoz Monasterio y Luis Alemany Soler se levantó en un solar de intrincada fisonomía un magnífico edificio para viviendas en siete alturas más baja y sótanos que tomaría forma curvada en el chaflán de esquina, dejando bajo esta la entrada al cinematógrafo y el patio de butacas paralelo a la calle de Covarrubias.

 
      El edificio recién estrenado.


Planta baja del nuevo cine Luchana fechado en 1945.

Como hemos citado anteriormente la entrada se hacia a través de tres grandes huecos abiertos en la esquina del edificio, que daban paso a un amplio y alto porche donde estaban instaladas las taquillas. Desde este espacio se accedía por medio de dos puertas de dos hojas a un hall de paso  circular decorado con  suntuosidad y desde el cual por medio de otras dos puertas accedíamos a otro espacio también circular que había sido rematado con una alta bóveda con adornos en escayola y de la que pendía una magnífica lámpara de cristales, esta bóveda estaba rematada en su parte inferior por un friso en el que se había escondido además la iluminación indirecta por incandescencia. [...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 181 de mi libro "Cines de Barrio"