NECESITO DE VUESTRA COLABORACIÓN.


Cualquier sugerencia, recuerdo o anécdota, así como material gráfico será recibido con gratitud. No dude en ponerse en contacto. Gracias a todos.

email: laciudadlineal@yahoo.es


TODOS LOS TEXTOS CONTENIDOS EN ESTE BLOG ESTAN PROTEGIDOS POR EL REGISTRO DE LA PROPIEDAD INTELECTUAL.

17 de septiembre de 2012

EL CINE SAN IGNACIO DE LOYOLA.


Esta es una de las ocasiones especiales en las que la historia no la escribiré solo yo, ya que hoy más que nunca necesito de vuestra ayuda. Los datos son inconclusos pero intentaremos componer la historia con los pocos datos que ella nos ha dejado.
El cine San Ignacio nació en el floreciente barrio de San Ignacio de Loyola en Aluche, que desde antes de los años 60 se había empezado a construir en aquellos despoblados terrenos cercanos al aeródromo de Cuatro Vientos.
        


La misma imagen con 10 años de diferencia, marcado en rojo aparece el cine San Ignacio.


Colonia San Igancio de Loyola, su piso desde 80.000 pts de entrada.


Una imagen del conjunto en los años 70. En el centro de la imagen con un amplio tejado blanco aparece el cine San Ignacio.

 Como en toda zona residencial de nueva construcción no podía faltar una zona de ocio y servicios, y aquí fue donde nació el cine San Ignacio. En unos amplios terrenos entre los primeros números impares de la calle oliva de Plasencia c/v a la Mirabel a la altura del actual número 36. El conjunto incluía además del cine una zona comercial con soportales  que se levantaría en varias alturas y con numerosas  zonas al aire libre, todo ello construido en hormigón armado y ladrillo.


Detalle de los soportales y galerías junto a la entrada del cinematógrafo.

El cine quedo en la zona interna del conjunto teniendo que entrar a traves de los pasillos plagados de negocios para llegar a una gran plaza central al aire libre donde estaba la entrada al local.
Este que se construyó al mismo tiempo que el resto del conjuntó tenia estructura de hormigón y fachadas en ladrillo visto, cubierto por una amplia estructura de hierro y “uralita”. No existía ningún tipo de decoración superflua, más que los altos paños de ladrillo en los que se había realizado pequeños huecos de iluminación a la altura del segundo piso, en uno de sus extremos se levantaba una torre que en realidad era una chimenea y tiro de escaleras y que rompía la monótona fachada, en esta se aprovecho para colocar el cartel de Cine. El resto de sus paredes eran completamente ciegas, salvo por dos pequeños huecos a ambos lados de la pantalla para desalojo de los espectadores.


Una imagen del conjunto y la mole que albergaría el cine antes de su inauguración.

El cine San Ignacio, era un cine muy sencillo, tanto exterior como interiormente, sin ningún adorno a destacar, su moderna arquitectura podía confundirlo perfectamente con una iglesia, muchas construidas en esa época tenían esta misma fisonomía, a mí personalmente me recuerda al cine Magerit de Villaverde, hormigón, piedra artificial y terrazos, para que invertir en algo tan funcional como un cine de barrio familiar. Desconozco el autor de la obra pero casi seguro que fue construido por la propia empresa que llevó a cabo la urbanización, Inmobiliaria Carabanchel. El edificio ocupaba un superficie aproximada de 1144 metros cuadrados y se levantaba en tres alturas más sótano, siendo un edificio completamente independiente evitando de esta forma las complicadas e intrincadas salidas de emergencia y acceso.


Otro detalle de la portada del cine en la que se aprecia más claramente la sencillez con la que fue ejecutado el proyecto.

El acceso a la sala se realizaba por medio de dos huecos dobles, uno destinado a entrada y otro a salida de espectadores, dejando en el medio de estos las taquillas, todo resguardado por un amplio soportal. El vestíbulo era muy grande y se ampliaba en uno de sus lados. Los suelos eran de mármol en color crema, las paredes de ladrillo visto y mármol del mismo color, dejando los techos en escayola lisa pintada al temple donde nada más que adornaban los plafones metálicos que tamizaban la luz por incandescencia.  En el extremo más estrecho del amplísimo vestíbulo se encontraba el bar, y junto a este el guardarropa. A través de una pequeña puerta situada junto a la entrada principal se accedía a un hueco de escalera que subía independiente hasta lo más alto de edificio dando servicio a la cabina de proyección, cuartos del proyeccionista y oficinas. En el otro extremo, el más ancho había una zona de relax con un amplio diván un cuartillo reservado a botiquín y primeros auxilios y la amplia y cómoda escalera imperial que accedía al entresuelo.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 281 de mi libro "Cines de Barrio"

2 de septiembre de 2012

EL CINE NARVAEZ


En el año 1939 y bajo un encargo del empresario Julián Reyzabal, el ya archifamoso  Luis Gutiérrez Soto realiza un nuevo cinematógrafo en la calle de Narváez nº 42 en un solar rectangular proveniente del derribo de un antiguo edificio de viviendas.


El nuevo edificio se construiría únicamente para albergar el cinematógrafo y se levantaría en cinco alturas más sótano, teniendo una sola fachada visible a la calle de Narváez desde donde se realizaría la entrada y salida de espectadores. El arquitecto escogió para su cara vista un alto paño de ladrillo remarcado por dos jambas de piedra caliza y culminado por un amplio voladizo bajo el cual había tres huecos correspondientes a la cabina y cuartos del operador.
En el centro del amplio paño que se extendía sobre la marquesina, resaltaban cinco huecos rasgados realizados también en piedra artificial que inundaban de luz el ambigú y sobre cada uno de estos, una escultura que representa las bellas artes.


La fachada del nuevo cine poco después de su inauguración.

El inmueble fue construido por la empresa Luz, Sancho y Cía. S.L. con estructura de hormigón armado y cubierta de hierro y teja plana. Su planta era completamente simétrica, como ocurriría de aquí en adelante en muchísimos otros locales. La entrada al cine se realizaba a través de cuatro huecos dobles resguardados por una amplia marquesina que dejaba a ambos lados espacio para las taquillas que quedaban prácticamente escondidas bajo las carteleras.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 155 de mi libro "Cines de Barrio"