Hace ya algo más
de un año dediqué un post exclusivamente
a otro tipo de entretenimiento matritense, el frontón. En esta ocasión y con
algo de relación por lo magnificente de la obra y de su propio autor, y dadas
las elevadas temperaturas que nos acompañan os hago llegar una singular
entrada, “Piscinas La Isla.”
Y es que cuando
el calor aprieta ni el más moderno Clima Artificial podía refrigerar los
locales de espectáculos. La Playa de Madrid y las Piscinas La Isla fueron
algunos de los lugares de recreo para el madrileño, todo hay que decirlo, no
para todos los madrileños.
La programación de los locales de espectáculos en
muchas ocasiones era suspendida durante la época estival.
El Plan General
1930 trajo algunas mejoras para la ribera del Manzanares que ya
había sido canalizado y junto al que se crearían algunas zonas para bañistas.
Que afectaran directamente al cauce del río, podríamos señalar dos, La Isla y
La Playa aunque surgieron algunas otras en sus cercanías como la piscina El
Lago.
Hoy vamos a
acercarnos un poco más a la historia de las Piscinas La Isla. El proyecto se
llevó a cabo por uno de nuestros más conocidos arquitectos, Luis Gutiérrez
Soto, por eso decía que nos une a la historia muchas más cosas que el simple
hecho de ser un centro de recreo. Cuando el río Manzanares es canalizado se
conservan en él algunas pequeñas islas en su recorrido, lugares que realmente
no tenían ninguna función y que habían
quedado en el centro del nuevo río y que llevaban allí tiempo inmemorable tal y
como afirma J. J. Guerra Esetena en el blog “Pasión por Madrid”. La isla que
nos ataña quizás fuese la de mayor superficie y se encontraba justo antes del
Puente del Rey entre la entrada a la Casa de Campo y la Estación del Norte.
Planos de diferentes épocas atestiguan la existencia
de las islas. Marcada en rojo la que nos compete.
La primera
canalización del Manzanares que se había producido pocos años atrás, dejo una
única isla en el centro del río, que como vemos en el mapa superior debió venir
de la fusión de varias adyacentes. A aquel pequeño terreno tierra de nadie,
recién reforestado en medio del poco caudaloso río, de forma alargada y que no
servía para más que de punto intermedio para cruzar de un extremo al otro del
cauce por medio de dos pasarelas metálicas, fue el elegido para establecer una
de las obras racionalistas mejor llevadas a cabo ya que con influencias del
Club Náutico de San Sebastián, consiguió dotar a la capital de España con un
barco varado en las aguas de su río que escondía en su interior un regalo para
los calurosos madrileños.
La famosa isla antes de la edificación de las
piscinas. Obsérvense las dos pasarelas metálicas que servían para cruzar de un
extremo al otro del río.
El proyecto fue
realizado con rapidez en los primeros años 30, la isla ya contaba de antemano
con refuerzos de hormigón y fabrica de ladrillo en sus orillas por lo que fue
más fácil sondear y realizar los trabajos de edificación.
Las labores de construcción del edificio de las piscinas en los primeros años 30.
En la planta de semisótano
que quedaba bajo el nivel del agua se establecieron la sala de maquinas y los
tres vasos con los que iban a contar las piscinas, dos al aire libre en los
extremos, (proa y popa) y uno central cubierto.
El agua para el llenado de los vasos se extraía directamente del propio
río y a través de tres tanques de filtrado y su posterior clorado se conseguía
un agua bastante “potable”. Además el vaso cubierto era climatizado con lo cual
contaba con un potente sistema de calefacción. El resto del espacio de la isla
no ocupado por las piscinas ni el edificio central se mantuvo de tierra,
sirviendo esta además de dique para posibles subidas del nivel del agua.
Los tres filtros y parte de la instalación realizada en el semisótano de
la Isla.
La planta semisótano del buque varado donde se
encontraba la sala de máquinas.
En esta planta
semisótano se encontraba además parte de los vestuarios masculinos comunes a
los que se accedía desde una escalerilla de la planta baja, al parecer estaban
reservados para el club de natación Canoe. Toda esta planta tenía iluminación
directa del exterior a través de decenas de pequeñas ventanillas colocadas en
todo su perímetro.
Se accedía al
edificio como hemos mencionado anteriormente por dos puentes, uno a cada lado
del rio y que desembocaban junto a las puertas de acceso principal donde se encontraban
las taquillas. Era un espacio prácticamente simétrico salvo alguna pequeña
diferencia en cuanto a la ubicación de las piscinas, ya que el terreno no era
completamente regular y tenía forma de media luna.
Imagen del edificio tomada desde el lado de la Casa
de Campo obsérvese la pasarela metálica.
Como si de un
verdadero barco se tratara el edificio había sido orientado rio abajo, es decir
la parte mas alta, el puente de mando del navío miraba hacia el sur, como si la
propia corriente lo arrastrara.
Traspasando
cualquiera de las dos pasarelas accedíamos a un vestíbulo corredor desde donde se podía acceder a una de las
piscinas al aire libre o a la cubierta. En este amplio espacio se habían
instalado dos mostradores de recepción y frente a estos y mediante dos puertas que
se encontraban separadas por una amplia zona destinada a cafetería encontrábamos
una de las piscinas al descubierto. Esta tenía una forma un tanto irregular ya
que uno de los lados del rectángulo era redondeado aprovechando al máximo la
forma de la isla. Alrededor del vaso había un pequeño solado y detrás y
circundando todo el espacio una edificación realizada en hormigón armado y
fabrica donde se reguardaban los cambiadores o vestuarios individuales. Esta
zona contaba además con servicios para señoras y caballeros y una amplia zona
de sombra que ofrecía la propia construcción y los toldos que se le habían añadido.
Aún quedaba espacio para una zona fuera de la edificación y en lo que sería la
proa del navío donde se conservaban algunos de los arboles originales y que servían
de sombra para los bañistas.
La piscina de proa era más pequeña que la de popa y
estaba completamente rodeada de vestuarios y aseos.
Por dos pasillos
laterales que corrían paralelos al recinto cubierto podíamos acceder hasta la
piscina de popa que era más grande y de forma rectangular. Esta tenía una
amplia zona ajardinada a su alrededor y era la preferida de las familias. También
contaba con zona de aseos y restauración en el propio edificio principal además
de decenas de arboles de sombra y pérgolas construidas exprofeso. Quizás sea
solo una suposición mía, pero revisando todas y cada una de las fotos me he
dado cuenta del detalle que la piscina delantera solo era usada por
profesionales, siempre hombres, mientras que las instantáneas de la piscina
posterior siempre recogen imágenes de mujeres y familias con niños.
Otro aspecto de la piscina de proa o sur del
inmueble.
La piscina de popa o norte colmada de bañistas en
una tórrida tarde de verano.
En muchas de las
imágenes se puede apreciar la cercanía de las viviendas que se encontraban en Paseo de la Florida, frente a la estación del Norte y que no parecían amedrentar
las ganas de lucir palmito de los y las bañistas.
Publicidad del recinto aparecida en una revista de
la época.
Una imagen aérea de la piscina de popa en su primera
época.
Lo más llamativo
de la construcción quizás no fuese su ubicación sino que además de contar con
dos vasos al aire libre contaba con un tercero cubierto y climatizado que sirvió
desde sus inicios como sede de la ya existente “Canoe Natación Club”, que había
comenzado su andadura años atrás en la piscina “Los Baños del Niagara” en la
cercana cuesta de San Vicente, local que sería ocupado con posterioridad por el
cinema España, Albatros o Príncipe Pio, hoy clausurado. El edificio que
albergaría la piscina cubierta contaba además con una pista de baile y
restaurante todo ello al más estilo naval.
Carlos Piernavieja record nacional de natación y
Manolo Martínez miembro del Canoe Club Natación posando en la piscina de proa
de la Isla.
Planta baja o calle del inmueble. Obsérvese a ambos
lados de la piscina los compartimientos o vestuarios para hombres y mujeres.
Desde el
vestíbulo o corredor que habíamos citado al principio y mediante dos puertas
que se veían flanqueadas por dos mostradores de recepción accedíamos al vestíbulo
principal, completamente simétrico y donde había dos escaleras, una a cada lado
que descendían y ascendían dando servicio a todas las plantas.
Había además en
este espacio dos puertas de ingreso a la piscina cubierta y otras dos, una a
cada lado de acceso a los vestuarios. Divididos en femeninos y masculinos
contaban con aproximadamente 70 pequeños habitáculos cada uno para cambiarse,
aseos y duchas, teniendo 38 de estos camarines luz directa del exterior por ojos de buey a
las fachadas laterales del edificio que le daban el remate náutico. Además
desde los vestuarios masculinos se tenía acceso mediante una escalerilla
anteriormente señalada a la planta sótano, donde habían unos compartimientos
con mas cambiadores. Al final del largo pasillo que formaban las hileras de
cambiadores se encontraban los aseos y dos puertas de acceso a la piscina
cubierta.
Una excepcional imagen del interior del edificio.
El inmueble había
sido rematado por una amplia estructura de
hierro que sujetaba el tejado, dejando en su centro un amplio lucernario
para facilitar la iluminación cenital y que se podían abrir para ventilar el
recinto. Alrededor de la piscina se habían realizado con ladrillo dos filas de
bancos para reposo de los nadadores.
En la planta
superior a la que se accedía o bien mediante las escaleras principales o a través
de otras de la parte posterior se encontraba la cocina, y la pista de baile además
de los amplios corredores interiores y exteriores que a modo de cubierta servían de comedor.
Planta primera del edificio donde estaba el restaurante
y la pista de baile.
En lo que fuera
el puente de mando y mirando al sur se encontraba la cocina y los aseos
masculinos y femeninos, junto a las dos escaleras principales. Entre estas dos,
el escenario para la orquesta y la pista de baile con vistas a la piscina, y en
el otro extremo en la popa y con vistas al norte el bar, al que se llegaba atravesando
cualquiera de los dos amplios pasillos laterales donde se habían instalado las
mesas de comedor y que circundaban el hueco a la planta baja donde estaba la
piscina. También desde cualquiera de estos pasillos se podía acceder a la
terraza o cubierta mediante dieciocho puertas.
La cubierta de estribor que podría haber pasado por
la de cualquier vapor amarrado en una de las orillas del río.
Sección longitudinal y fachada del edificio que
albergaba la piscina cubierta.
En la planta superior
o segunda solo se edificó la parte sur o de proa creando el puente de mando y
donde se estableció la vivienda del conserje. Esta contaba con dos amplias
azoteas, salón, cocina, aseo y dos dormitorios con dos de sus lados en forma
circular. El resto del espacio estaba ocupado por unas terrazas laterales de
servicio y la cubierta de la piscina. Sobre la vivienda y aprovechando la
salida de humos de la cocina se levantó una alta y redondeada chimenea al más
puro estilo de un vapor.
Planta segunda del edificio donde se encontraba la
vivienda del conserje.
En 1932 las
piscinas-restaurant la Isla comenzaban su andadura consiguiendo una desbordante
afluencia, sobre todo en la época estival dejando principalmente su uso en el
invierno para el Club Canoe y el restaurante- sala de fiestas.
Vista del recinto cuando aun existían lavaderos en
las inmediaciones, hacia 1933.
Otra maravillosa instantánea tomada desde las
alturas donde se ve parte del Paseo de la Florida.
En la Isla había sitio hasta para los más pequeños.
Uno de los capítulos
más tristes de la historia de este edificio se vive durante la contienda cuando
es alcanzado por un obús que destruye parte del puente de mando.
La piscina la isla alcanzada por un obús en 1939.
Imagen tomada desde el puente del Rey durante los últimos
días de la contienda. Al fondo la Isla varada en medio del río que resiste los
fuegos cruzados.
A pesar de los
grandes daños provocados durante la contienda el edificio se reconstruye y
vuelve a funcionar con el mismo uso, pasándose a llamar “Obra sindical,
Piscinas la Isla”.
Estado en el que quedo la piscina de popa o norte
tras la contienda.
Agosto de 1946. Campeonatos provinciales de Natación de la
Sección Femenina en las piscinas de La Isla. Parece no existir la zona de
comedor en la planta primera.
En 1947 se
escribe la segunda crónica triste del inmueble, cuando las incesantes lluvias
hacen desbordar el pequeño río Manzanares y la Isla parece hundirse ante la
mirada atónita de los ciudadanos. Por suerte a pesar de los grandes daños materiales
no hubo que lamentar victimas.
Cinco de Marzo de 1947. Espectacular fotografía tomada
desde el puente del Rey, el agua arrasa con todo a su paso y arranca incluso una
de las pasarelas de acceso.
Los bomberos se afanan en sacar del interior del
islote a algunos empleados y al conserje.
Varias personas fueron rescatadas en tirolina, el
recinto quedó anegado.
Pero a pesar de
esta segunda catástrofe el recinto volvió a abrir, no sabemos si con todo el esplendor
de su primera época. Algunas imágenes y recortes de prensa atestiguan que el
local se conservó al menos algunos años más.
El 1 de febrero
de 1954 se clausura definitivamente la Isla, que aguantó el ser torpedeada y la
más violenta de las tormentas pero que no pudo resistir al impulso de los tiempos.
Ese mismo año y
a consecuencia de las obras de rencauzamiento del río la Isla se hunde en el
fondo de los corazones de tanta y tanta gente que la recuerda y que nunca olvidará
aquel maravilloso barco varado, construido por nuestro querido Gutiérrez Soto.
Marcado con el círculo rojo el lugar donde estuvo
emplaza la Isla.
Autor: David Miguel Sánchez Fernández.
Fuentes:
- BNE:
- Revista Crónica
sep. 1933
- Agencia EFE.
- ABC
- Urbanity.
Cielo de Madrid.
- Pasión por Madrid. Una Isla en el
Manzanares.