En el madrileño pueblo de Getafe a mediados de los años 30
del siglo pasado se presentó ante la comisión de policía urbana un proyecto de
construcción del que sería el primer cinematógrafo estable de la población. Aunque
ya se venían realizando proyecciones en locales adaptados para tal efecto en
antiguos almacenes y salones de baile, no fue hasta el año 1935 cuando se
construye este edificio exprofeso para tal fin.
El lugar elegido fue un solar en la calle Juan Tolo o Ramón y Cajal nº
3, paralela a la avenida de la Estación y prácticamente a las afueras del
pueblo, propiedad de las hermanas Felisa y Tomasa Palacio San Clemente, ambas
hijas del General Palacio. Tomasa a su
vez se había casado con José Alba Valdecasas y es de aquí de donde posiblemente
naciese el nombre del local, Cine Alba.
Marcado con la flecha blanca el solar donde se levantaría el
cine Alba.
Bajo un proyecto del arquitecto Antonio Sala y el aparejador
Antonio Galeote Lázaro se diseñó un salón para proyecciones cinematográficas
que no tenía nada que envidiar a las nuevas salas de proyecciones de la
capital.
Utilizando el más refinado estilo racionalista muy en boga en
ese momento se levantó una amplia nave que sería decorado con exquisito gusto. Los constructores Julio y Juan Galeote realizaron la obra en
fábrica de ladrillo, y estructura de hierro cubierto por un amplio tejado a dos
aguas realizado con “Uralita”. El edificio de forma rectangular ocupaba un
tercio del solar, dejando el resto para un largo patio que corría paralelo a la
sala de proyecciones y que servía de desalojo de esta. La fachada que era
completamente simétrica se levantaba en dos alturas, a la que se añadió un
cuerpo lateral, que era un simple muro decorado de igual forma que el resto del
edificio.
Alzado del edificio a la calle de Juan
Tolo, obsérvese el cartel en lo alto del parapeto con el nombre de Alba.
Su fachada se decoró con largas y esbeltas hileras
horizontales de ladrillo macizo fino rojizo que destacaban de los paños lisos
enfoscados y pintados en tonos ocres, muy semejantes a los utilizados en otros
locales de espectáculos de la capital tales como el cinema Fígaro, Barceló, o
Europa. Una ligera y estrecha marquesina
sobresalía sobre los tres huecos de entrada al local, único ornamento superfluo
que rompía la continuidad de sus muros. Pequeños huecos simétricos decoraban su
superficie, casi todos pertenecientes a los aseos instalados en las dos
alturas, salvo los cinco superiores que daban luz y ventilación a la cabina de
proyección. Otros dos huecos mayores en la planta superior inundaban de claridad
el despacho de dirección y el botiquín. En lo más alto de esta fachada que
culminaba en forma escalonada y sobre un paño liso únicamente rematado por una
cornisa de ladrillo rojizo se diseñó un amplio cartel con el nombre del local,
Cine Alba. A ambos lados de las entradas y de forma completamente simétrica se
instalaron las taquillas, una a cada extremo, y las carteleras bajo dos de los
huequecillos de ventana de los aseos. Toda la carpintería se realizó en madera
de roble y se coloreó al óleo.
Las tres entradas estaban compuestas por dobles puertas que
se abrían hacia el exterior para poder desalojar el local en el menor tiempo
posible, y daban acceso a un amplio vestíbulo. A la izquierda se hallaban dos
puestas, una de entrada a la minúscula taquilla y otra a uno de los aseos,
junto a estas se extendía una amplia barra bar. Justamente enfrentado a estas
se encontraban otras dos puertas con la misma finalidad y una amplia escalera que en tres tramos subía
hasta el piso superior y bajo la cual se estableció una salida al patio
lateral. Esta planta que se extendía únicamente sobre la crujía delantera se
hallaba dividida en aseos, almacén, vestíbulo de descanso, dos pequeños palcos
para la empresa, botiquín, oficina y contaduría. Además existía una estrecha
escalera que se encaramaba sobre una estructura completamente ignifuga donde se
estableció la cabina y el cuarto del operador.
Sección longitudinal de la sala.
Obsérvese en la primera crujía las tres alturas y el desarrollo de la escalera.
El vestíbulo principal de la planta baja se había decorado de
igual forma que su fachada, evitando cualquier adorno superfluo limitándose simplemente
a pequeñas molduras de escayola en sus techos tras las que se escondían las lámparas
de iluminación por incandescencia. Los suelos se habían solado con baldosín hidráulico
imitando mosaicos de igual forma que los aseos. Desde este vestíbulo y a través de tres huecos
con cortinajes se daba paso al patio de butacas, el cual tenía una pronunciada
pendiente hacia la pantalla.
Boceto de la planta baja del cine Alba
o Palacio en el que aparece además de la sala el espacio del pasillo
longitudinal de desalojo.
El suelo del patio se había realizado con tarima de madera
soportada por rastreles del mismo material que habían sido tratados con un
producto ignífugo para evitar que ardieran. Sobre este se colocaron 750 butacas
fabricadas por la casa Juan Peinado ya había realizado importantes trabajos en
otros cines de renombre como el Salamanca. El decorador escultor Angel Moya
había decorado las paredes con un alto friso de color rematado por un perfil
longitudinal dorado, del techo que era muy alto y liso pendía de la cubierta
metálica, y se realizó con escayola y cañas, se decoró únicamente con amplias y
trabajadas molduras laterales. Varias lámparas con globos de cristal traslucido
iluminaban el patio de butacas, y al fondo el escenario bajo el cual se había
creado espacio para la orquesta que acompañaba a la proyección. Rodeando al
pequeño hueco que escondía tras los cortinajes la pantalla se había realizado
un laborioso trabajo de escayola que centraba las miradas de los espectadores.
A ambos lados de la embocadura dos ojos de buey ciegos decoraban el amplio
muro.
Única imagen encontrada del interior del original cine Palacio en
su primera época. Obsérvense detalles como las butacas, las
lamparas de sus techos o la embocadura de la minúscula pantalla.
En la parte posterior del edificio se construyó una hornacina
que sobresalía del resto del inmueble y donde se colocaron los altavoces para
el sistema sonoro que poco a poco se iba implantando en todas las salas de proyecciones.
En el muro lateral izquierdo se crearon tres huecos con puertas para la
evacuación del local que daban a un patio lateral que desembocaba en la propia
calle de Ramón y Cajal, junto a la entrada del cine. Ademas se establecieron
una casa para el conserje y varios almacenes. Contaba el cinematógrafo con un
potente sistema de calefacción de carbón por agua caliente que se hacía
tangible a través de varios radiadores instalados por todo el edificio.
El cine abrió sus puertas con el nombre de Palacio, apellido
de sus propietarias, en diciembre de 1935 con toda la pompa y el boato que se
esperaba, programando cintas de segundo reestreno que llegaban de la capital. Incluso
apareció en alguna publicación de la época tal como “La Libertad”. Con el paso
de los años comenzó a programar sesión continua y le salieron varios competidores,
el mayor el cine Cervera de la calle Toledo. Tuvo que pasar mucho tiempo más hasta
que llegaran el Margaritas, el Avenida, Cantorredondo o la terraza Plácido.
Cinco imágenes aéreas del Getafe en
los años 1945, 55, 65, 75 y 2013 en las que se ve la evolución del pueblo hasta
llegar a ser una gran urbe. En todas ellas aparece remarcado en rojo el cine
Palacio en la calle de Ramón y Cajal 3.
En los años 60 se reformó y se borró por completo su original
decoración racionalista interior. Las nuevas tendencias, paredes enteladas y
frisos de maderas, techos con materiales de mejor acústica, pantalla de mayor
amplitud, y butacas más cómodas lanzaron nuevamente al cine Palacio a la
cabecera de las salas de Getafe. Exteriormente se eliminó parte de su fachada,
la correspondiente a la salida de emergencias y este solar fue edificado. Las
amplias puertas de entrada eran suficientes para desalojar a los espectadores
que se congregaban en su interior, aunque se siguió conservando parte del patio
lateral que paso a utilizarse únicamente de almacén. Además se construyó una
marquesina metálica más larga que abarcaba toda su longitud, cubriendo las
taquillas y carteleras y sirviendo además para reclamo de los transeúntes. Con
programación en sesión continua prosiguió su andadura hasta casi finales de los
años 80 cuando cerró definitivamente. Muchos pensaron en ese momento en una reconversión
en discoteca pero no se llevó a cabo ninguna reforma en el local. Permaneció
cerrado durante décadas hasta que en los años 90 fue asaltado por toxicómanos que
incluso pernoctaban en su interior. De ello se hicieron eco algunas publicaciones
y por esa razón el edificio fue tapiado esperando un nuevo uso.
El cine Palacio años después de su
cierre a principios de los 90.
El cine Palacio en la
actualidad estático e inmortal a la espera de un nuevo uso.
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El cine Palacio en el año 2014. |
Se desmanteló su marquesina para evitar derrumbes y no fue hasta 2014 cuando se volvió a intervenir en él. El propio alcalde de Getafe Juan Soler puso en marcha un proyecto de recuperación de su fachada, decorándola con un gigantesco y llamativo Smile creado con cds.
Pero desgraciadamente el cine Palacio fue derribado a finales de julio de 2016, borrando de un plumazo cualquier resto del él y dejando sin uno de los edificios mas importantes y singulares de la primera mitad del siglo pasado.
Agradecimientos:
Archivo Municipal de Getafe en especial a Isabel Seco Campos por la memoria técnica y los datos aportados.
A mis compañeros Carlos Cuño y José Miguel Campos por ayudarme a rescatar este local de su ciudad.