Corría el año 1923 cuando ante la comisión de obras del
Ayuntamiento de Madrid se presentó un proyecto firmado por el arquitecto
Eduardo Sánchez Eznarriaga para la
construcción de un nuevo edificio de viviendas en el que iría inserta una sala
de teatro. El solar de forma rectangular se encontraba en un lugar muy
estratégico, en esquina, en la intersección de las calles de Hermosilla nº 5 y
Claudio Coello nº 15, en el barrio de Salamanca, siendo propiedad de los Sres. Marqués
de Valterra, Marques de Huétor de Santillan, don Francisco Diez de Rivera y
Casares, y el Conde Glimes Ybrabante.
Su arquitecto, autor de otras grandes obras de relevancia en
Madrid como el teatro Odeón falleció en 1924, dejando inconclusas varias obras,
entre las que destacaban el teatro Alcázar de la calle de Alcalá y este otro,
el Infanta Isabel. Un joven arquitecto que trabajó codo con codo con
Eznarriaga, Eduardo Lozano Lardet tomará el relevo en ambas obras,
atribuyéndosele en parte la dirección de estas. El joven arquitecto se
especializaría en este campo y años más tarde diseñaría otros edificios de
espectáculos como el cine San Carlos o el frontón Madrid.
El joven arquitecto Eduardo Lozano
Lardet el cual tomó el relevo de Eduardo Sánchez Eznarriaga.
Junto a Lozano Lardet otro joven arquitecto José Luis Durán de Cottes le acompañará en este proyecto, el cual, años más tarde realizará importantes proyectos como el del teatro Albeniz de la madrileña calle de la Paz.
El inmueble se construyó en su mayor parte con estructura de
hormigón armado que corrió a cargo de la empresa Gamboa y Domingo. El
contratista y constructor Roberto Aleu Torres a cargo de construcciones Peckler
sociedad anónima llevó a cabo una maravillosa obra arquitectónica, que quedó
patente a simple vista en sus fachadas.
La entrada colocada en esquina tenía una pequeña marquesina
de no más de 1 m de ancho, bajo la cual
se crearon tres altos huecos que daban acceso al vestíbulo donde se habían
instalado las taquillas. Estos tres huecos no tenían puertas pero sí cierre de
tijera, lo cual permitía ver el interior del vestíbulo incluso cuando el local
estaba cerrado. Sobre los huecos de entrada y bajo la marquesina se realizaron
tres bajo relieves, única decoración superflua que nos revelaba la existencia de un local de espectáculos.
Una imagen del inmueble y la entrada a
la sala de espectáculos en los años 20
El vestíbulo muy alto tenía dos columnas en su centro, y
estaba decorado con suntuosidad. Los suelos se realizaron con pequeñas teselas
de colores, blanco con ribetes azules. Las paredes poseían un zócalo de mármol
negro, y sobre este, paramentos con abultados de escayola blancos sobre un
fondo azul celeste.
Dos aspectos de una de las fuentes
instaladas en el vestíbulo principal del nuevo teatro Infanta Beatriz.
Los altos techos dejaban entrever parte de la estructura de
hormigón armado, que tenía forma rectangular, y que habían sido adornados con molduras de
escayola. Junto a las puertas de entrada y de forma simétrica existían una
serie de tres ventanas bajo las cuales se habían instalado de forma muy
artística dos preciosas fuentes construidas en mármol que le daba un toque muy
elegante a la estancia. Junto a las dos fuentes y en otro de los laterales de
la estancia se construyeron dos preciosas vitrinas donde se exponían objetos y
fotografías de la obra teatral que se estaba representando. Junto a una de
estas vitrinas existía un pequeño hueco destinado a taquilla y que no era más
que un pequeñísimo cuarto con una ventana a la calle de Claudio Coello.
Volviendo al vestíbulo y enfrentado al hueco más grande de entrada se había
instalado una gran puerta de cuatro hojas que servía de acceso al interior del
recinto. Sobre esta puerta y de forma muy artística se había realizado otro
bajo relieve de escayola en forma de abanico.
Otro vestíbulo de forma alargada servía de acceso directo al
patio de butacas, palcos y escaleras. Este se desarrollaba en forma de U y
había sido decorado con suntuosidad optándose por el color azul, al igual que
en el resto de la sala y que fue llevado a cabo por Arregui, Garcia y Letamendía escultores, que
también habían realizado el laborioso trabajo del vestíbulo principal.
Los suelos eran de mosaicos azules y blanco y las paredes
habían sido pintadas al óleo en la misma tonalidad. Destacaban en el techo
varias lámparas de influencia art-decó que iluminaban la estancia.
Poseía además varios huecos de ventana decorados con
vidrieras de colores que desde el patio interior de la finca o desde una calle
particular o servidumbre de paso inundaban y ventilaban las estancias.Frente a
la entrada una de las escaleras de acceso a los pisos superiores, y en el otro
extremo otra, simétrica, bajo las cuales se habían situado guardarropía y el
acceso central al patio de butacas. En los extremos de este vestíbulo se
instalaron los aseos, uno a cada lado, masculinos y femeninos, casi a la
entrada de los pasillos laterales que conducían a los accesos pares e impares
del patio, los palcos y en su fondo una escalera que recorría de arriba abajo
la sala y que servía de acceso a los palcos.
Dos aspectos contrapuestos del vestíbulo de acceso. Obsérvese el detalle
de la vidríera, abultados de sus paredes y lámparas.
Al proyecto original se le sumaron la instalacion de dos ascensores Otis-Pifre junto a las escaleras principales que de manera cómoda y rápida subían a los espectadores a la última planta de la sala. Al fondo del pasillo izquierdo además de una escalera de acceso a las plantas superiores existía una escalera de servicio que comunicaba la escena con la calle de Hermosilla y los camerinos y que servía de salida de emergencia. Junto a esta entrada secundaria lateral había un paso exclusivo de carruajes directo al escenario. El local era muy seguro pues a pesar de estar inserto en un edificio de viviendas contaba con varias salidas a la calle, y decenas de ventanas a la calle lateral, además de cuatro escaleras y amplios vestíbulos. Por cualquiera de los dos huecos laterales o del central llegábamos al patio de butacas, este no era muy grande, lo cual le confería una maravillosa visión desde cualquiera de sus localidades, el suelo poseía mucha inclinación hacía el escenario, que se había realizado con tarima de madera y sobre la que se habían instalado en dos amplios grupos las cómodas butacas fabricadas por Deogracias Magdalena en haya y damasco azul, al igual que el telón de boca.
La magnífica sala
había sido decorada siguiendo el mismo patrón que los vestíbulos y era muy abierta, con dos anfiteatros, y cinco
pisos de palcos al estilo de los modernos
teatros franceses. Poseía abultados en los antepechos de palcos y
anfiteatros realizados en escayola y pintados en tonos claros y pan de oro que
destacaban con el azul de las paredes y sillones.
Contaba en total con 800 cómodas butacas repartidas en las
cinco plantas, los que nos da idea del volumen de la sala.
Dos aspectos del interior del teatro
Infanta Beatriz en su primera época, poco después de su apertura.
El escenario estaba cubierto por un gigantesco telón y remarcado por un laborioso trabajo de escayola que se veía rematado por un grupo escultórico.
Tras el telón un amplio espacio escénico con mucha pendiente y de siete metros de profundidad, acto para cualquier tipo de representación, puesto que contaba con suficiente espacio para colocar piernas y bastidores, y poseía además con un alto telar y un magnífico juego de lámparas de iluminación. En la planta de sótano a la que se podía acceder con facilidad desde el escenario se habían instalado con gran amplitud la sala de ensayos, la orquesta, cuartos de los artistas, la caldera de calefacción y dependencias varias del local, casi todas con luz y ventilación al exterior por medio de tragaluces.
Planta sótano del inmueble donde se
instalaron casi todos los servicios del local.
En las plantas superiores a las que se ascendía por las
cuatro escaleras anteriormente mencionadas se repetía el mismo esquema que la
planta baja, salvo en el entresuelo que correspondía a la segunda planta de
palcos, al que tan solo se podía acceder desde las dos escaleras posteriores ya
que las principales subían directamente hasta la planta primera. Desde esta planta
primera se accedía a la rampa de entresuelo por medio de dos huecos al igual
que en el patio, y a la tercera planta de palcos. La planta segunda solo daba
servicio al cuarto piso de palcos, y la
tercera al graderío de principal y quinta de palcos, que en esta ocasión eran de
entrada general ya que la visión desde estos era muy reducida. A su paso por
las diferentes plantas se fueron estableciendo los aseos masculinos y femeninos
así como la oficina de dirección y cuartos de servicio.
Seccion longitudinal del inmueble, fíjese
en la altura del espacio escénico capaz para cualquier tipo de decorado y la
profundidad de su foso.
Desde un principio el edificio fue concebido para las
representaciones tanto teatrales como cinematográficas, es por lo que en la
planta primera se adecua un espacio para la cabina de proyección, elevado un
metro del suelo para evitar que el haz de proyección topase con los
espectadores de las últimas filas del entresuelo.
El inmueble construido enteramente en hormigón armado fue
cubierto con gigantescas vigas del mismo material, formando un forjado que muy
posiblemente se realizase con vistas a una sala al aire libre sobre la sala
cubierta pero que nunca se concluyó.
El inconcluso proyecto de Eznarriaga dio como fruto un
maravilloso coliseo con un aforo de 800
localidades, situado en pleno corazón del barrio más aristocrático de la
capital y que costó ni más ni menos que 1.800.000 pesetas de la época.
La inauguración del local acaeció el día 16 de octubre de
1925 con el debut teatral de los actores Ernesto Vilches e Irene López Heredia con
la representación de la comedia “El amigo Teddy”, acto al que asistió S.M. la
reina María Victoria y sus hijos el príncipe de Asturias y el infante don Jaime.
Continuara...
Autor: David Miguel Sánchez Fernández.
Especial agradecimiento a Antonio Jimenez por la aportación de planos y alzados.
Un abrazo de nuevo. ya te lo he contado en el correo pero la verdad es que me ha hecho mucha ilusión esta entrada porque es el primer teatro que conocí en mis vistas a Madrid. Un pero: la reina era Victoria Eugenia, no María Victoria. (Lo digo por si lo quieres corregir).
ResponderEliminarEra un teatro precioso cuyo destino hubiera sido muy distinto de haber estado ubicado mas en la zona de Gran via o Sol. El barrio de Salamnca era un destino demasiado "goloso" para el mundo inmobiliario.
Un beso muy grande.
hola amigos como estan? espero que mis comentarios no le molesta sobre viaje estambul excursiones en estambul
ResponderEliminarEnhorabuena por este post, la verdad es que este tipo de edificios son dignos de no guardarlos en memoria sino de restaurarlo preservando sus valores documentales. Es este e-mail << laciudadlineal@yahoo.es >> apto para ponerme en contacto con David M. Sánchez ?
ResponderEliminarHola!!! Le escribo para ver si me pudiera ayudar, ya que ha escrito este post sobre el teatro Infanta Beatriz tal vez me pueda ayudar.
ResponderEliminarMi abuela, mi abuelo y los tíos de mi padre trabajaron muchos años en el teatro, mi abuela creo que de taquillera, mi abuelo con el proyector y los tíos en el bar, no sé exactamente los años que estuvieron trabajando pero fué alrededor de los 60. Me gustaría encontrar alguna fotografía de la época si existiera, porque me gustaría hacerle una sorpresa a mi padre y regalarsela. Y por eso contacto con usted, por si pudiera ponerme en contacto con alguien que pueda tener este material o alguna solución que se le ocurra. Muchísimas gracias por adelantado.
Por cierto, mi abuela se llamaba Antonia Álvarez, mi abuelo Juan Zugadi, el tío de mi padre Pepe Álvarez y la tía no recuerdo su apellido pero se llamaba Manoli. Gracias mil!!