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12 de enero de 2014

EL CINE HOLLYWOOD O APOLO


En un solar de la calle Fernández de los Ríos, fruto de la demolición de una antigua casa de vecinos, se construyó bajo un proyecto del arquitecto Gabriel Pradal un magnífico edificio para cinematógrafo que se conocería con el nombre de Hollywood. Con dieciséis metros de fachada y cuarenta y cinco metros de fondo, y una superficie total de 720 metros cuadrados era el solar ideal para la instalación de este tipo de espectáculos.



  
Mapa promocional del salón de proyecciones en el que se hace especial hincapié en las muchas lineas de autobuses y tranvías que circulaban a su alrededor.

La fachada que se alzaba en tres alturas y se había realizado de forma simétrica, estaba repleta de ventanas en sus pisos superiores y de un alto friso de mármol negro en la planta baja. Una marquesina recorría toda la fachada y daba resguardo a los espectadores que esperaban a la entrada del local.


Un gran hueco de nueve metros y medio precedido de unos peldaños servía de entrada al ante vestíbulo de un metro y medio de fondo y donde se habían instalado las taquillas y las puertas de entrada a la sala. A ambos lados de este gran hueco había quedado espacio suficiente para instalar las carteleras con la película en proyección y la que se exhibiría próximamente.

Los huecos rasgados de ventana colmaban las plantas superiores del local e inundaban de luz los cajones de las escaleras, estancias, e incluso una vivienda instalada en la planta segunda.


 Alzado principal de nuevo cinema Hollywood. Obsérvese el sencillo y funcional esquema utilizado en su fachada.


Toda la fachada estaba repleta de tubos de neón en color verde, rojo y azul que hacía resaltar sus esbeltas ventanas y daba santo y seña de la ubicación de una sala de espectáculos. Sobre la puerta un luminoso rojo con el nombre del local, Cinema Hollywood. Traspasando la puerta de entrada se accedía a un amplísimo vestíbulo en el que había dos pilares del sustento de los pisos superiores. A ambos lados las escaleras que subían al piso superior, y bajo estas el acceso a la planta de sótano y el cuarto de guardarropa, junto a estos  los aseos, masculinos y femeninos, y las taquillas. Los suelos eran de mármol y los techos poseían molduras de escayola que escondían la iluminación indirecta.


Un boceto de la fachada del cinema Hollywood.




Planta baja del nuevo cinema Hollywood.


El paso al patio de butacas se realizaba a través de tres puertas de 1,50 m, una central y dos laterales que conducían a sendos pasillos que recorrían de un extremo a otro la sala. El patio de butacas era muy grande contando con 15,20 metros de ancho y 30 metros de largo poseyendo además muchísima altura lo que le confería la sensación de gran amplitud. El suelo que se había realizado con tarima de madera ignífuga había sido revestido con pavimento plástico de alta resistencia, y poseía cierta pendiente hacía la pantalla facilitando la perfecta visibilidad de todas las localidades a pesar de encontrarse cuatro pilares de  sustento del balcón de entresuelo. Se instalaron 684 butacas fabricadas por Sillerías Segura, abatibles y con sistema de muelles tapizadas en el mismo color que los cortinajes del resto de la sala.
El interior del patio se había decorado con sobriedad siguiendo los más modernos patrones arquitectónicos, el racionalismo había eliminado cualquier adorno superfluo, dejando solo espacio a las esbeltas líneas de los techos y paramentos que escondían la iluminación indirecta por incandescencia.


Un aspecto del interior del sencillo y amplio patio de butacas del moderno y lujoso cinema Hollywood.


La sala se estrechaba según se acercaba al escenario convergiendo las miradas de los espectadores hacía la pantalla. Poseía un pequeño escenario de unos dos metros de profundidad bajo el cual se encontraba el foso para la orquesta, a pesar de  que las proyecciones en esta época ya fueran sonoras. El acceso al foso y al escenario se realizaba desde dos puertas colocadas de forma simétrica a ambos lados de la pantalla. No tenía más adorno superfluo que el que imprimía la iluminación escondida tras las molduras de escayola.
La construcción del  inmueble se había encomendado al constructor Antonio Abad que ya había resuelto con eficaz intervención otras obras, tales como el nuevo Hipódromo o la facultad de Medicina de la Ciudad Universitaria. Este siguiendo a rajatabla el proyecto del arquitecto, levantó en tiempo record esta sala que se realizó principalmente con estructura de hormigón armado y hierro laminado.
En la planta sótano a la que se accedía tal y como mencionábamos anteriormente a través de uno de los tiros de escalera se encontraba el cuarto de calderas y la carbonera. Poseía un moderno sistema de calefacción por radiadores de agua caliente repartidos por todo el edificio.
Subiendo por cualquiera de las dos escaleras laterales que eran muy amplias, de 1,50 metros de anchura y que se habían solado en mármol accedíamos hasta la planta primera, donde se instaló el ambigú y el bar. El arquitecto realizó un magnífico trabajo teniendo muy en cuenta el desalojo del inmueble para lo cual enfrentó las escaleras a los vomitorios del anfiteatro garantizando una ordenada y rápida evacuación del local. Las  barandillas de las escaleras eran muy sencillas, realizadas de fábrica de ladrillo únicamente adornadas por un tubo de latón que servía de pasamanos.


Planta primera donde se encontraba el gran vestíbulo y el bar, y desde donde se accedía al entresuelo.

El amplio vestíbulo de la planta primera se encontraba en el centro del inmueble y no tenía iluminación natural, ya que toda la fachada se había ocupado por los despachos de dirección y contaduría, y los aseos masculinos y femeninos. Bajo la inclinada estructura de hormigón armado que sujetaba el graderío de entresuelo se había instalado el bar, con una amplia barra y dos cuartos de almacenaje y vestuarios de empleados.


Una imagen del moderno y amplio ambigú y bar de la planta primera.

La decoración era prácticamente inexistente, suelos de mármol, paredes estucadas y techos con vigas de hormigón al descubierto.
Uno de los tiros de escalera continuaba su recorrido hacía la planta segunda y que se usaba únicamente por el personal del local.


En el entresuelo que tenía muchísima pendiente se había utilizado el mismo sistema de solado, construyendo las bancadas en madera, sobre las cuales se colocaron otras 304 butacas idénticas a las del patio, confiriendo un total de 988 localidades, lo cual calificaba al local como sala de categoría “C” por tener cabida para menos de 1000 espectadores.




Los paramentos verticales se habían adornado con muchísima sencillez, los muros dejaban entrever parte de los pilares de sustento de la cubierta lo que sirvió para remarcar varios cuadrantes. El techo que era completamente plano no se adornó más que con una simple moldura de escayola, sustituyendo las voluminosas lámparas de araña por varios plafones de cristal traslucido que de forma circular, lo que le confería un aspecto muy moderno y sencillo a la sala.



Un aspecto de la sala visto desde la última fila de localidades del entresuelo.


La planta segunda estaba ocupada en parte por la cabina de proyección que era muy amplia dejando espacio suficiente para el repaso de las películas. Este espacio había sido construido con especial cuidado, con materiales completamente ignífugos y doble tabicón de ladrillo. Un patinillo interior daba luz directa y ventilación a la estancia, pues recordemos que las lámparas de los proyectores desprendían muchísimos calor que calentaba y mucho en invierno y achicharraba en verano, por lo que cualquier pequeño respiradero era muy agradecido por los empleados. Poseía dos proyectores sonoros Bauer U-7 con objetivos Vario-Neokino de foco variable que permitan proyectar en pantalla gigante.


La planta segunda en la que se ve el anfiteatro al completo, la cabina y las dos viviendas.

Junto a la cabina de proyección se diseñaron dos viviendas, una para el conserje y otra para el director administrador. Una de las viviendas se extendía a lo largo de la fachada ocupando esta de lado a lado, dotando de vistas a la calle de Fernández de los Ríos, y contando con tres dormitorios, sala, comedor, aseo, cuarto de baños, y cocina. La otra vivienda era más sencilla y tenía ventilación y luz por medio de dos patios interiores, poseía salón-comedor, cocina, un dormitorio y aseo. Ambas viviendas estaban aisladas completamente de la parte pública del inmueble, y se realizaron con buenos materiales y todas las condiciones higiénicas que se exigían.
La cubierta de la sala se realizó con estructura de cerchas de hierro laminado, todas sus correas y parecillos eran también de hierro y estaban preparados para recibir el forrado de “Uralita.” La parte inferior sostenía la armadura un forjado de hierro, ladrillo y yeso que formaba el cielo raso del patio de butacas.


Sección longitudinal del edificio, obsérvese la perfecta organización de todos sus espacios.

La cubierta de la parte delantera del edificio se realizará también a dos aguas y “Uralita”. La parte posterior sobre el escenario la formaría una estrecha azotea que se soló con baldosín rojo catalán.


El nuevo Cinema Hollywood comenzó su andadura bajo la gerencia de don Miguel Espinós propietario del inmueble, y fue inaugurada con toda la pompa y el boato que se merecía el día 9 de noviembre de 1935. Como programa inaugural proyecto en riguroso estreno la película española “Rosario, La Cortijera” interpretada por “Estrellita Castro” y “El niño de Utrera”, asombrando a todo los asistentes por su comodidad, funcionalidad y buen gusto.



 


Varios anuncios publicitarios publicados en periódicos y revistas de la época alagando la modernidad, buenos programas e inigualables precios.

El cinema Hollywood funcionó durante la Guerra Civil, al menos los días que había suministro eléctrico, y aunque sufrió algunos daños materiales sobrevivió a la catástrofe que azotaba a la capital. A principios de 1940 se reinaugura con el nombre de Cinema Apolo, a cargo de Cinematográfica Ibérica S.A. que lo reformó y mejoró dotándole entre otros detalles de un pasillo cortafuegos y un aseo en la cabina de proyección.
Con magníficos programas en sesión continua hacía las delicias de los vecinos de la zona, funcionando ininterrumpidamente hasta 1958, pasando hasta entonces por las manos de la Empresa Roncero desde 1942, y Filmófono que regentó el local desde mediados de los años 50. En 1958 se realiza una importante reforma modificando incluso en parte su fachada, corrían muy buenos tiempos para los empresarios del sector.


                            El cinema Apolo en los años 60.

Se reinauguró el día 13 de noviembre de 1958 con el nombre de Nuevo Cinema Apolo, nombre que usó por poco tiempo conociéndose como cine Apolo hasta su cierre en los años 80. Pasó a manos de la familia García Ramos en los años 60, programando cintas de reestreno en sesión continua desde las 4:30 de la tarde.
En 1971 se convierte a cargo de la familia García Ramos en una sala más de estreno para lo cual se reforma por completo, desde el patio de butacas hasta la cabina de proyección. Nueva decoración, más riqueza en tapizados y cortinajes, nuevas butacas y cientos de detalles más. 

 
        
Un aspecto del interior de la sala Apolo en los años 70 y un recorte de prensa de 1981

En los años 80 cuando la crisis del sector comenzó a arrasar supo mantenerse a flote programando ciclos temáticos, pero finalmente cerró a mediados de los ochenta tras cincuenta años de proyecciones ininterrumpidas. El cine fue demolido pocos años después y en su solar se levantó en el año 1990 un edificio de apartamentos que ha borrado por completo cualquier rastro del cinema Hollywood.



Un aspecto de la calle Fernández de los Ríos 32-34 en la actualidad.

Autor: David miguel Sánchez Fernández
Fuentes:
-Hemeroteca ABC
-Hemeroteca Nacional: Revista Cinelandia
-Fototeca EFE: Un aspecto del cinema Apolo
-Google Maps

-Archivo de Villa Madrid: 44-28-24