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4 de diciembre de 2012

EL CINE ALBA (Expediente X)



Después de algunos años trabajando en profundidad en este terreno he de decir que jamás pensaba que aún hoy en día quedasen locales funcionando con la magia y la solera del cine Alba.
Aunque bien es sabido entre los seguidores de este blog que el cine Alba es actualmente una sala de proyecciones dedicada a la exhibición de películas X, el personal y el local mantienen la magia de aquel cine de barrio, de aquel cine en sesión continua que desapareció hace ya tantos años.

Gracias a la empresa que regenta el local en la actualidad (Gómez Ezquerra. Compañía Palafox) hemos podido realizar un maravilloso reportaje fotográfico que acompañará en cada momento la descripción del local, y que sirva este como modelo ya que en él no se han realizado más modificaciones que la sustitución de la embocadura de la pantalla y el cambio de las butacas hace ya algunos años.

Se dice que el cine Alba surgió a raíz del antiguo barracón de proyecciones Franco-Español propiedad de don Crisanto García del Barrio y Rodríguez que había estado funcionando desde 1902 en un solar entre las calles Ancha de San Bernardo 11 y Flor Baja 2, muy cercano al Hispano Francés o de la Flor, ambos convivían en la misma vía. Este gran barracón  diseñado por el arquitecto Manuel Pardo y Pérez de 9,50 metros de ancho y 24,60 de largo se estableció un año después, concretamente el 14 de Agosto de 1903 en un solar en la esquina del la plaza del Progreso con vuelta a la calle del Duque de Alba y funcionó continuamente desde esta fecha hasta al menos 1907.


Anuncio aparecido en “La Correspondencia Militar” 30-03-1907

Después se pierde su rastro y no es hasta 1934 cuando la Sociedad Española de Cine Educativo solicita licencia para la apertura de un cine de Actualidades en la casa hasta ese momento ocupada por el periódico “El Imparcial” en el nº 4 de la calle del Duque de Alba.
El edificio del diario “El Imparcial” había sido construido bajo un proyecto del arquitecto Daniel Zabala en un solar de la calle del Duque de Alba nº 4, ocupando seguramente parte del terreno donde se asentaba el antiguo cinematógrafo, dando origen casi con seguridad a la desaparición de este. Aunque se proyectó en 1911 no es hasta el 12 de febrero de 1913 cuando se inaugura la nueva sede de este.



Fachada y planta  del diario “El Imparcial” en la calle del Duque de Alba nº4. 1912.

El inmueble que contaba con dos plantas más torreones, se levantaba en un solar de intrincada forma, siendo este muy profundo y agrupando en un solo edificio todas las secciones del periódico, desde la editorial hasta la impresión. Además este edificio comunicaba en su parte posterior con la sala de máquinas de otro diario el “Heraldo de Madrid”, que en conjunto con “El Liberal” formaban el “Trust” de la “Sociedad de Editores de Madrid.”


El ecléctico edificio fue ocupado por el periódico hasta principios de los años 30 cuando se traslada a otra ubicación, momento en el que la Sociedad Española de Cine Educativo pretende arrendar el local para instalar en él un segundo cine tras el éxito del cine Actualidades de la Gran Vía, denominándolo en esta ocasión “Actualidades 2.”


 Plano de situación del inmueble.


Fachada propuesta para el nuevo cine “Actualidades”

El Arquitecto don Saturnino Ulargui Moreno realizó un magnífico trabajo para cuadrar en la antigua sala de impresión del diario el patio de butacas, y crear ocupando dos de los huecos de su fachada un ancho pasillo de acceso hasta este.
La obra era de consideración, y había que derribar el gran patio con lucernario que tenía en su interior para colocar un nuevo tejado y convertirlo en el espacio principal del cine. Además se realizaría un gran hall vestíbulo de forma circular donde arrancarían los accesos a las localidades de patio y las escaleras al entresuelo.



Planta baja y principal  del proyecto del Sr. Ugaldi.

El nuevo cine ocuparía la parte posterior del inmueble, pero además había que diseñar sobre el papel dos pasillos, uno de entrada y otro de salida, para que el local funcionara como lo hacía su homónimo, con lo cual se complicaba aun más el proyecto. Por otra parte había que construir un anfiteatro con dos salidas también independientes. El arquitecto lo consiguió, y tras crear un laborioso proyecto la empresa se echa atrás, en su nombre don José Joaquín  de Abreu e Yturbe secretario general de dicha compañía solicita una cancelación de licencia de obras el 6 de noviembre de 1934, dejando la empresa desierto el proyecto y el local vacio sin haberse realizado ninguna obra en él.   
A mediados de 1940 seis años después don Isidro Lorca Jamar solicita licencia para instalar en el mismo local una sala de cine bajo un proyecto de Juan Fernández Yáñez al que se le da el visto bueno y se le concede licencia de apertura el 20 de Julio de 1941. En esta ocasión el proyecto era más sencillo pero en base tenía las mismas premisas, desmontar el entramado metálico que sujetaba un gran bóveda en el centro de la sala de maquinas y elevar los muros medianeros lo que fueran necesarios y sobre estos construir con cerchas metálicas un nuevo tejado que resguardaría el patio de butacas. La entrada y salida de espectadores en esta ocasión ocuparía un único pasillo de cuatro metros de ancho y que tendría entrada desde el hueco más a la derecha de su alzado, el cual debía ser demolido en parte para darle más amplitud, pensando en algún momento incluso en crear un escaparate de la tienda que ocupaba el local contiguo que haría más luminosa y agradable su traspaso. Para ello se colocaría una gran viga metálica y dos postes del mismo material que sujetarían la marquesina y la carga del piso superior. Este largo y alto pasillo se había decorado con sutileza, molduras de escayola que escondían la luz indirecta y vitrinas para exponer los films en proyección, en su fondo y junto a una pequeña y característica taquilla dos huecos de dos hojas cada uno que daban ingreso al vestíbulo del local. 



El actual vestíbulo de entrada y la taquilla del cine Alba casi como se describe en la memoria.


Proyecto presentado por el sr Juan Fernández Yáñez el cual sufrió algunos pequeños cambios sin importancia  tal y como se encuentra en la actualidad.

El vestíbulo tenía forma triangular y en su parte más ancha y a ambos lados se construyeron las escaleras de acceso al entresuelo, entre estas dos, tres huecos daban paso al patio de butacas. Los techos de este vestíbulo eran muy altos, y fueron decorados con molduras de escayola y solados con mármoles en tono claros. En el lateral derecho y frente a la puerta de entrada se estableció la contaduría y el despacho de dirección y al otro lado del vestíbulo el aseo para señoras con ventilación directa desde un patio interior de la finca.



Dos aspectos del amplio vestíbulo de entrada donde se encuentran las escaleras de acceso al entresuelo y la entrada al patio de butacas.


Uno de los tiros de escalera con barandilla “art-decó”.

A través de los tres huecos del vestíbulo ingresábamos en el patio de butacas, este había sido diseñado de forma asimétrica, teniendo más localidades en uno de sus laterales que el otro debido a la forma del solar. El suelo que había sido elevado 1,50 por encima de su antigua rasante creando para ello un entarimado de madera que descendía suavemente hacia la pantalla confiriendo una perfecta visibilidad a todas las localidades a pesar de haberse colocado dos pilares de sustento del piso de entresuelo.


Una imagen de la pantalla tomada desde la puerta de entrada al patio de butacas.

El techo que formaba el balcón del entresuelo se adornó con una gran estrella de ocho puntas o de Salomón, realizada en escayola y que muy posiblemente en otro tiempo escondiera la iluminación indirecta de esta parte del patio de butacas. Este mismo detalle se repetía nuevamente sobre la embocadura de la pantalla, enmarcada por dos molduras verticales que se desarrollan por el techo hasta llegar sobre las localidades de entresuelo. A ambos lados de la pantalla dos hornacinas con detalles en escayola escondían los altavoces del sistema sonoro. El resto de los techos estaban decorados con abultados de escayola coloreados con detalles dorados. La clara influencia del art decó quedaba patente además en unas grandes esculturas que adornaban los laterales de la sala, realizadas en escayola y que resaltaban sobre el color oscuro del resto del paramento y que al igual que las estrellas posiblemente fuesen los originarios sistemas de iluminación.



Detalle de dos de las cuatro esculturas que adornan los laterales de la sala.

El patio de butacas estaba formado originariamente por 297 butacas perfectamente ordenadas en 16 filas y separadas por dos anchos pasillos de un metro cada uno.


El acceso a las localidades del entresuelo se realizaba como habíamos citado anteriormente desde el vestíbulo principal, a través de dos tiros de escalera laterales. Las escaleras llegaban hasta un vestíbulo de entresuelo y continuaban su trayecto ingresando en el interior de la sala y dando acceso a las localidades superiores. El arquitecto había tenido especial cuidado en la seguridad y por esa causa enfrentó las salidas y entradas al entresuelo, con las escaleras principales que guiaban sin ningún tipo de obstáculo al desalojo rápido y ordenado en caso de siniestro.




Detalle del techo de la sala.


Plano del piso superior o de entresuelo sobre el que se realizaron pequeños retoques de composición pero que muestra el sencillo y eficaz esquema de la sala.

El piso de entresuelo contaba con otras 203 localidades más repartidas en el entresuelo y dos palcos laterales que se configuraban en forma circular en los extremos del balcón de anfiteatro. Aquí la decoración era idéntica a la del patio, suelos de madera sobre bancadas de fábrica,  molduras realizadas con escayolas de finas líneas coloreadas en tonos verdosos y dorados, y barandillas tubulares niqueladas. La visión y el sonido eran perfectos incluso desde la última fila, configurando una pequeña sala muy acogedora y perfecta para las proyecciones sonoras.



 Un aspecto del conjunto en la actualidad y la pantalla vista desde el entresuelo. Parece que el tiempo se hubiera detenido en las paredes de este local.




Otro detalle de las esculturas art decó que decoran la sala.

En el pequeño vestíbulo del entresuelo que se encontraba bajo la rampa del anfiteatro y que habíamos descrito anteriormente se había construido además como nexo de unión entre las localidades y el ambigú del bar. Este se encontraba dos metros más arriba y a él se accedía por una escalera central que estaba adornada con barandillas del mismo estilo que las del principal al igual que los balcones que se conformaban el los huecos laterales. En el ambigú había luz natural proporcionada a través de dos huecos de ventana y una puerta  que se encontraban al fondo de la sala y que servían de acceso a una terraza.




El pequeño vestíbulo de unión entre las localidades del entresuelo y el ambigú del bar de la planta superior.



Dos aspectos del vestíbulo superior y detalles de la barandilla que lo adorna.



El bar situado en uno de los extremos del piso principal y la salida a la azotea situada en el extremo opuesto de este.


Un detalle del esgrafiado que adornaban las paredes interiores del patio de luces hoy completamente descoloridas.

En la misma planta y junto a la barra del bar había una puerta de acceso a un almacén y enfrentado a esta otras tres, una de ella la ocupaban los aseos de caballeros, otra un almacén con dos ventanas al patio interior  y la última de desalojo en caso de emergencia que bajaba hasta el sótano y subía hasta la planta primera donde estaba la cabina y que antiguamente se había utilizado como escalera de servicio del diario “El Imparcial”. Desde el propio pasillo de entrada al local en la planta calle se podía acceder a esta escalera por lo que servía de entrada directa a la cabina de proyección sin tener que pasar por dentro del cinematógrafo.
Ascendiendo por dicha escalera se subía un piso más y tras una puerta se encontraba un amplio espacio con dos ventanas, que servía de distribuidor hacia el cuarto del operador, la cabina de proyección y el aseo del servicio. La cabina construida con materiales ignífugos y con puerta de hierro y apertura hacia el exterior estaba dotada  de dos proyectores marca  Bauer.
Bajando a través de la misma escalera de servicio que nos había hecho llegar hasta la cabina se accedía al sótano, en él y  cruzando un patio interior llegábamos hasta el cuarto de calderas y la carbonera donde además se había instalado el sistema de clima artificial marca Geal. Contaba con una magnífica caldera marca Roca de 8 elementos y con potencia de 96.000 calorías.
El sistema de calefacción se realizaba a través de radiadores establecidos por todo el local, además había varias rejillas de renovación de aire que proporcionaban un ambiente seco y agradable en invierno y al menos húmedo en verano.  


Planta principal o de control donde estaban la cabina y el cuarto del operador.
  

 
Las primitivas escaleras de servicio del diario “El imparcial” hoy transformadas en el acceso a la cabina de proyección del cine Alba y un aspecto del estado actual de esta. Junto a uno de los antiguos proyectores Rafael Sánchez su jefe de cabina.

  
 
El túnel que conduce al cuarto de máquinas y la caldera de carbón aún hoy en uso del cine Alba.

Su pequeña entrada fue completada por una minúscula marquesina sobre la que se instaló el luminoso “Cine Alba”. Un sencillo cierre de tijera impedía el paso al público al largo pasillo que servía de antesala al cine. Abrió sus puertas el 21 de junio de 1941 con la película “Tras las Montañas” y “Noticiarios UFA”, desde ese momento funcionó en sesión continua y consiguió grandes éxitos en su carrera.
En los años 60 pasó a manos de Cecilio Gómez que lo explotó conjuntamente con el resto de locales que poseía la familia, modificando mínimamente su fisonomía, modernizando sus localidades y cambiando los antiquísimos proyectores Bauer por otros dos de la marca Warner.
Ante la decadencia del negocio a finales de los años 70 se trasforma en una sala de proyecciones “S” donde cada día se pasaban en sesión continua varias cintas de alto contenido sexual. Finalmente y tras un periodo en esa modalidad, el 10 de marzo de 1986 pasó a convertirse en una sala “X” junto a otras quince en la capital.


 El cine Alba a principios del siglo XXI

El cine Alba mermaba su aforo con cada reforma, la instalación de butacas más espaciosas y cómodas y la supresión de los antiguos palcos y las primeras filas del patio redujeron hasta 380 sus localidades.
A partir de su conversión en cine X se incorporó un nuevo sistema de proyección y las cintas en 35 mm se alternaban con el súper  VHS  que terminó sustituyéndolas, después llegó el DVD sistema que conserva en la actualidad.
Sus antiguos empleados, que llegados desde otros cines de la cadena terminaron trabajando en este local tan normal para ellos y tan lejano, desconocido e inquietante para nosotros, recuerdan con añoranza tiempos mejores en los que los padres venían con sus hijos a ver una sesión continua en la que quizás no hubiera ni siquiera una escena de sexo.
Los antiguos proyectores decoraron el ambigú muchos años, hace algunos meses uno de ellos, el número 2  se trasladó al cine Palafox y en ese lugar continua, y el otro, el número 1 fue regalado al “Museo del cine” situado en Villarejo de Salvanés.
 
    
Tres empleados del cine Alba delante del antiguo proyector nº 2 que en la actualidad se encuentra en el cine Palafox. (Rafael Sánchez, Luisa Martínez y Clemente Navarro)

Sin duda alguna el cine Alba es una joya del Madrid de los años 40, escondido y enmascarado tras un velo de pornografía, su antiguo jefe de cabina Rafael Sánchez que lleva en este local más de 30 años sueña con un día en el que el cine vuelva a relucir como nuevo y en su puerta se vuelvan a agolpar los espectadores impacientes por ver una proyección en sesión continua. Lo curioso es que a pesar de todos los cambios este cine sigue proyectando cine en sesión continua aunque ni tan siquiera se puedan mostrar los afiches y carteles de la película que se está pasando. Rafael desde hace ya muchos años es el encargado de crear bajo su ingenio carteles para cada una de estas frías películas, único reclamo del local, lo que le ha valido incluso el merecimiento de un libro que bajo el título de “Cartelesx y Postersx” hace un repaso por algunos sus mejores trabajos. 


Uno de los carteles dibujados por Rafael en la cartelera del cine Alba.

Hace unos años una reforma le ha devuelto su color original a la fachada del antiguo edificio y la marquesina y el cartel anunciador han desaparecido. Tan solo los parroquianos más asiduos saben que al fondo de ese hoy triste pasillo se encuentra una sala “X”, competidores tiene pocos, el cine Cervantes de la Corredera Baja y hasta hace unos meses el cine Postas de la calle del mismo nombre.
Aunque parezca mentira, el cine Alba aún es rentable y seguirá funcionando por el momento. Quizás llegue un día en el que todos podamos contemplar de nuevo lo que fue una de las salas en sesión continua más querida por los vecinos y que mejor guarda la esencia del verdadero cine, ese que ya no existe.
            

  
Aspecto actual del inmueble y un antiguo cartel de un pasado ya lejano.

Agradecimiento muy especial para el Sr. Gómez Ezquerra que nos concedió sin ningún reparo esta visita, y a los empleados Compañia Palafox,  Rafael Sánchez y  Luisa Martínez por su  colaboración.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández.

Fuentes:

- Hemeroteca ABC.
- Madrid y el Cine. Pascual Cebollada y Mary G. Santa Eulalia. Comunidad de Madrid 2000.
- COAM. Casco Urbano.
- Archivo de Villa. 30-185-48 / 44-133-44.
- QDQ.
- El Imparcial.


7 de noviembre de 2012

EL CINE CIUDAD LINEAL




Una imagen tomada desde el propio edificio del cine Ciudad Lineal donde se ve el cruce de  las calles Arturo Soria (tranvía) con la carretera de Hortaleza, actual López de Hoyos, (autobús).

En el año 1959 la Ciudad Lineal aún era un tremendo barrizal donde tan solo algunos tramos de su calzada habían sido asfaltados o adoquinados. El cruce de la antigua Carretera de Hortaleza con la Calle de Arturo Soria era uno de esos puntos donde el transito era mayor, sobre todo por las gentes de los barrios de Hortaleza y Canillas. Allí, donde el límite de los taxis cambiaban de zona y en un lugar de creciente remodelación, se construyó un nuevo cine que llevaría anexo una sala de fiestas, el Cine y Club Ciudad Lineal.

Nuevamente aparece en nuestro camino la familia Reyzábal, en este caso el cinematógrafo será propiedad de Milagros, una de las hijas de don Julián Reyzábal (abuelo), uno de los clanes con más locales de espectáculos en la capital y que vivirán de este negocio generación tras generación.
El proyecto fue llevado a cabo por el afamado arquitecto vasco José Luis Sanz de Magallón que tomará mucho más renombre al cabo de los años cuando se dedica no solo al mundo de la arquitectura, sino también al de la pintura, siendo premiado por ello en varias ocasiones, y que trabajó con la familia Reyzábal en varias ocasiones.

En unos terrenos hasta el momento despoblados pertenecientes a la manzana 79 de la obsoleta Ciudad Lineal y colindando con un antiguo hotelillo conocido como Villa Sol, se levantó este nuevo inmueble de cuatro alturas destinados a viviendas con fachadas a tres calles, López de Hoyos 305, Arturo Soria 195 y Vicente Muzas 12.

Una imagen de los años 60 donde se ve el emplazamiento del inmueble.

Detrás del bar Jacinto, al otro lado de López de Hoyos y a la izquierda del solar que se ve, se levantaba el Cine Ciudad Lineal, en la parada 10 del tranvía.

Había muchísimo desnivel entre la calle de Vicente Muzas y la de López de Hoyos, unos 3,50 metros aproximadamente, lo que facilitó la construcción de la sala de fiestas.

El edificio de viviendas era realmente casi todo fachada, ya que la gran parte del solar estaba invadido por el patio de butacas del cine. Bajo las viviendas y ocupando la curva que ofrecía la esquina evitando de esta forma ser tan precipitada, se dio entrada al local de espectáculos cinematográficos, dejando el acceso a la sala de fiestas en la calle de López de Hoyos, justamente debajo del patio de butacas.

Alzado continuado a las calles de López de Hoyos c/v a Arturo Soria.

El edificio se construyó con estructura de hormigón armado salvo la cubierta del patio de butacas para la cual se utilizó una estructura de cerchas de hierro y planchas de “Uralita”. En sus fachadas eran de ladrillo visto solo adornado por paños de “Gresite” gris bajo los huecos de ventanas. Sobre la entrada del cine se colocaron dos marquesinas de hormigón armado con cierto aire racionalista y que enmarcaban el espacio destinado a las carteleras.  Debido al desnivel existente en la calle, la entrada estaba precedida de varios escalones tras los cuales y atravesando las grandes puertas de cristal encontrábamos el vestíbulo. Este era muy alto, adornado con sencillez; toda la entrada era una gran escalinata en curva que desembarcaba en un espacio de encuentro con las escaleras que accedían directamente al entresuelo y que el arquitecto había colocado estratégicamente para realizar un desalojo muy rápido y ordenado.

Inédita imagen de la entrada al cine Ciudad Lineal en su primera época poco después de su inauguración.

En esta planta estaban los aseos de señoras, dejando los de caballeros en el sótano junto a la caldera de calefacción y el clima artificial de refrigeración. El resto de la planta baja estaba ocupada por un largo corredor que iba ascendiendo para conseguir alcanzar la entrada a las localidades más alejadas de la pantalla y que desembocaba en otra escalinata de acceso al entresuelo, y en una puerta de salida en caso de emergencia a la calle posterior. Se accedía al interior del patio de butacas por medio de tres grandes huecos de dos hojas, cada uno se habían situado lateralmente. En la parte posterior junto a la última fila, una cuarta puerta daba salida directa a la calle posterior de Vicente Muzas.

Anteproyecto de la planta baja del cine Ciudad Lineal, sobre él se realizaron  algunas pequeñas modificaciones.

El pasillo que estaba junto al vestíbulo de entrada y que iba dando entrada a las diferentes localidades. Al fondo la puerta de acceso a las escaleras del entresuelo.

El arquitecto puso especial cuidado en la distribución de las escaleras de acceso al piso alto, creando varios grupos de peldaños separados por vestíbulos, lo cual confería una subida menos pronunciada y más agradable para el público.

El patio de butacas, que tenía un pronunciado desnivel hacia la pantalla, estaba recorrido por un gran pasillo central y otros dos laterales. Las paredes tenían un alto friso de dos metros de madera, dejando el resto de los paramentos verticales entelados. Rompían la amplitud de estos altísimos paños los plafones de iluminación que reforzados por las lámparas ocultas tras las molduras de escayola en el techo del entresuelo y principal inundaban de luz la sala. Los suelos estaban cubiertos de “sintasol” grisáceo y sobre él 741 butacas que componían el aforo del patio, estas eran muy cómodas, construidas con tubo metálico y asiento abatible. Los techos tenían grandes molduras escalonadas que escondían la iluminación y las salidas de ventilación, confiriendo al local una decoración muy moderna.

Un aspecto del conjunto del patio y entresuelo del moderno cine Ciudad Lineal.

El patio de butacas se estrechaba hacia la pantalla, teniendo en su fondo 20,50 metros y en la parte opuesta, a la de la pantalla 16,20 centrando todas las miradas de los espectadores a ésta. La pantalla se elevaba aproximadamente un metro sobre el suelo y ocupaba de lado a lado del local marginándose lateralmente únicamente por los cortinajes y, superior e inferiormente, por tableros retroiluminados que embellecían e iluminaban el escenario.

La pantalla vista desde las últimas localidades del patio.

Anteproyecto de la planta primera del local, obsérvese su funcional esquema.

El acceso a la planta superior se realizaba como hemos indicado antes por dos tiros de escalera, uno situado a la entrada de la sala junto a la puerta principal y otro al fondo del gran pasillo distribuidor junto a la calle posterior. Ambos desembocaban en un amplio vestíbulo desde donde se accedía al entresuelo. En esta planta además había aseos para caballeros y señoras, y una amplia barra de bar que se había instalado en uno de los rincones del vestíbulo quedando enfrentada a uno de los dos huecos con escaleras que daban acceso a las restantes 453 localidades conformando un total de 1.194 butacas. La decoración era idéntica a la del patio, frisos de madera y paredes enteladas. Al fondo, y tras la última fila, había varias ventanas de ventilación directas a la calle de Vicente Muzas, mientras que la cabina volaba sobre éstas un piso más arriba.

Un aspecto del amplio entresuelo, sobre las últimas filas la cabina de proyección.

Sin duda alguna era un excelente local de proyecciones, muy confortable, seguro y moderno, contaba con todos los sistemas de extinción en caso de incendio, extintores y bocas de riego, iluminación en escaleras y unos accesos inmejorables.

Junto a los aseos masculinos de la primera planta había una puerta por la que se accedía a una escalera de servicio que subía dos plantas hasta llegar a la moderna cabina de proyección. En este piso se encontraba el cuarto del proyeccionista, un aseo, un pequeño despacho y la cabina de proyección donde se habían instalado dos modernos proyectores marca Wextrex de 35 mm.


Un aspecto del entresuelo completo. Obsérvense algunos detalles como la escalera que accedía a la cabina tras las últimas filas, o el gigantesco espacio triangular desocupado tras la pantalla.

Alzado posterior a la calle de Vicente Muzas, tres de las puertas eran de desalojo del cine, la cuarta era de la sala de fiestas.

El cine se inauguró en 1961 como sala de primer reestreno con llenos en todas las sesiones. La zona era ideal para la instalación de un cinematógrafo por dos fundamentales razones: la creciente población en la zona y falta de este tipo de equipamientos en las cercanías.

Funcionó continuadamente durante muchísimo tiempo. En él además se dieron mítines políticos en los años 70. Sufrió algunas pequeñas reformas pero conservó su aspecto inicial hasta el final de sus días. Cerró en el año 1994 con la película Aladín en cartel. Es en este momento fue cuando sufrió una importantísima reforma para trasformar el antiguo entresuelo en dos salas, dejando espacio en la planta calle para otro negocio. Su fachada fue desfigurada cediéndose casi en su totalidad al local comercial que ocuparía la planta baja, y construyendo una entrada para las salas de cine junto al espacio que anteriormente había ocupado la taquilla.


Dos aspectos de la fachada del inmueble en los primeros años 2000.

La reforma duró algunos meses y consistió en crear un acceso a partir de la antigua escalinata de entrada al piso superior. Desde el ya modernizado vestíbulo de entresuelo se accedía por medio de las antiguas entradas a las localidades dando acceso a dos salas independientes, una de ellas con una extraña fisonomía ya que tenía un pilar que hacia disminuir sustancialmente el número de localidades. Conformaban un total de 343 modernas butacas las dos salas. El cine se inauguró en 1994 y funcionó con una selecta programación de estreno. La vida de los cines Ciudad Lineal fue efímera, funcionaron escasamente 12 años; en marzo de 2006 fueron clausurados y desde entonces no se ha realizado ningún tipo de reforma en el local. Su fachada fue tapiada para evitar daños y tan solo queda como vestigio del pasado sus taquillas y sus carteleras que hoy solo exhiben polvo. Su futuro es incierto, ya que ocupan las plantas altas del cubículo que se construyó anexo al edificio principal, con lo cual es complicado darle otro uso. Tal vez haya una próxima resurrección.

Aspecto actual de la triste fachada de los clausurados cines Ciudad Lineal.

Recuerdos del cine Ciudad Lineal
“El cine Ciudad Lineal era el cine de mi barrio, es más, diría que el cine de mi vida pues su inauguración coincidió casi con mi nacimiento. Como a todos nos pasa hay ciertos lugares que están ligados a nuestro desarrollo como personas y por eso los tenemos un especial cariño.

Yo iba al cine los martes que era cuando libraba mi padre. Me iban a buscar a la puerta del colegio; era el único día, el resto bajaba con mi hermano o volvía solo, y después entrábamos al cine. Esto sería sobre el año 1968 ó 69.

Era de sesión doble continua. Tengo el recuerdo que en los primeros años subíamos al entresuelo, imagino que por ser más barato. Mi madre me traía el bocadillo y una botella de plástico blanca con agua y cierre como el de las gaseosas. En ocasiones me compraban palomitas que las vendían en bolsas de plástico (no se hacían en el momento como ahora). Siempre me quedaba con ganas de una especie de Toblerone, que eran unos chocolates rectangulares rellenos con mermeladas de frutas. Venían como 6 porciones que podías partir y comer de forma individual. Los envoltorios eran  fotos de paisajes alpinos ciertamente bonitos (creo que nada tenían que ver con Suiza).

La parada 10 con sus kioscos vista desde Arturo Soria. El cine Ciudad Lineal quedaba a la derecha. Óleo de Rosim 

El bar estaba en la planta alta y sobre la barra, a mano derecha, tenían una especie de jaula donde tenían las palomitas y las patatas fritas.

Los asientos eran de skay rojo. Tenían un tacto rugoso que hacía el propio plástico. Eran irrompibles, duraron años (todos que yo recuerde), muy duros e incómodos, pero lo peor era en verano pues daban mucho calor.

El cine y su entorno era uno de los puntos de atención para todos los chavales del barrio. La cartelera ocupa toda la fachada del cine y se colocaba sobre él la marquesina. En la calle López de Hoyos ponían los grandes lienzos para la semana siguiente, y desde la esquina hasta las taquillas, en el lado de Arturo Soria, los de las películas que estaban echando, de tal forma que corrían de izquierda a derecha las pinturas todos los lunes.

El otro punto donde nos parábamos todos los lunes era en las fotografías que ponían de la película. Se trataba de un marco dorado muy grande que estaba embutido en la pared del cine, en la fachada de López de Hoyos. Ponían 15 fotografías de las películas, las 3 primeras de arriba era de la película “B”, y las otras doce de la película principal. El fondo era un terciopelo granate y la verdad que quedaba muy aparente.

Además en la plazoleta se instaló el primer kiosco moderno de periódicos del barrio, y en la esquina de Vicente Muzas había una gran tienda que era juguetería, tienda de deportes y armería; vamos, todo lo que nos encandilaba.

Hacía 1975, con ocasión de la película Terremoto y otras similares, el cine fue dotado con el sistema de sonido sensoround, aunque tengo que confesar que había salas con mucho mejor sonido en Madrid. También en esta reforma fueron quitadas un par de filas que estaban demasiado cerca de la pantalla.
Fue en está época cuando el cine fue calificado de “riguroso re-estreno”.

La primera película que recuerdo es "Sor Yeyé", sobre el año 1968. Lo vi con mi madre, mi hermana y alguna amiga suya. Era un sábado y nos sentamos en el patio de butacas, como en la fila 6, demasiado delante, y recuerdo que lloré pues me asustaba de la cantidad de gente que había (estaba acostumbrado a los martes que casi estaba vacío el cine).

Con mi hermano vi "El regreso al planeta de los simios", después al salir mi hermano me explicó el final de la película y cuanto de cierto puede haber en la ciencia ficción. Desde entonces he utilizado la ciencia para entender este mundo.

Allí vi el primer desnudo, todavía en tiempos de Franco, en la película Marco Antonio y Cleopatra, con Elizabeth Taylor y Richard Burton. Fue uno de esos martes con mi padres, y estoy seguro que miraban de reojo mi asombro al ver un trasero de perfil. Hoy pasaría desapercibido a cualquier niño.

Una tarde de primavera subimos muy pronto al cine Ciudad Lineal, mis amigos Mariano y José, con tan mala suerte que empezó un tormenta con rayos y centellas típica de las tardes madrileñas. Finalmente nos tuvimos que refugiar en una cabina que había en el otro lado de la acera de López de Hoyos. Después vimos "La isla misteriosa y el Capitán Nemo" (1973), con Omar Sharif como protagonista; y una extraña película: "Democracia", un musical que se aventuraba en los tiempos venideros.

Otras veces, nos reuníamos todos los amigos para comentar en secreto y con emoción que nuestros padres habían dicho que en no sé qué película de Janes Bone salía en los créditos una mujer desnuda.

Había una particularidad de esta cadena de cines. Entre el cine Ciudad Lineal y el cine San Blas se intercalaban las películas, de tal forma que una semana estaban en el primero y a la siguiente en el segundo. Cuando no nos dejaban pasar a ver las "calificadas para 18” en el Ciudad Lineal, junto a mi amigo cogíamos el autobús 70 y nos íbamos al San Blas a probar suerte, casi siempre lográbamos pasar.

También recuerdo que fuimos a ver "El exorcista". El lleno fue total. Lo malo es que a la mañana siguiente tuvimos que madrugar mucho para irnos de caza con los padres de Mariano y José, y todos teníamos unas ojeras impresionantes de haber dormido poco por la dichosa película.

Posteriormente, cobijado por mi hermana y mi cuñado, íbamos al último pase a ver películas para mayores, como “La jauría humana” de Marlon Brando.

La última película que vi fue "La historia interminable", todavía siendo una sola sala a la antigua usanza. Cuando hicieron multicines me negué a ir, no quería romper mis recuerdos, y además que consideraba que había “minicines” mejores.

En definitiva, el cine Ciudad Lineal era la estrella más grande del universo de mi barrio, y junto a mi familia y amigos, influyó en mi para ser lo que hoy en día soy.

Mil gracias a todos."

Sala de fiestas

Paralelamente a la apertura del cine, y como era habitual en los locales propiedad de la familia Reyzábal, nace en los sótanos del inmueble una sala de fiestas conocida como el Club Ciudad Lineal. Al local se tenía acceso a través de un gran hueco de dos puertas con fachada a la calle de López de Hoyos y que quedaba justamente bajo el escenario del cine. Desde este vestíbulo, donde además se encontraban las taquillas, descendían dos escalinatas, una a cada lado, destinadas a entrada y salida de público.

Planta alta del Club Ciudad Lineal según el proyecto original.

En la planta alta de la sala, que correspondía al primer sótano, se había realizado un gran hueco al piso inferior desde donde se podía contemplar la pista de baile y el escenario. Alrededor de este hueco, y de forma ordenada, quedaba suficiente espacio para establecer sillas y mesas dando servicio de bar a esta planta una gran barra situada en la parte izquierda con acceso a un almacén. La parte derecha del local estaba ocupada por guardarropía dejando además espacio para los accesos a la planta inferior. A través de tres escaleras se accedía a la planta de segundo sótano, una de estas además comunicaba directamente con una salida de emergencia posterior a la calle de Vicente Muzas.

Segundo sótano o planta baja de la sala de fiestas.

En la planta de segundo sótano se encontraba la pista de baile a la cual se podía acceder a través de varias escalinatas ya que se encontraba un poco más profunda que el resto de la sala. Todo el perímetro de ésta estaba rodeado de una moderna barandilla metálica con tableros de madera, idéntica a la del balcón del primer piso. Al fondo se encontraba el escenario elevado del resto desde donde a través de una pequeña portezuela se accedía a los camerinos construidos tras éste. Frente al escenario, en el otro extremo de la sala, estaban los servicios para caballeros y señoras. El resto del espacio se hallaba ocupado por sillas y mesas al igual que la planta alta.

Sección longitudinal de las salas de cine y espectáculos Ciudad Lineal.

El Club Ciudad Lineal, al igual que el resto de los locales de la cadena, contaba cada noche con música en directo, actuando normalmente dos orquestas que amenizaban las tardes y noches del local.

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“Los Atómicos” en el Club Ciudad Lineal.

La decoración era muy básica pero de calidad, suelos de “Terrazo”, escaleras de piedra artificial, barandillas de hierro con tablero de aglomerado, paredes pintadas, enteladas o con friso, y columnas decoradas con “Gresite” en tonos grises. Todo muy funcional y evitando en mayor manera la utilización de materiales combustibles.

La sala funcionó simultáneamente al cine, haciendo parones para reformarse y adaptarse a los nuevos tiempos; originalmente fue el Club Ciudad Lineal, después se reformó y comenzó a tomar más aspecto de discoteca modificando su decoración y haciendo cada vez más oscuro el espacio. Se llamó City en los años 80; y más tarde, ya en los 90, comenzó su andadura más polémica y fructuosa con el nombre de “Die Maüer”, “el muro” en alemán en honor a la caída de éste, inaugurándose en 1992 con el local completamente remozado. Era muy característico y peculiar en esta sala el aseo, ya que contaba con una zona mixta, donde se establecieron unas mesas de agua dejando los retretes por separado.

Una imagen de la entrada al local en la calle López de Hoyos.

Durante este periodo y en el trascurso de los años posteriores, fundamentalmente en 1994, se realizaron varios desalojos y clausuras del local por superar su aforo, cuando en su interior se encontraban cerca de 1500 personas siendo la capacidad de éste de 478. A mediados de 1994 la sala cierra por reforma, y es entonces cuando se realizan las obras de acondicionamiento del cine, y la apertura en la planta baja de la tienda restaurante Vip´s.

La sala de fiestas reabre a finales del año 94 con idéntica fisonomía pero habiendo modificado algunos detalles en prevención de siniestros, además de añadir unos aseos en la planta superior.


En 1995 se llamó Virtual Sound y después The Wall, continuando su trayectoria algunos años más hasta que las quejas de los vecinos por los continuos ruidos y trifulcas que ocasionaba acabó con la discoteca.


Dos aspectos de la entrada a la discoteca Virtual Sound en los años 90.



Dibujos de ambos lados de la pista de baile en el periodo que se llamó Virtual Sound.


Después de algunos meses cerrado se hace una radical reforma en la que se divide en dos plantas completamente independientes. Se convirtió en un restaurante de comida española del grupo Vip´s, “La Ñ” pero no funcionó, y poco después se trasformó en un nuevo restaurante, en este caso italiano, “Pizza Nostra” borrando para siempre cualquier rastro del Club Ciudad Lineal.

El inmueble a finales de los años 90 ya reconvertido en el restaurante “La Ñ”, “Vip´s” y los multicines Ciudad Lineal.
 

Lo que fue la entrada a la sala de fiestas hoy convertido en un restaurante italiano y la entrada a la tienda Vip´s antiguo acceso al cine Ciudad Lineal.

Vista aérea del inmueble en la actualidad donde se aprecia el amplio tejado de lo que fue el patio de butacas del Cine Ciudad Lineal.
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Autores: David Sánchez y Ricardo Márquez (parte Recerdos).

En este blog también colabora: José Manuel Seseña.


Nota:
Este artículo se trata de una realización conjunta y se publica a la vez en Historias Matritenses, Historias Cinematográficas, Un paseo por la Ciudad Lineal y ¿Dónde están los cines de Madrid?.