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17 de octubre de 2010

EL CINE DORÉ. (El palacio de las pipas)


Los aledaños de la calle Atocha eran  una zona prolífera en barracas de feria, desde la zona más cercana a la estación del Mediodía, donde con posterioridad se levantaría el cine San Carlos, hasta la más céntrica, junto a la plaza de Jacinto Benavente donde se construirían el teatro Odeón, el Ideal Cinema o el Teatro Fígaro.
Por lo tanto no era de extrañar que el solar donde se construiría el Salón Doré, ya hubiera estado ocupado anteriormente por un  predecesor más humilde, posiblemente alguna barraca de madera que ya tomara este nombre.
El solar era un tanto intrincado lo que hacía evidente que procedía de  la demolición de algunos viejos edificios, formaba esquina a dos calles, la principal la de Santa Isabel, y una lateral más considerada callejón que calle, que durante largo tiempo apareció en memorias y proyectos como calle particular pero que se denominaba pasaje de Doré.  Se dice que de aquí tomó su nombre, del famoso dibujante Gustav Doré que alcanzó gran fama por ilustrar la Biblia, pero hay cierta incoherencia en que en algunas ocasiones el local se conociera como cine de DO-RÉ en alusión a las notas musicales, muy posiblemente tomado como un juego de palabras.
En cualquier caso lo que sí es seguro es que en este solar se levantó un primer cine Doré de fábrica de ladrillo que fue inaugurado exactamente el día 19 de Diciembre de 1912 y del que fue propietario o empresario Antonio Llovet.  Comparando la única imagen encontrada de la sala anterior a la reforma, del que se atribuye como arquitecto y creador del cine Doré, nos damos cuenta que su antecesor ya tenía la misma planta y distribución que el que proyectaría años después el Sr. Críspulo Moro Cabeza, lo cual nos hace pensar que este tan solo reforzó las plantas del  edificio y le dotó de mayores medidas de seguridad, suponiendo también que diseñó la fachada actual y original.




Imagen del interior de la antigua sala tomada en la navidad de 1916.

Por lo tanto diríamos que el arquitecto Críspulo Moro Cabeza tan solo reconstruyó el salón Doré y lo convirtió en una de sus mayores obras por la que se le reconoció un gran mérito.
Realmente el gran valor de esta obra estaba en su pequeña pero profusa fachada a la calle Santa Isabel nº 3, con escasos 15 metros y que no se levantaba más que una planta, en ella se conjugaban los estilos modernista, clásico y oriental, aunque sin duda ocupaba un lugar esencial el art-nouveau, principalmente en sus esgrafiados de colores. La parte más alta de la fachada estaba rematada por una balaustrada de piedra artificial y en su centro un frontis con medallón rodeado de flores en el que de forma abultada resaltaba el nombre del local, cine Doré.
Aunque a simple vista parezca un local pequeño se construyó en un solar de 3.300 metros de los cuales 1.150 están ocupados por el propio cine. Lo más acertado de este proyecto fue la situación de la sala, ya que corría paralela a la calle de Santa Isabel y en vez de dejar sus muros medianeros ciegos a la propia calle, se retranqueaba unos metros instalando en este espacio una serie de cajones o locales para la disposición de puestos de mercado, ya que en esta calle desde hacía muchos años se improvisaba a diario decenas de puestos de venta. 




Calle de Santa Isabel un día de mercado. En el lado derecho de la imagen aparece el cine Doré y tras él los puestos que se estiraban bajo palio hasta los transeúntes.

En la mitad del grupo de locales que formaban la fachada se había dejado hueco para una salida de emergencia directa del patio de butacas, lo cual le confería una mayor seguridad al edificio. 
[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 163 de mi libro "Cines de Madrid"