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22 de enero de 2012

CINE VICTORIA


            Don Luis Gutiérrez Soto vuelve a  aparecer en nuestra historia en esta ocasión con la construcción de un edificio destinado a cinematógrafo y sala de fiestas en un proyecto datado en 1935 que no vería la luz hasta finalizada  la contienda. El cine que en un principio se pretendía llamar Ronda debido a sus situación, se terminó llamando Victoria, muy posiblemente influenciado por el momento político en el que nació.  El edificio se construyo en un solar de forma ligeramente trapezoidal en esquina y con fachadas al paseo de Ronda (actual calle de Francisco Silvela) y a la de José Picón.  En esta ocasión Gutiérrez Soto volvió a realizar una magnífica obra esta vez más influenciada por las corrientes racionalistas que en sus anteriores obras en las que se demostró un expresionismo más radical como en el cinema Europa o Barceló. En un principio se crea un proyecto fechado en 1935 donde la curva y las grandes franjas horizontales estaban patentes en sus fachadas, pero pasada la contienda se realizan algunas modificaciones sobre el proyecto creando unas fachas más limpias, altas y sin casi detalles ornamentales.


Primer proyecto para la fachada del cine Ronda que no se llevó a cabo.


Fachada definitiva para el nuevo cine Ronda en el paseo del mismo nombre.



Fachada lateral a la calle de José Picón.

            El edificio fue construido con estructura de hormigón armado y se levantó en cuatro alturas más dos de sótano, sus fachadas fueron decoradas con paños lisos de cemento formando rectángulos y como única ornamentación destacar los huecos rasgados a la calle principal que ostentaba sobre la marquesina y que inundaban de luz natural los diferentes vestíbulos que poseía el local. La fachada principal era simétrica, con dos puertas laterales de entrada y desalojo a las plantas de sótano donde se instaló una excepcional sala de fiestas que describiremos más adelante. En el centro de la fachada dos puertas de acceso al cinematógrafo, dejando entre estas y las anteriormente citadas espacio para las taquillas y carteleras.


El cine Victoria en su primera época. Gutiérrez Soto hizo alarde de modernidad con esta sencilla fachada que iluminó con tubos de neón dando un aspecto mucho más vanguardista y dinámico que lo que en realidad era.

Nada más traspasar las grandes puertas de entrada encontrábamos el primer vestíbulo, como el resto del edificio era completamente simétrico y en el había dos escaleras que daban acceso al piso principal. Junto a estas otros dos huecos más grandes  de acceso al patio de butacas. El vestíbulo no era muy alto y parte de este estaba bajo la rampa del patio de butacas que llegaba prácticamente hasta la fachada principal. La decoración era sencillísima, suelos de cemento pulido, paredes desnudas, y como único ornamento alguna pequeña moldura circular en los techos que escondían las lámparas de iluminación indirecta. En el centro dos pilares soportaban el peso de los pisos superiores y vigas al descubierto.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 111 de mi libro "Cines de Barrio"

26 de septiembre de 2011

EL CINE ASTORIA DE VICALVARO

           El arquitecto Antonio Querejeta proyectó en el año 1948 un local para proyecciones cinematográficas y representaciones teatrales, en un solar propiedad de don Godofredo Boira, situado en la esquina de las calles José Antonio y Nicomedes Llorente en el término municipal de Vicálvaro, en esa época aún no anexionado a la capital.
El local que se proyectaba tenía un aforo de 496 espectadores en una sola planta con localidades de preferencia y general repartidas en 2435 m3 por lo que el espacio por espectador equivalía a 4,8 m3.
El edificio que se construiría en esquina, tenía dos fachadas, la de menor tamaño a la calle en esos momentos conocida como José Antonio ( la principal del pueblo), dejando la otra cara, la mayor, a la calle lateral donde se instalarían las puertas de desalojo directo del cinematógrafo. Sobre la fachada de la calle principal se construiría una vivienda para el propietario, con entrada directa e independiente a través de una puerta situada en un extremo de esta.  En el centro de la misma cara, se ubicarían las puertas de entrada al local, de 4 metros totales de anchura que sumadas a las otras dos laterales de las mismas dimensiones, superaban con demasía las longitudes establecidas por el reglamento para locales en poblaciones menores a 50.000 habitantes.


Fachada principal a la calle de José Antonio.

                En la planta principal se configuraron cinco huecos de ventana correspondientes a la vivienda del propietario, dejando el resto de servicios y  proyección, con ventilación a  la calle lateral o desde un patio creado al efecto en el interior de la finca.
                En la calle lateral y ocupando prácticamente la totalidad de la parcela, se construyó el patio de butacas dejando hueco en sus fachadas para las dos salidas de emergencia anteriormente mencionadas y una puerta más en su extremo para acceso directo al escenario y camerinos. En  la parte posterior  y tras el edificio quedaba un pequeño solar de la propiedad que no sería edificado.


Fachada lateral a la calle de Nicomedes  Llorente.

                Con armadura de hormigón armado se levantaría la estructura del local, cubriendo sus paramentos con ladrillo cerámico de un pie de espesor revocado a la catalana y pintado en tonos claros. El tejado se soportaría con cerchas de hierro cubriéndose con chapa, forjando un cielorraso de doble tablero de rasillas sobre el que se apoyarían las tejas.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 207 de mi libro "Cines de Barrio"

10 de septiembre de 2011

EL CINE CALIFORNIA (Catalepsia)

         En el año 1948, cuando aún resonaban en la cabeza de muchos madrileños la sirena antiaérea, el castizo barrio de Argüelles que había sido destruido en gran parte por los bombardeos, intentaba poco a poco recobrar la normalidad. En la calle de Andrés Mellado nº 53, en un pequeño solar de planta trapezoidal se levantaría un nuevo edificio a cargo de los arquitectos Manuel Ruiz  de la Prada y José Gómez Mesa, en cuyo patio interior se instalaría el nuevo cine California. La construcción realizada en perfecta simetría, eran en realidad dos inmuebles pegados que componen en  la actualidad los números 53 y 55 de la calle. En el centro de los dos portales de acceso a las viviendas se dejó un hueco grande desde donde se accedía al patio interior de la finca en el que se construiría el patio de butacas. La planta del local era muy similar a la utilizada hacia unos años en el Cine Calatravas de la calle Alcalá ya que en ambos proyectos un largo pasillo nos conducía hasta el patio de butacas.


Planta calle del nuevo cine California.

        La parte ocupada por los accesos era casi superior a la ocupada por el patio de butacas, pero al ser una sala interior y sin salidas directas a ninguna calle era la única forma de poderlo establecer en ese lugar.  La portadilla de entrada no era más que un hueco de unos cinco metros de fachada cubierto con una pequeña marquesina donde se colocaron las letras anunciadoras de la sala, bajo esta, un pequeño porche donde separados por un pilar se encontraban las dos puertas de tres hojas cada una que servían de entrada y salida a la sala. Este pequeño porche estaba adornado con mármoles y vitrinas metálicas donde se anunciaba la película en cartel. Atravesando la puerta situada en el lado izquierdo y tras el pilar anteriormente citado se encontraba la taquilla a la cual se accedía desde el lado contrario por el pasillo de salida. El largo y amplio pasillo de entrada-salida se había solado con mármoles italianos de dos colores, blanco y rosado formando cuadros al igual que en las paredes donde además se habían colocado grandes espejos para darle aún más amplitud al espacio. Para los techos se eligió planos lisos de escayola donde iban insertos los plafones de iluminación.


El vestíbulo y las puertas de acceso desde la calle en su estado inicial.

        Al llegar al fondo del corredor este se ampliaba, dejando en uno de sus extremos una escalera de acceso al  sótano donde se encontraban los servicios de calefacción y ventilación de la sala además de los aseos para caballeros y señoras. Frente a esta escalera otra que subía a un segundo vestíbulo bajo el entresuelo donde a su vez se había instalado el bar como en tantas otras ocasiones. El acceso a la cabina de proyección se realizaba desde este mismo vestíbulo y aunque en un proyecto inicial iba colgada del techo de la sala con posterioridad fue modificado recortando el número de localidades y colocándolo entre las últimas filas del entresuelo. [...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 200 de mi libro "Cines de Barrio"

8 de agosto de 2011

EL TEATRO-CLUB RECOLETOS ( El teatro más pequeño de Madrid)

                Aunque en este blog hablamos siempre de locales cinematográficos, en esta ocasión vamos a hacer una excepción. Nos centramos hoy en el Teatro Club Recoletos, que ocupó un local en las plantas sótano de un edificio que se había construido recientemente en el número 16 del madrileño paseo de Recoletos.
                Corría el Año 1955 cuando los empresarios Carmen Troitiño y Manolo Benítez Sánchez, adquieren un local en sótano, que llevaba anunciándose en prensa desde hacía ya algunos años como ideal para sala de fiestas. El proyecto de reforma en teatro corrió a cargo de Manuel Ródenas que acompañado del decorador Luis García de la Vega, trasformó el diáfano local en la sala para representaciones teatrales más pequeña de la capital española.
                La entrada al local era muy austera y se encontraba en el lateral derecho de la fachada del edificio, una pequeña puerta de no más de dos metros de ancho era el único acceso al teatrillo. Nada más traspasar la puerta y tras un pequeño vestíbulo estaban las escaleras de acceso a la planta sótano. Al llegar al primer nivel encontrábamos el amplio vestíbulo, que a pesar de no ser muy grande lo parecía, ya que uno de sus laterales estaba completamente forrado con  lunas de cristal, frente a estas, grandes tapices decoraban sus paredes. Los techos no eran muy altos y estaban decorados con mucha sencillez, en ellos se había escondido la iluminación que se realizaba de una forma indirecta. Bajo el tiro de escalera principal se encontraba guardarropía y un pequeño hueco donde se había instalado una librería donde se podía adquirir obras literarias. En el otro extremo y frente a la tienda, se ubicaba el bar, que se desarrollaba en forma circular y estaba decorado con mucha sencillez y funcionalidad. Desde este vestíbulo se tenía acceso a las localidades de entresuelo del pequeño teatro a través de dos huecos a ambos lados de este. El entresuelo que se desarrollaba en forma  de herradura,  contaba con 53 butacas colocadas estratégicamente para una perfecta visión. Desde el vestíbulo se podía  también acceder a los servicios para caballeros y señoras de esa planta.

  Una imagen del vestíbulo tomada desde la escalera de acceso principal.

 Planta entresuelo o primer sótano del Club Recoletos.

El resto de la planta estaba ocupada por los aseos femeninos y masculinos que contaban con ventilación directa a un patio interior de la finca. Además desde uno de los laterales del entresuelo se podía acceder a un cuarto de control e iluminación del que partía una escalerilla que bajaba hasta el espacio escénico.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 238 de mi libro "Cines de Barrio"

12 de diciembre de 2010

EL CINEMA ROYALTY O ROYALTI. (Después conocido como Colón.)



En 1913 el empresario don Pedro Vilata Vals encargó un proyecto al arquitecto D. José Espelius, para un nuevo local de proyecciones cinematográficas que se edificaría en la madrileña calle de Génova nº 6. El local de planta completamente rectangular quedaría atrapado entre dos edificios complicando la planificación de sus accesos, los cuales fueron resueltos con acierto pero estrechando la superficie dispuesta para albergar a los espectadores. El edificio fue construido con ladrillo macizo y forjado de hierro siendo su distribución completamente simétrica.  José Espelius se decantó para la construcción de la fachada de este inmueble por los aires más vanguardistas del momento, plasmando en ella un rotundo estilo art nouveau con detalles del modernismo catalán. La fachada estaba compuesta por tres alturas, dos de ellas destinadas a vestíbulos y tránsito de espectadores y la tercera a la cabina y cuarto del proyeccionista. El arquitecto realizó en su fachada un gran hueco central rematado con un arco de medio punto en el que se instalaron grandes cristaleras que llenaban de luz los espacios, sobre este, unas gigantescas letras de piedra artificial resaltaban indicándonos el nombre del local, ROYALTY. La parte superior estaba rematada por palmetas modernistas y a ambos lados del gran arco dos jarrones. El hueco central estaba decorado por cuatro pilastras que lo dividían en tres huecos menores y sobre la puerta de entrada se extendía un balcón con baranda de hierro modernista que servía a su vez de marquesina.  

Alzado real del cine Royalty.


Proyecto de la fachada para el cine Royalti.
     
La gran puerta central daba paso al vestíbulo principal, muy pequeño y desde donde arrancaban dos tiros de escalera, bajo los cuales estaban instalados las taquillas y huecos de paso a otros vestíbulos longitudinales que recorrían la sala hasta su fondo y que servían  de desalojo y entrada al patio de butacas por medio de diez puertas laterales. Al fondo de sendos pasillos se encontraban los aseos para hombres y mujeres. En el centro del vestíbulo principal había otra puerta de entrada al patio de butacas, desde la cual nacía un pasillo que partía en dos la sala y corría hasta la pantalla.


Planta baja del local en su primera época.

El patio de butacas  tenía mucha pendiente hacia la pantalla evitando de esta forma la pérdida de visión, aunque dos columnas de forja que sujetaban el entresuelo suprimían varias localidades de las últimas filas. Contaba con un aforo total de 900 localidades. Interiormente la sala estaba decorada del mismo modo que la portada, esgrafiados modernistas sobre puertas y ventanas y trabajadas barandas de hierro en los palcos superiores. El techo de la sala era muy alto, inclusive demasiado alto lo que daba una sensación de pérdida espacial que el arquitecto solucionó colocando grandes lámparas de araña con tulipas de cristal. El techo tenía molduras de escayola y florones del mismo material. La pantalla de grandes dimensiones se encontraba ligeramente alzada del suelo dejando en la parte inferior un hueco para la orquesta que amenizaba las proyecciones e intermedios.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 173 de mi libro "Cines de Madrid"

25 de noviembre de 2010

EL FRONTON MADRID. (En memoria de un difunto.)

Hace unas semanas me disteis esta maravillosa idea, ¿Por qué no escribir algo acerca de los frontones de la capital? Bien cierto es que era otro de los grandes entretenimientos de los madrileños, así que solo por hoy este blog se llama: ¿Dónde están los frontones de Madrid?
El frontón Madrid se construyó en una calle estrecha y céntrica de la capital, que a su vez tenía gran atractivo comercial y era uno de los focos de divertimento de los madrileños. El cine Ideal en una de sus esquinas, en la otra el Teatro Odeón o Calderón, un poco más abajo el teatro-cine Fígaro y prácticamente frente a este, el frontón Madrid. El nuevo edificio era propiedad de Ildefonso Anabiarte, propietario del frontón Moderno que se encontraba en ese momento en el otro lado de la calle y que después de la apertura de su sucesor, sería derribado construyendo en su lugar el teatro-cine Fígaro, propiedad del mismo. El nuevo local era un proyecto del arquitecto Eduardo Lozano Lardet, el mismo que un año antes había diseñado el Cine San Carlos de la calle de Atocha. El edificio se construyó sobre un solar con bastante profundidad lo que haría proyectar su cancha perpendicularmente al eje de la calle del Doctor Cortezo, dejando en la fachada principal los accesos, salones de cafetería y restaurante.    
La portada se había realizado en ladrillo macizo visto, con abultados en piedra artificial en jambas y dinteles de todos sus huecos, destacaba espe-cialmente las alegres vidrieras de colores instaladas en sus ventanas de todas sus plantas. El edificio contaba con un largo patio lateral que llenaba de luz el local, además de una bóveda de cristal y hierro por la que entraba la luz a raudales. La entrada al local se podía realizar desde cinco huecos, los laterales con entradas directas a graderíos y restaurante, y tres centrales con acceso a la cancha, estando todos ellos comunicados entre si. El primer hueco y más a la izquierda, era la entrada al salón de té de la primera planta y restaurant de la segunda.

Fachada del Frontón Madrid.

Planta baja del nuevo frontón Madrid.

Traspasando esta puerta nos encontrábamos un amplio vestíbulo, con el techo muy alto y solado de mármol, al igual que las escaleras que arrancaban a su izquierda. En el otro extremo una puerta grande de comunicación al vestíbulo central e instalado en el hueco de la escalera un ascensor que subía hasta la planta de azoteas, donde estaba la terraza de verano. El segundo vestíbulo o central que  tenía tres puertas a la calle, era el más amplio y en él se encontraba el acceso a la cancha que se hacía a través de una escalinata de dos tiros, bajo la cual se instaló una fuente. Encontrábamos en este espacio las taquillas de apuestas construidas en madera y que se encontraban junto a la puerta de entrada central. Las paredes estaban decoradas con sencillez, en ellas había hornacinas con modernos jarrones, los suelos al igual que el otro vestíbulo eran de mármol y los techos tenían molduras de escayola y florones. 
Una imagen del vestíbulo principal.

En el lateral derecho de este vestíbulo arrancaba una escalinata de cinco peldaños que confluía con la que partía junto a la puerta del quinto hueco o lateral derecho y que subía hasta la planta de entresuelo donde estaban las gradas. Justo al lado de esta escalinata quedaba un paso al vestíbulo lateral inferior, construido bajo la rampa del primer graderío y que servía de accesos a este en toda su longitud por huecos con escalera.


Vista tomada desde el vestíbulo lateral. Desde este lugar se veía parte del vestíbulo central y en él estaban instalados el guardarropa y un pequeño bar.
 
Este vestíbulo era muy largo y se extendía paralelamente a la cancha quedando iluminado cenitalmente por seis ventanas con vidrieras que daban a un patio lateral. El suelo era de baldosín hidráulico, y las paredes estaban decoradas con pinturas de colores muy vivos, en este espacio había además del guardarropa, un pequeño bar y un local para peluquería-barbería. Al fondo estaban los aseos y una escalera posterior que conducía a las tribunas y gradas de los pisos más altos. También había otra escalera de servicio para acceso al contador de pista, a los vestuarios de los pelotaris y demás servicios del frontón. Como hemos mencionado anteriormente se podía acceder a las gradas a través de tres escaleras desde el vestíbulo lateral o bien directamente a la cancha desde el vestíbulo principal, siendo estas capaces para un desalojo muy rápido y ordenado en caso de siniestro.
 

Imagen de parte del graderío del nuevo frontón Madrid. Obsérvese los accesos, al fondo desde el vestíbulo principal o a través de las escaleras desde el vestíbulo lateral.

El edificio estaba construido con estructura de hierro y fábrica de ladrillo, lo cual le confería una presencia muy liviana y esbelta. La disposición de las localidades en la planta de cancha se hizo en ocho filas de butacas, en la planta primera se dividió en pequeños palcos o tribunas con sillas movibles y la tercera era un amplio graderio con mucha pendiente y de entrada general, sumando en su totalidad 1500 localidades. Las butacas eran basculantes, sistema innovador que ahorraba mucho espacio, patentadas por del señor Anabiarte 



Una imagen del vestíbulo lateral de la planta primera.

Estas gradas, tanto en la planta de entresuelo, principal o primera tenían acceso y desalojo desde los dos tiros de escalera situados a ambos lados, además de un ascensor para las localidades más altas. Contaba con todos los adelantos del momento y servicio de cafetería en las propias localidades el cual se realizaba desde el propio restaurant por medio de montacargas y montaplatos. La cancha cumplía sobradamente las medidas reglamentarias, contando con una longitud de 33 metros, los cuales estaban cubiertos por una amplia bóveda de hierro y cristal a dos aguas, donde se había instalado además un modernísimo sistema de luz artificial proporcionada por 80.000 bujías que junto al resto distribuidas por las demás plantas, hacían un total de 120.000 lámparas. Las gradas se alzaban hasta la altura de la segunda planta y sobre estos se había instalado un amplísimo ventanal corrido con orientación norte, que reforzaba la iluminación interior. Todas las puertas y ventanas contaban con vidrieras de colores que filtraban la luz y llenaban el espacio de tonos muy alegres.


Una inigualable imagen de la cancha de juego. Al fondo la jaula del marcador, lateralmente los accesos a pista y localidades, y sobre los graderíos el gran ventanal que iluminaba cenitalmente el espacio.
Obsérvese en la parte superior justo en el centro del techo, el amplísimo lucernario que al caer el sol se iluminaba artificialmente.

Como hemos comentado anteriormente se podía realizar un acceso independiente al salón de té y al restaurant, no por ello único ya que también era posible acceder desde las plantas del propio frontón, de tal forma que podrían funcionar de manera autónoma. La escalera como hemos comentado anteriormente, subía hasta la planta primera donde se instaló el salón de té, estando completamente iluminada por amplísimos ventanales con vidrieras a la calle principal, teniendo una elaborada baranda de hierro con formas geométricas con pasamanos de madera pulimentada.


Una imagen de la escalera.

El salón de té de la planta primera.

Sobre el salón de té y ocupando idéntico espacio se instaló el restaurant, que como hemos dicho anteriormente recibían luz del exterior por una de sus caras, y compartían cocina con acceso por escaleras de servicio y montaplatos. Sobre estas dos plantas se hallaba una amplia terraza hasta donde se desplazaban en las tardes y noches de verano, las meriendas y cenas.



El salón restaurante en el que no faltaba un solo detalle.


Vista del nuevo frontón tomada desde el otro lado de la calle.

El local se inauguró con todos los honores el día 5 de junio de 1929, acto que recogieron los más importantes periódicos de la época.



Varias publicaciones haciéndose eco de la apertura del nuevo local.

Funcionó más de cuarenta años ininterrumpidamente, pasando por algunos altibajos producidos por la guerra civil o la fragilidad del país, siendo el único local que llegó hasta los años 70. Es en esa fecha cuando se realiza una importante reforma  de modernización, volvió ha funcionar aunque tuvo algunos problemas con los propios empleados en los años 70 como se puede comprobar en el siguiente video.
Finalmente se cerró debido principalmente a su baja actividad en los primeros años 80. Con posterioridad se utilizó como  rin de boxeo tal y como aparece en la película "El Crack" 1981 de Jose Luis Garci, o como improvisada sala de conciertos en contadas ocasiones como la del día 28 de Junio de 1981 cuando actuó en el local Barón Rojo. 



Dos escenas del film "El crack" (1981) 
Después paso muchísimo tiempo cerrado, sus fachadas estaban grises, sus letreros habían perdido alguna de sus letras, sus ventanas estaban abiertas de par en par, y tan solo se veía una oscuridad misteriosa en su interior. En su ultima época se utilizaba como almacén de materiales de construcción e incluso se realizó una reforma de reconversión para la cual se dividio la pista creandose una nueva plataforma en lo más alto y aislando los lucernarios. Según nos han contado en un comentario anónimo pudiera tratarse de un proyecto de reconversión en pistas de padel o squash pero no llegó a ver la luz.


Imagen que presentaba el frontón Madrid en 2008.
El hueco que quedó en lo más alto de la cancha y desde donde todavía se podía observar el lucernario donde iban colocadas las 80.000 lámparas. (Fotografia: Pablo Echávarri)


Imagen del lucernario lateral aún intacto después de tantos años. (Panoramio. Fotografia: Pablo Echávarri)
Espeluznante imagen de un montón de maderas carcomidas, antiguas butacas ideadas por el Sr. Anabiarte. (Panoramio. Fotografia: Pablo Echávarri)

En la página Web de RTVE hace unos años daban la siguiente y trágica noticia.
“El Frontón Madrid, inaugurado en 1929, se convertirá en unos meses en un hotel de lujo y en un estacionamiento subterráneo. Termina así la lenta agonía de un edificio histórico, situado a escasos metros de la Puerta del Sol. Cerrado hace veintisiete años en su cancha se disputaron trofeos como el de San Isidro,  que reunió a los mejores pelotaris. Fue el único frontón del mundo con el raro privilegio de contar con partidos de mujeres, las raquetistas. Esas misma mujeres ganaron a finales de los setenta una demanda por despido improcedente y tuvieron que ser readmitidas después de que su empresa, el Frontón Madrid, donde tantos partidos habían jugado, las echara porque eran demasiado mayores y no podían jugar”.


Imagen aérea del frontón Madrid.
   
Este edificio que en un principio estaba catalogado con un alto nivel arquitectónico ha pasado a estar completamente libre salvo su fachada la cual habrá que respetar. Comenzaron las obras de demolición en 2009 y tan solo se conservaron parte de la crujía frontal, que también fue completamente vaciada.

Fachada del frontón Madrid prácticamente derribado en 2010. (Panoramio. Fotografia: Pablo Echávarri)
       
Desoladora imagen de las escaleras de marmol del Fronton Madrid. (Panoramio. Fotografia: Pablo Echávarri.)


Dos imágenes de lo que quedaba del hueco de escaleras y vestíbulo central que con tanto esmero diseñó el Sr. Lozano Lardet.

Imagen interior de la demolición, aún se ve parte del frontón, y la ubicación de los palcos.
En un par de años este edificio estará ocupado por un nuevo y céntrico hotel de lujo con varias plantas de sótano para garaje, con la desaparición de este, que se encontraba prácticamente intacto, tan solo queda en pie el “Beti Jai”, que si no se remedia terminará sucumbiendo bajo la piqueta.

Autor: David Miguel Sánchez Fernández
Fuentes:

- Hemeroteca ABC
- Foro Urbanity, De Madrid al Cielo.
- Biblioteca Nacional:
                    -  Nuevo Mundo.
                    -  Cronica.
                    -  Libertad.
- Panoramio: Fotografias de Pablo Echávarri.
- Revista Nacional de Arquitectura.
                 

21 de noviembre de 2010

YA ESTA A LA VENTA "UN PASEO POR LA CIUDAD LINEAL"

  

A partir de la próxima semana  estará a la venta mi obra "Un paseo por la Ciudad Lineal" en la que se hace un extenso recorrido por las edificaciones más importantes de la desaparecida Ciudad Lineal de Arturo Soria.




Seguramente muchos conozcan “Ciudad Lineal” y sus alrededores, pero tal vez sean muy pocos los que recuerden “La Ciudad Lineal.”  Un título más exacto para esta obra podría haber sido “Rescatando la Ciudad Perdida” por que realmente se trata de un largo trabajo de arqueología, realizado en bibliotecas y hemerotecas. La Ciudad Lineal de Arturo Soria nació como el sueño de un pensador, un hombre adelantado a su tiempo al que se le cerraron muchas puertas, pero que gracias a su perseverancia, consiguió realizar su más ansiado proyecto, “Urbanizar el campo y ruralizar la ciudad”.  Lo que surgió como un ideal en el que  convivirían ricos y pobres, terminó convirtiéndose en la urbanización más importante y saludable de principios del siglo XX, en la que muchos personajes importantes adquirieron su finca bautizándola en hotel o villa. Esta ciudad será por la que pasearemos analizando algunos de los edificios más relevantes: el teatro, el parque de diversiones, la plaza de toros, los estudios CEA, la fábrica de electricidad o su campo de deportes utilizado como improvisado aeródromo. Recorreremos su historia y la de sus protagonistas, hasta llegar a nuestros días, todo esto acompañado de planos y muchísimas imágenes, algunas hasta el momento inéditas, que nos ayudaran a ir encajando las piezas de este gran rompecabezas.

Un paseo por la Ciudad Lineal. 
David Miguel Sánchez Fernández.
Ediciones la Librería.

ISBN: 978-84-9873-098-2

Se puede adquirir en la librería de la propia editorial C/Mayor 80 a partir del día 22, y en el trascurso de la semana en El Corte Ingles, Fnac, La Casa del Libro y librerias habituales. 

14 de noviembre de 2010

EL CINE CARRETAS. ( Del Bazar X a la sala X).


En la madrileña calle de Espóz y Mina junto a la puerta del Sol, existió a principios del siglo XIX un patio de vecinos donde desde hacía ya mucho tiempo se daba cobijo y punto de partida a simones,  diligencias y coches de caballos. Lugar muy céntrico  de paso incesante de viajeros, trajinantes, gañanes y vendedores a los que en ocasiones había que temer más que a los bandidos que se podrían encontrar en el propio camino, según se relataba en “Luz”, el diario de la república.   Con posterioridad ya 1876 el patio fue techado con una elegante cúpula de hierro y cristal, estableciéndose en su interior treinta y cuatro puestos de comerciantes, donde se podía encontrar de todo, conocido como la Exposición Comercial.  Debido al auge en las ventas, se decidió la ampliación del local concediéndole dos nuevas entradas, una desde el callejón de Cádiz  y otra desde la calle de Carretas. El grandísimo bazar donde se podía encontrar prácticamente de todo, estaba formado por diferentes comerciantes, entre los que estaba Federico Ortiz que poseía una de las partes más amplias del negocio y que denominó a su zona, bazar “X”, dando el seudónimo de bazar Mercantil a el resto de los negocios recién ampliados.

Entrada al bazar X  desde la calle de Espóz y Mina nº 6.


Al principio los jueves por la tarde una banda daba conciertos y amenizaba la asistencia  a los clientes. Normalmente cuando alguien iba a la capital, y debido a su cercanía con la puerta del Sol y la Plaza Mayor, siempre pasaba por el bazar X para llevar algún “capricho” o  encargo a un familiar o amigo. Con posterioridad la banda de música fue sustituida por una rondalla de guitarras y bandurrias. Se dice que en este comercio fue donde por primera vez en la capital trabajaron mujeres como vendedoras, y es que sesenta años dieron para muchos cambios y novedades en un Madrid que corría a toda velocidad.
Pronto el local se comenzó a llenar de juguetes de todas las clases, muñecas de porcelana, cartón-piedra, y trapo; trenes de hoja de lata, aviones, marionetas, balones, coches, camiones, libros, pinturas, cuentos. A principio de 1900 el bazar X era el cielo de los niños, ¡cuantos llegarían hasta él acompañados de sus padres y abuelos para ver ese paraíso infantil!

Espectacular imagen de la gran nave central del Bazar X.

Otra imagen de uno de los laterales de la tienda.

A pesar de que sus entradas eran muy austeras y sencillas el interior era espectacular. La gran bóveda central estaba sujeta por una veintena de pilares de forja , las paredes habían sido decoradas con pinturas de colores que animaban a los clientes a realizar sus compras e hipnotizaban a los más pequeños, todo el recinto estaba perfectamente distribuido en pasillos y en él había decenas de vitrinas y estantes donde se exhibían los artículos. El gran espacio estaba inundado de luz solar que penetraba a través de la gran bóveda de cristal y hierro que se había construido en el centro de aquel antiguo patio de vecinos. Pero no todo era tan bonito, cuentan que en los fríos inviernos cuando las nieves se aposentaban sobre su tejado y debido a las diversas entradas que poseía el local y a las corrientes que se sufrían, la temperatura era muy baja y los propios dependientes sufrían problemas de congelación.

Plano de la planta del local. Obsérvese las tres entradas del local.













Sección del local.
Esquema constructivo de la gran cúpula.

Cuenta la prensa de la época que a principios de siglo el alcalde la capital  D. Alberto Aguilera, instauró una pequeña festividad el día de Reyes en la que los niños pobres del asilo de Santa Cristina recibían juguetes que eran traídos por los Reyes Magos de Oriente, que llegaban hasta allí en una pequeña cabalgata. Con los años se comenzó a fomentar el regalar un presente en tan señalado día, y por ello el bazar X aumentaba sus ventas un cien por cien la víspera de este día. Con los años las ventas se comenzaron a adelantar y la temporada se iniciaba a partir del día 8 de diciembre.
        ¡Ya tiene el Corte Ingles a otro que dar las gracias de su negociazo!

Un rincón del paraíso infantil, obsérvese a la izquierda de la imagen las canastillas y cochecitos para muñecas y  la amplia tanda de bicicletas que pendían de su techo.

Pero a principio de los años 30 el bazar X comenzó a ver como descendían sus ventas, y el local empezó a cambiar su género, los juguetes dejaron paso a artículos de menaje y complementos. Finalmente el bazar X cerraría sus puertas en 1934 dejando atrás sesenta años de ilusión y alegrías.

     
Se hizo gran publicidad de su cierre y todos los diarios de la capital anunciaron la clausura de tan emblemático establecimiento. En unos días el local estaba completamente vacío y después de una amarga despedida comenzó la demolición del interior para dejarlo totalmente diáfano.

Los últimos dependientes del bazar X posan en esta instantánea ante su inminente cierre.

El antiguo bazar X ya vacío y a punto de ser derribado.

Los nuevos propietarios, la Compañía Cinemas S.A. quería realizar en el local una nueva sala de espectáculos para proyecciones cinematográficas, para lo que habría que vaciar por completo el antiguo recinto y adecuarlo a su nuevo fin. 


La cúpula se derribó, se desmontaron los pisos y se cavó bajo la rasante, los antiguos pilares de forja se sustituyeron uno a uno por otros nuevos de hierro y fábrica y se dio un aire mucho más moderno a todas las dependencias. El proyecto fue llevado a cabo por los arquitectos José Sanz de Bergue y José Fonseca Llamedo, que hicieron un maravilloso trabajo de reconstrucción e insertaron una sala para más de 1000 espectadores en un local de muy complicada distribución.[...] 

El resto de la información la podrán encontrar en la página 265 de mi libro "Cines de Madrid"