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5 de octubre de 2017

EL CINE DE LA PRENSA ( 1.ª Parte)

Hace ya muchos años que hablé acerca de este maravilloso edificio y en concreto de su espectacular sala de proyecciones, pero como no puedo parar de revolver y revolver vuelvo a encontrar en muchísimas ocasiones material inédito, que creo debería darse a conocer o al menos desempolvarse para deleite de todos vosotros, de todos mis seguidores y en definitiva de toda esa gente que echáis de menos esas salas en las que no solo se iba a disfrutar de una buena película.

Permitirme no obstante que me utiliza parte del texto que en su día formó parte del artículo original para apoyarme un poco en la historia, a la que voy a añadir muchos detalles y sobre todo maravillosas fotos. Espero que os guste.

El majestuoso edificio propiedad de la Asociación de Prensa de Madrid que presidía la plaza del Callao, guardaba en su interior un tesoro mucho más artístico que el que dibujaban las sencillas líneas de sus fachadas. Mientras que para el exterior se eligió un estilo que enlazaba más con las tendencias industriales norteamericanas, el interior del inmueble era mucho más recargado y sobrio, techos con artesonados árabes, columnas y arcos inspirados en el neobarroco e incluso muchos detalles de escayola que nos recordaban claramente a influencias góticas.


 El edificio durante su construcción allá por 1928

El arquitecto Pedro Muguruza Otaño, realizó en el año 1924 un ejemplar proyecto para este edificio multifuncional, en el que además de las propias oficinas y salones de recreo para los asociados a la prensa madrileña, se instalaría en él viviendas de alquiler, varias tiendas, oficinas particulares, cafeterías y restaurantes, una sala de fiestas y por supuesto una excepcional sala de proyecciones cinematográficas.

El proyecto que fue desestimado en varias ocasiones, finalmente fue aceptado y comenzaron sus obras de construcción. La primera piedra de este inmueble la colocó SSMM el rey don Alfonso XIII el día 11 de Julio de 1925, y este mismo dio por inaugurado el edificio cuatro años después exactamente el día 2 de enero de 1929.


El inmueble se construyó sobre un solar de 1489 metros cuadrados y se elevó 32 metros sobre el nivel de la calle, contando con quince plantas de altura. Se realizó con estructura de hormigón armado y sus fachadas fueron forradas con ladrillo macizo de primera calidad. Las plantas baja y entresuelo eran de granito y los huecos de ventanas del resto de las plantas estaban adornados con abultados de piedra artificial coloreados en tonos claros.

Lo realmente cierto es que el solar sobre el que se construyó el cine de la Prensa, de forma triangular era de muy difícil distribución, es por ello que el Sr. Muguruza conformó el espacio en tres partes claramente diferenciadas. La primera sería una alta torre como hemos comentado anteriormente de quince plantas de altura y con fachadas a la plaza del Callao nº 4 con vuelta a la calle de Miguel Moya nº 1, la segunda un bloque anexo a la alta torre de nueve plantas, de mayor superficie que el anterior y forma trapezoidal, con fachadas al tercer tramo de la Gran Vía con vuelta a la calle de Tudescos nº 2, y la tercera, la que nos ocupa era simplemente una nave adjunta a los dos edificios anteriores y que cerraba el triángulo de las calles Miguel Moya y Tudescos, donde realmente se construyó el cinematógrafo.

El acceso a dicha sala se hacía en esta ocasión de una forma un tanto peculiar, ya que no contaba con una gran portada en la fachada principal del edificio, sino que compartía el gran atrio de entrada al edificio con el resto de negocios y oficinas. En la parte interior se construyó un vestíbulo conjunto en el que se instalaron las taquillas, y que en forma de herradura tenía salida a las calles de Tudescos y Miguel Moya. A ambos extremos de este vestíbulo se instalaron las escaleras de acceso a las plantas superiores, concediendo mayor importancia a la de la calle Tudescos, donde además se habían instalado un par de ascensores ultrarápidos. 
El proyecto de muy difícil solución dio como resultado una sala en la planta primera, y con graderíos a la altura de la planta cuarta, algo que se convirtió en laberintico y lento los accesos, y que hizo que el esta sala a pesar de su belleza no contase con la total aprobación del público.


El edificio recién terminado y en todo su esplendor a finales de los años 20.

Salvando una  la altura de seis metros que era la que tenía la planta calle, se encontraba otro vestíbulo donde se hallaba una única puerta lateral de entrada al patio de butacas, en él hacía parada también los dos ascensores ultrarápidos. Existía otro tiro de escalera en el otro extremo que tenía acceso al patio de butacas y que continuaba el recorrido hasta la planta de entresuelo.
El espacio ocupado por las localidades del patio tenía forma de abanico ideal para este tipo de espectáculos, lo cual garantizaba una perfecta visión desde cualquiera de las 750 butacas que lo componían,  a pesar de que había dos pilares que soportaban el balcón del entresuelo.


Planta de entresuelo donde se instaló la platea del cine. Obsérvese los diferentes grupos de escalera de acceso al local.

Las paredes de la sala estaban decoradas con un exquisito gusto, en ellas resaltaban especialmente los detalles realizados en molduras de escayola con motivos góticos pintados en tonos oscuros y dorados. Merecía mención aparte los elaborados trabajos de huecos para puertas, donde no faltaba ni un solo detalle. Sin duda alguna los espectadores se quedarían boquiabiertos al ver los maravillosos artesonados de los techos y la embocadura. El suelo que tenía mucha inclinación hacía la pantalla se había realizado en tarima de madera tratada ignifuga y se había decorado con caras alfombras. En ambos laterales existían un hueco con balcón a la calle, posiblemente diseñado para ventilar y dar algún tipo de iluminación natural a la sala.


Esquema constructivo de parte de los paramentos y techos de patio de butacas.


Detalle del hueco al balcón de la calle Tudescos, obsérvese que la perfecta ejecución del proyecto.

Todas las miradas se dirigían a la preciosa embocadura en forma de arco de medio punto que se había decorado con una ancha moldura de escayola pintada en color dorado, y que escondía un gran juego de lámparas de incandescencia de diferentes colores, que de forma indirecta iluminaban la sala a voluntad del operador. Al fondo, y sobre un profundo escenario se encontraba la pantalla, que se cubría con un telón de color burdeos.


Maravillosa imagen tomada desde uno de los laterales del entresuelo, donde se ve la embocadura y los detalles de molduras en techo y hornacinas. Foto ABC.

El local estaba preparado para realizar obras teatrales, contaba con un escenario de más de diez metros de fondo, peine y telares donde se sustentaba la pantalla de proyección, camerinos, y una pequeña zona de almacenaje. A esta parte trasera de la pantalla se accedía desde una escalera de servicio que partía desde el chaflán que se producía en la intersección de las calles de Miguel Moya y Tudescos.

Desde ese mismo acceso trasero se subía hasta la segunda planta donde se había instalado la cabina del operador, que de forma singular y muy poco usada, realizaba la retroproyección, es decir que se hacía desde el otro lado de la pantalla, teniendo que usar varios sistemas de espejos y lentes para invertir la imagen.

En un principio el escenario había sido diseñado con una plataforma giratoria que servía para un instantáneo cambio de decorado en un abrir y cerrar de ojos, pero debido al poco espacio escénico con el que contaba el local se olvidó esta idea pasando a ofrecerse únicamente proyecciones cinematográficas.

El acceso a la planta segunda o de entresuelo de butacas se realizaba por la mencionada escalera que conducía al patio de butacas, por su opuesta que subía desde la planta baja hasta la segunda o por los ascensores ultrarrápidos. Todos los accesos conducían a un vestíbulo de descanso que en forma de arco daba acceso por los dos extremos a las localidades de entresuelo preferentes. Este espacio se decoró de una forma muy elegante, suelos de tarima de madera de roble colocada en espiga, techos con bóvedas y arcos, hornacinas, caros muebles y una muy sutil iluminación indirecta.
A ambos lados frente a los tiros de escaleras principales se encontraban los vomitorios de acceso al patio de butacas y que conducían a las localidades preferentes del entresuelo.
La rampa del entresuelo tenía mucha inclinación, y subía vertiginosa repartiendo a los espectadores a través de varios pasillos que desembocaban en dos puertas traseras con acceso a dos vestíbulos laterales que comunicaban a su vez con el resto de escaleras y ascensores.



Dos imágenes del amplio vestíbulo de entresuelo. Obsérvese la decoración, sobria y clásica de la que pretendía ser la mejor sala de proyecciones de la Gran Vía. Foto ABC


Un aspecto del entresuelo tomado desde uno de los laterales del mismo.

En este piso y separadas por una barandilla metálica encontrábamos las localidades de preferencia y las de general,  se contaban por número de  setecientas cincuenta y se extendían en forma de brazos hasta la embocadura del escenario. Estas localidades laterales de proscenio eran prácticamente inservibles para el espectáculo cinematográfico puesto que la visión era nula.



Plano de la planta primera y segunda de entresuelo, las más altas del cine, en el proyecto que no se llegó a realizar.

La cubierta de la sala se realizó enteramente en hormigón armado, siendo esta practicable desde la planta tercera, alzándose en la parte posterior un casetón que acogía la parrilla del telar, el peine  y resto de servicios de la escena.

                                                                    Plano de sección del proyecto que no se llegó a realizar

En lo alto del rascacielos y de forma muy estratégica fueron situados varios carteles gigantescos con la palabra CINE que se iluminaban con neón rojo y que eran visibles desde centenares de metros de distancia. Como único reclamo más contaba con dos grandes vitrinas a ambos lados de la puerta principal, donde aparecían los afiches de las películas en exhibición.



El local se inauguró como habíamos mencionado anteriormente el día 2 de enero de 1929 con la proyección de la película “El destino de la carne” bajo la dirección de la empresa Sagarra, líder en el sector, acto al que fueron invitados de honor los reyes de España acompañados por el presidente de la Asociación de Prensa don José Francos Rodríguez.




El Palacio de la Prensa en todo su esplendor. Obsérvese detalles del cartel en su azotea y su sencilla entrada.
    

Una multitud despide al presidente de la Asociación de la Prensa, José Francos Rodríguez, médico y alcalde de Madrid. La escena es del 15 de julio de 1931.

Durante la contienda el cine mantuvo abiertas sus puertas, a pesar de ser bombardeado en varias ocasiones. Se llegaron a contar 36 impactos en sus fachadas, a pesar de lo cual el cine no tuvo que suspender su programación.

El cinema de la Prensa funcionó con regularidad, aunque sus asistentes reclamaron en varias ocasiones la impuntualidad  en sus proyecciones debido a que el ascenso a las localidades se hacía eterno.
Mientras el resto de cines de la Gran Via continúan su recorrido con afluencia de publico el cine palacio de la Prensa comienza a menguar su asistencia, es por ello que se plantea su reforma, la primera que se realizará de una forma drástica en la gran avenida.
Desde enero de 1940 hasta diciembre de 1941 el cine de la Prensa desaparece de los diarios, y cierra durante algunos meses por obras, momento en el que se añade una amplia marquesina en su frente y dos taquillas a ambos lados de la puerta principal en pequeñas hornacinas creadas al efecto.


La entrada al cine de la Prensa recubierta de los grandes cartelones pintados con el programa en proyección. En la imagen se puede apreciar las taquillas a ambos lados de la entrada.

La reforma interna que se realizó la desconozco, aunque posiblemente se tratase de arreglos en la sala, cambio de butacas etc. Aunque en el libro “Madrid y el Cine” se indica que en esa fecha es cuando el arquitecto Enrique López Izquierdo realiza una gran reforma para bajar el patio de butacas a la planta baja creando de esta forma dos plantas de anfiteatros. Ese dato no se ha podido contrastar puesto que no existe ningún documento a mi alcance que lo atestigüe, y esa misma reforma se le reconoce al mismo arquitecto con posterioridad.


                                   Hoja del Lunes, 29 de Septiembre de 1941, programa inaugural del nuevo cine de la Prensa.

Transcurridos algunos años más, ya en el año 1954 el cine cierra nuevamente sus puertas para esta vez sí, reconvertirse en uno de los mejores cines de Madrid.
El viernes 15 de enero se publicita su último programa con la proyección de la cinta “El pórtico de la Gloria”, a partir de ese momento el cine cierra sus puertas durante casi once meses.

La reforma correría a cargo del arquitecto don Enrique López Izquierdo y la dirección del local pasaría a ser de la empresa de don Julián Reyzabal.  
Se hizo una demolición completa del interior de la primitiva sala, desde los suelos hasta los techos, paramentos y escaleras configurándose una nueva sala de aspecto completamente diferente.

El acceso que se seguía haciendo desde la portada principal de la plaza del Callao nº 4 corría por el atrio del edificio hasta las puertas de acceso al propio cine. Estas daban paso a un gran vestíbulo que en realidad era el testero de la sala, decorado con modernidad.
Los suelos se revistieron de piedra artificial,  de sus techos pendían hermosas lámparas de araña que reforzaba la luz fluorescente que de una forma indirecta nacía de las molduras, uno de sus muros se  decoró con lajas de mármol de diversas tonalidades, y su contrario con maderas nobles de Guinea, acanalada verticalmente, dejando en su centro un gigantesco diván presidido por un exuberante espejo. Varias vitrinas decoraban la sala en las que se exponían afiches de próximos estrenos.
  

Un aspecto del vestíbulo principal del moderno cine de la Prensa de 1954. Al fondo una puerta de desalojo a la calle de Tudescos. (Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.) 


En uno de los extremos del vestíbulo, junto a la salida de emergencia a la calle de tudescos se había instalado una pequeña barra de bar y el ambigú. A su lado unas escaleras de acceso directo al club y frente a esta, un vestíbulo donde se encontraba el tiro de escalera principal que recorrían todos los pisos del cine y los ascensores.
En el extremo opuesto otra salida en este caso a la calle de Miguel Moya, a su lado unas escaleras vomitorio al club y frente a estas otras dos, una de acceso directo a las plantas superiores, bajo las cuales se había dado cabida a guardarropía, y otra de acceso directo única y exclusivamente a la planta primera o club.



Dos imágenes inéditas del vestíbulo del moderno cine de la Prensa, y detalle del pequeño hueco destinado a guardarropía.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.) 

Dos puertas en el centro del vestíbulo daban paso al patio de butacas, donde sendos pasillos recorrían la sala hasta la pantalla, repartiendo en cómodas butacas a setecientos espectadores. La sala era realmente moderna y eficaz, se habían dispuesto cinco salidas de emergencia a la calle de Miguel Moya, y otras dos a la de Tudescos, superando las reglamentarias y confiriendo mayor seguridad al local.
El suelo del patio se realizó en tarima de madera barnizada, engalanando sus pasillos con caras alfombras. Los muros de fondo se forraron con raso gris verdoso, dando matiz análogo a la pintura de las paredes más allá del zócalo perimetral, punteadas con perforaciones simétricas que servían al mismo tiempo para evitar resonancias que de forma decorativa. La embocadura del escenario se retranqueó cinco metros de su antecesora, y se decoró con un telón en color oro viejo, dejando el resto de cortinajes en un color gris azulado también de terciopelo. Tras el telón se colocaron dos pantallas, una de ellas normal, de nueve metros de anchura y otra en Cinemascope con once metros.




Tres impresionantes imágenes del interior del patio de butacas del cine de la Prensa tomadas desde diferentes  ángulos.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.) 

Los muros laterales se engalanaron con cortinajes de terciopelo rojo hasta tres metros de altura, tanto en el patio de butacas como en el club, cegando en cierta manera los huecos laterales de emergencia y confiriendo un espacio simétrico y muy ordenado. Las butacas tanto en esta planta como en la de club se realizaron con tubo de acero cobreado por galvanoplastia, y sus asientos de muelles fueron forrados con terciopelo labrado color amarillo.
La iluminación se realizó de forma indirecta y por fluorescencia mediante huecos en molduras de los techos, y por incandescencia en las perforaciones laterales de la sala y en lámparas del club.



Varias imágenes tomadas desde el club del local donde se observa ordenada y sencilla colocación de las localidades.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.) 

El techo de la sala se había realizado con cuatro planchas de escayola abovedadas, cóncavas y convexas pintadas en tono marfil, para una correcta propagación y distribución del sonido.
En la planta primera se da acceso inmediato a lo más alto del club desde el mismo tiro de escaleras, sin vestíbulos, quedando en la parte inferior del mismo, dos vomitorios laterales al vestíbulo principal tal y como habíamos señalado anteriormente. Entre ambos grupos de escaleras y en la planta primera del edificio se habilito un espacio para la cabina de proyección, a la que se podía acceder desde el propio cine o desde el interior del edificio. Contaba con cuarto del operador, repaso, aseos, oficina, y un amplio cuarto de proyección. Se instalaron cuatro proyectores, dos en formato 35 mm Cinemascope y dos más de 70 mm. Contaba además el local con un inigualable sistema de sonido con nueve altavoces en la embocadura y diecisiete más repartidos por el resto de la sala.
Las escaleras y los ascensores continuaban hasta la planta segunda donde un amplio vestíbulo, idéntico al de la planta baja destinado a ambigú y descanso daba paso mediante cuatro vomitorios con escaleras al entresuelo, donde se colocaron quinientos cincuenta fabulosos sillones desde los cuales se tenía una perfecta visión de la pantalla, facilitado en buena parte por la gran inclinación que poseía.


Un aspecto general del entresuelo del cine Palacio de la Prensa.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.) 

EL conjunto al completo estaba preparado para comenzar una nueva y flamante etapa, pasando a ser uno de los más modernos y nuevos cines de la Gran Vía.
Para la sesión inaugural se eligió el film “El Millonario” de Roland Neame, acto al que acudieron autoridades, críticos y periodistas que se llevaron un fantástico sabor de boca.


Continuará...