Se cuenta que el arquitecto Teodoro Anasagasti junto con el ingeniero Maximiliano Jacobson allá por 1920, presentaron un proyecto ante la comisión de obras del Ayuntamiento de Madrid, para la construcción de un nuevo inmueble correspondiente al número 10 de la Avenida de Pi y Margall, situado en la manzana K de la nueva Gran Vía, a cargo de la compañía francesa de grandes almacenes Madrid - París. Afirman que este proyecto, realmente fue realizado por el francés Charles Siclis, autor del Teatro Pigalle de París, y que Anasagasti se limitó a dar su visto bueno con la rúbrica.
El
grandioso edificio ocuparía prácticamente la totalidad de la manzana K o 307, la más
grande de la nueva avenida, y se alzaría en seis alturas más torreones,
construyéndose en su totalidad con estructura de hormigón armado. Las obras
comenzaron en el año 1922 y no se concluyeron hasta 1924, debido a que hubo que
adquirir algunas viviendas aún existentes en el solar, como la número 40 de la
calle Mesoneros Romanos y las números 19, 21 y 23 de la calle de Desengaño que
fueron derribadas, conservándose tan solo en el solar la numero 25 que pasó a
formar parte del nuevo complejo.
El
edificio propiedad de la sociedad Madrid - París, instaló en este inmueble la
primera superficie comercial dedicada a la venta de artículos de todo tipo,
donde además, se podía mirar. Hay que reseñar que ya existían en Madrid otros
locales de este tipo pero que fundamentalmente se dedicaban a la venta de
géneros textiles, como: los almacenes de los hijos de Simeón García y Cía., en
la Plaza de Santa Ana; los almacenes
Rodríguez de la misma Gran Vía; o algunos otros que florecían a la par, relegando
a segundo plano a los pequeños negocios de confección y sastrería tales como:
El Corte Inglés o Sederías Carretas.
El negocio, dirigido principalmente a gente aburguesada y capitalista, debía estar a la altura que se pretendía ostentar, por lo que no se escatimó en ningún detalle de su decoración. El inmueble se caracterizaba por su gran patio o hall culminado con una cúpula acristalada que inundaba de luz las dependencias. A este gran hueco asomaban el resto de las plantas a modo de balcones, realizándose en ellos maravillosos trabajos de forja y escayola. En este lugar fue donde se instaló la gran escalera, de estilo imperial que daría acceso de la planta baja a la principal. El resto de los pisos estaban comunicados mediante varios grupos de escaleras, junto a las cuales, también se habían instalado cómodos elevadores. El resto del edificio estaría ocupado por oficinas de alquiler y las propias de la compañía. En la planta sótano y con acceso directo desde la calle posterior, se instaló la trastienda y resto de servicios del edificio.
El inmueble que se alzaba en seis alturas en su fachada principal y cuatro en la posterior, contaba con una gran zona porticada donde se instalaron amplios escaparates en los que se lucirían los artículos más relevantes, que aunque no pudieran ser comprados, al menos, se podía soñar con ellos.
La tienda se inauguró el día 4 de enero de 1924, con la asistencia de SS.MM. el rey Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia. Para el evento el local se engalanó luciendo todo su esplendor, mostrando una magnífica selección de productos en exclusiva para los más afortunados.
Los
primeros años del negocio fueron nefastos y no consiguieron obtener beneficios.
Estos no llegaron hasta trascurrido un tiempo cuando aplicaron nuevas tácticas de venta como el redondeo. A
pesar de ello, la compañía se vio obligada a arrendar la parte más alta del
edificio a la emisora radiofónica Unión
Radio, que instaló en el verano de 1925 en su azotea, dos altas antenas
emisoras de onda corta.
Varios aspectos de las altas torres que instaló Unión Radio en lo alto del edificio Madrid-Paris.
Los
grandes altibajos del negocio terminaron por hundir a la empresa, lo que obligó
a la compañía a cerrar el negocio en 1933, lo que originó la división del local
en varios espacios.
La Gan Vía madrileña en los primeros años 30 con los almacenes Madrid-Paris ya en liquidación. (Fondo Alfonso)
Las
obras de reforma serían llevadas a cabo por el propio Anasagasti que presentó
un proyecto para el cerramiento de los soportales de la planta baja para ganar
metros útiles, siendo este rechazado en primera instancia, y que fue modificado
para conseguir su aprobación.
La
fracción de superficie mayor, la situada en el lateral derecho del edificio,
fue adquirida por la recién creada Sociedad Española de Precios Únicos, SEPU.
Esta pretendía suplantar al antiguo gran almacén, consiguiéndolo en parte,
dirigiéndose a un público mucho más modesto,
poniendo a la venta cientos de artículos a precios redondos a una, dos o
tres pesetas.
El edificio Madrid-Paris ya fraccionado en varios negocios.
Otra
fracción del local en planta baja pasó a
convertirse en la Agencia Española de Turismo, viajes CARCO, a cargo de Ybarra
y Cía. A su vez la esquina izquierda del edificio, servía de acceso a la planta
principal donde se situó el restaurante LUCKY´S.
La
parte posterior de la finca, junto a una gran fracción de la planta principal,
estuvo largo tiempo en posesión de la empresa fundadora, instalando en ellas
principalmente exposición de mobiliario, hasta liquidar existencias.
Nacería
de manos del propio Anasagasti el cine Madrid – París, siendo propiedad de los
Sres. Martínez de Velasco, único vestigio de su anterior morador. La sala fue
diseñada por el artífice del edificio con ayuda del aparejador Juan Manuel
Serrano y se aprovechó el gran hueco bajo el patio central. El proyecto se
realizó muy detalladamente, a fin de acoplarla sin necesidad de suprimir
ninguno de los pilares de carga del edificio, teniendo que derribar la
magnífica escalera que poseían los grandes almacenes.
Tenía
acceso principal desde la avenida de Pi y Margall y secundario desde la calle posterior del
Desengaño donde se instalaron las salidas de emergencia y entrada de
personal. El local constaba de una sola
planta y gran altura, y estaba dividido en tres espacios claramente
diferenciados, ocupando el primero parte de lo que fueran los antiguos
soportales, dedicándolo a vestíbulo y
café bar. El segundo sería la sala de
proyección y el tercero destinado a retretes y resto de dependencias privadas
del cine.
La
sala de pequeñas dimensiones fue decorada con mucha sencillez y un moderno y
acertado estilo decó muy en boga en esos momentos. La entrada al local se hacía
desde la Gran Vía y estaba formada por dos gigantescos huecos cristalera, que
iluminaban el interior durante el día y trasladaban el vestíbulo a la calle al
anochecer, sirviendo de este modo de reclamo de los transeúntes, que sin
quererlo se veían dentro de la moderna sala.
El
vestíbulo no era muy grande y estaba lleno de cortos tramos escalera que
ascendían hacia la entrada de la sala, y que eran utilizados como medio
propagandístico, colocando próximos estrenos en cada una de las contrahuellas
de los escalones. El techo de la estancia, se inundó de círculos de luz,
constituido por lámparas de incandescencia tamizada por un cristal opaco. A
pesar de que el espacio era relativamente pequeño, la gran cantidad de luz que
lo invadía y los espejos que engalanaban sus paredes, creaban un efecto realmente sorprendente,
dando una sensación de amplitud ficticia.
En
el centro del vestíbulo se instaló una caseta metálica destinada a taquilla, y
un poco más arriba, en la parte izquierda se construyó el bar. Allí en alguna
ocasión se trasladó Chicote a deleitar a los congregados con sus modernos
cócteles y combinados.
Merecía
mención aparte y como nota de buen
gusto, una pequeña fuente de estilo decó instalada al fondo, frente a la
entrada, junto a las puertas de acceso al patio de butacas. Fue diseñada por
José Estrada siendo construida en bronce y cristal, cubriendo su fondo con
espejo, que daba sensación de
profundidad inexistente.
La
entrada al patio de butacas se realizaba a través de dos grupos de de puertas
dobles instaladas a ambos lados de la fuente, dando acceso directo a los
pasillos que separaban en tres grupos las 698 butacas de aforo total del local.
El
acceso a la cabina de proyección instalada en la planta primera, se realizaba a
través de una escalera que precedida de un portal y daba servicio a las plantas
superiores del edificio. Además, contaba con otro acceso desde la calle
posterior que llegaba hasta esta por medio de una escalera de servicio y un
angosto y oscuro pasillo que corría paralelo a la sala. La cabina estaba
completamente revestida de material aislante y además, contaba con numerosos
sistemas de detección y extinción en caso de siniestro.
En
la planta primera se encontraban las bombas de extracción y refrigeración del
local, quedando la caldera de carbón en el sótano del edificio. Contaba el local
con un sistema de calefacción doble, tanto por aire caliente como por
radiadores de agua, y lo último en sistema de refrigeración, concebido por el
ingeniero Braulio Alfageme.
El
patio de butacas se había solado con pavimento plástico continuo y tenía una
ligera inclinación hacia la pantalla. Las butacas fueron construidas por las
Sillerías Segura y forradas en terciopelo gamuza. Las paredes se decoraron con
sencillez, paños lisos únicamente rotos por un gran cuerpo volado que rodeaba
todo el perímetro. Tras este se escondían la iluminación indirecta y
progresiva, un proyecto llevado a cabo
por el ingeniero Eduardo Carvajal. Paredes y techos se forraron con planchas de
corcho puro y aglomerado, lo que evitaba la incómoda resonancia de las ondas
sonoras, consiguiendo mantener un clima ideal en cada caso.
La
pantalla contaba con un novísimo sistema
de expansión. Permitía modificar sus dimensiones de una forma automática a
través de un mando instalado en la cabina. La sala, sin ningún tipo de decoración
superflua, tenía los techos y paredes continuados, consiguiendo así un
habitáculo muy moderno, libre de reverberaciones y ecos tan incómodos en las
proyecciones sonoras.
Desde
una puerta instalada en el lado izquierdo de la pantalla se accedía a un largo
pasillo de evacuación a la calle del
Desengaño. A su vez servía de acceso a los aseos masculinos y femeninos; a los
vestuarios de los empleados; al almacén de limpieza y a una escalerilla de
caracol que descendía a la caldera de carbón del sótano.
Durante
la Guerra Civil siguió funcionando, aunque de forma interrumpida, debido a los
continuos desperfectos que causaban los obuses cayendo continuamente en la gran
avenida. Finalizada la contienda y subsanados los daños materiales, el
cinematógrafo continuó con sus proyecciones.
El
día 17 de mayo de 1939 ostenta en su fachada un nuevo nombre, Imperial, sin
variar siquiera la película en cartel. Desde este momento comienza una nueva
andadura en un Madrid destruido por la guerra.
Flechas de Portugal y del protectorado de Marruecos a las puertas del cine Imperial dispuestos a partir a las colonias veraniegas. Mediados de los años 40.
A finales de los años cincuenta, un ambicioso proyecto de ampliación dotó al edificio de
varias plantas más, el cual fue llevado a cabo por el arquitecto Fernando Cánovas del Castillo. Estas nuevas plantas serían ocupadas por
los prósperos estudios de la emisora Unión Radio. Esta reforma conllevó la
demolición de los dos grandes torreones laterales que coronaban el edificio. En
su lugar se erigieron tres plantas pisos más, manteniendo en su fachada la
misma estructura y decoración.
En esta ocasión, se coronó el inmueble con una cúpula central, sobre la que se situó una escultura de la Unión y el Fénix Español. Esta empresa ocuparía varias plantas del local en los años venideros, siendo la impulsora de esta gran reforma.
Los locales comerciales de la planta baja fueron variando de moradores, a excepción, del cinematógrafo y los almacenes SEPU que más que nunca tenían exitosas ventas. La agencia de viajes Carco desapareció y el local se dividió en varios negocios del que nacería una nueva cafetería “NEBRASKA” que resistió casi hasta nuestros días. El cine se reformó perdiendo parte del vestíbulo y quedando un solo hueco a modo de entrada de los espectadores, concediendo el resto a una agencia de viajes CYRASA
El
techo del vestíbulo perdió sus plafones de cristal y los sustituyó por royos de
película, que en forma de araña, se unían entre sí. En esta ocasión se le dotó
de iluminación por fluorescencia, siendo mucho más sencilla y económica. En el
lateral izquierdo del gran hueco de entrada se había instalado un gran
mostrador además de varias vitrinas para la venta y exposición de libros o
artículos relacionados con el cine.
La
fuente que nos dio paso a la sala fue suprimida y en su lugar se situó un paño
liso de cristales. También la trasformación del interior de la sala fue
drástica, eliminando de un plumazo todos los detalles decó y reemplazándolos
por un estilo mucho más clásico y recargado. El gran paño corrido fue coloreado
con figuras geométricas, y adornado en su parte superior con balaustradas,
pináculos y florones dorados. Se cambiaron las butacas y se redujo su aforo,
concediéndole más espacio a cada uno de los espectadores. Los sistemas de
iluminación, sonido y proyección fueron sustituidos por otros, más eficientes y
modernos dotando al local de todos los adelantos del momento.
Una tranquila Gran Vía en los años 70
Una tarde cualquiera de 1973 a las puertas del cine Imperial.
Con
todo, no sería esta la última reforma. A finales de los años ochenta se
modificó por completo su decoración. Se convirtió en una más de esas salas
modernas de proyecciones de la Gran Vía. Paños oscuros, poca iluminación y
modernos sistemas de proyección en formato digital y sonido THX Dolby Digital
en 35 mm. También contaba con proyección
en 70 mm y sonido magnético, lo cual, confería al local una de las mejores
infraestructuras de la capital.
De
igual manera que en las anteriores ocasiones se volvieron a sustituir las
butacas por otras más modernas y cómodas, menguando nuevamente el aforo hasta
reducirlo prácticamente a la mitad del inicial.
Llegado
el nuevo siglo comenzaron a desaparecer los antiguos inquilinos del inmueble.
Unión Radio, que había pasado a denominarse Cadena Ser hacía algunos años, ampliaba sus horizontes y se convirtió
en el Grupo PRISA. Adquirieron las plantas superiores del inmueble donde se
establecían las oficinas de la Unión y el Fénix Español.
En
la planta calle el grupo textil Inditex se hacía con un gran local en la
esquina izquierda del edificio, instalando en ella su buque insignia, ZARA. Con
posterioridad se reubicaría en otro inmueble cercano dejando espacio a Lefties,
también del grupo Inditex.
Los
grandes almacenes SEPU cerraron a mediados del año 2002, dejando muchas deudas
pendientes y un eslogan que quedaría en la memoria de muchos: “Quien calcula,
compra en SEPU”. En su lugar la compañía H&M, rival de Inditex, abrió una
de sus tiendas más grandes, poco antes de adquirir el edificio completo del
vecino cine Avenida.
El
Imperial fue el tercero en caer. Rendido y abandonado después de tantos años de
proyección, terminó absorbido por El Corte Inglés y reconvertido en una tienda
Sfera, que poco después se trasformó en Sephora. Con esta obra se destruyó por
completo cualquier vestigio de su antecesor.
Después
le tocó el turno a la cafetería
Nebraska, que dejó paso a otra firma textil rival, MANGO. Tan solo quedaba ya
la agencia de viajes CYRASA convertida en Viajes Iberia y el pequeño negocio
instalado en lo que fue el portal de acceso al entresuelo, donde se establecía
ya algunos años antes una heladería con el nombre de PALAZZO.
Parecía
que la historia que había cambiado tan de golpe en los últimos años había
llegado a su fin. Pero a comienzos de la década de 2010 todo da un giro.
Se pr
esentó un nuevo proyecto para la
recuperación, en parte, del antiguo espacio ocupado por los grandes almacenes
Madrid - París, incluyendo las cuatro plantas altas y destinándolo a uso
comercial.
Las obras comenzaron en 2013 desalojando las plantas superiores del inmueble y volviéndolas a dejar diáfanas como eran primitivamente. Por último, la planta calle, daría entrada a la nueva tienda por los dos huecos ocupados por el cine Imperial y en la actualidad por Sephora, Viajes Iberia y Helados Palazzo.
Aspecto de las obras de demolición y reforma del interior del edificio Madrid-Paris. En la imagen se aprecia la estructura metálica que sujetaba el techo de la sala del cine Imperial ya transformado en la tienda de moda Sfera.
La
obra de reforma pretendía devolver la estructura originaria al inmueble,
vaciando el patio interior y construyendo de nuevo la escalera principal que
recordemos se derribó para la construcción del cine.
Y
así se ha hecho, la firma Irlandesa low cost
Primark ocupa gran parte de lo que, en su día, fueron los grandes
almacenes, esperemos que este sea el inicio de una recuperación progresiva, que
devuelva a la capital uno de sus locales comerciales más antiguos, los
Madrid-Paris.
Autor: David
Miguel Sánchez Fernández.
Especial agradecimiento a Jorge González Mancebo y a Cruz Delgado por su colaboración.
Bibliografía
e ilustraciones:
-
A.V. 16-111-37 (Construcción de un
edificio comercial en la avenida de Pi y Margall) 1921 / 44-17-31 (Reforma de
los grandes almacenes Madrid-Paris) 1934
-
ANASAGASTI, T. Revista Cortijos y rascacielos: casas de campo, arquitectura,
decoración, num. 22, 1944, Págs. 368-371 (Un cinematógrafo de actualidades en
Madrid)
-
ANASAGASTI, T. Revista Nueva Forma, año II, num. 7, 1935-1936, Págs. 368-371
-
Revista Madrid, Turístico y Monumental, año I, num. 2, marzo de 1935. (portada)
-
Revista El Eco de la Patronal, año XIV, num. 298, 4 de abril de 1935, Págs. 4-11
(Cinematógrafo Madrid Paris - GARCIA PEREZ, J.)
-
CEBOLLADA, Pascual y SANTA EULALIA, Mary G. Madrid y el Cine. Madrid: Comunidad
de Madrid, 2000.
-
Archivo de la Villa de Madrid. (A.V.)
-
Archivo General de la Administración. (A.G.A.)
-
Biblioteca Nacional. (B.N.)
-
Hemeroteca Municipal de Madrid.
-
www.cruzdelgado.com