En la madrileña calle de Espóz y Mina junto a la puerta del Sol, existió a principios del siglo XIX un patio de vecinos donde desde hacía ya mucho tiempo se daba cobijo y punto de partida a simones, diligencias y coches de caballos. Lugar muy céntrico de paso incesante de viajeros, trajinantes, gañanes y vendedores a los que en ocasiones había que temer más que a los bandidos que se podrían encontrar en el propio camino, según se relataba en “Luz”, el diario de la república. Con posterioridad ya 1876 el patio fue techado con una elegante cúpula de hierro y cristal, estableciéndose en su interior treinta y cuatro puestos de comerciantes, donde se podía encontrar de todo, conocido como la Exposición Comercial. Debido al auge en las ventas, se decidió la ampliación del local concediéndole dos nuevas entradas, una desde el callejón de Cádiz y otra desde la calle de Carretas. El grandísimo bazar donde se podía encontrar prácticamente de todo, estaba formado por diferentes comerciantes, entre los que estaba Federico Ortiz que poseía una de las partes más amplias del negocio y que denominó a su zona, bazar “X”, dando el seudónimo de bazar Mercantil a el resto de los negocios recién ampliados.
Entrada al bazar X desde la calle de Espóz y Mina nº 6. |
Al principio los jueves por la tarde una banda daba conciertos y amenizaba la asistencia a los clientes. Normalmente cuando alguien iba a la capital, y debido a su cercanía con la puerta del Sol y la Plaza Mayor, siempre pasaba por el bazar X para llevar algún “capricho” o encargo a un familiar o amigo. Con posterioridad la banda de música fue sustituida por una rondalla de guitarras y bandurrias. Se dice que en este comercio fue donde por primera vez en la capital trabajaron mujeres como vendedoras, y es que sesenta años dieron para muchos cambios y novedades en un Madrid que corría a toda velocidad.
Pronto el local se comenzó a llenar de juguetes de todas las clases, muñecas de porcelana, cartón-piedra, y trapo; trenes de hoja de lata, aviones, marionetas, balones, coches, camiones, libros, pinturas, cuentos. A principio de 1900 el bazar X era el cielo de los niños, ¡cuantos llegarían hasta él acompañados de sus padres y abuelos para ver ese paraíso infantil!
Espectacular imagen de la gran nave central del Bazar X. |
Otra imagen de uno de los laterales de la tienda. |
A pesar de que sus entradas eran muy austeras y sencillas el interior era espectacular. La gran bóveda central estaba sujeta por una veintena de pilares de forja , las paredes habían sido decoradas con pinturas de colores que animaban a los clientes a realizar sus compras e hipnotizaban a los más pequeños, todo el recinto estaba perfectamente distribuido en pasillos y en él había decenas de vitrinas y estantes donde se exhibían los artículos. El gran espacio estaba inundado de luz solar que penetraba a través de la gran bóveda de cristal y hierro que se había construido en el centro de aquel antiguo patio de vecinos. Pero no todo era tan bonito, cuentan que en los fríos inviernos cuando las nieves se aposentaban sobre su tejado y debido a las diversas entradas que poseía el local y a las corrientes que se sufrían, la temperatura era muy baja y los propios dependientes sufrían problemas de congelación.
Plano de la planta del local. Obsérvese las tres entradas del local. |
Sección del local. |
Esquema constructivo de la gran cúpula. |
Cuenta la prensa de la época que a principios de siglo el alcalde la capital D. Alberto Aguilera, instauró una pequeña festividad el día de Reyes en la que los niños pobres del asilo de Santa Cristina recibían juguetes que eran traídos por los Reyes Magos de Oriente, que llegaban hasta allí en una pequeña cabalgata. Con los años se comenzó a fomentar el regalar un presente en tan señalado día, y por ello el bazar X aumentaba sus ventas un cien por cien la víspera de este día. Con los años las ventas se comenzaron a adelantar y la temporada se iniciaba a partir del día 8 de diciembre.
¡Ya tiene el Corte Ingles a otro que dar las gracias de su negociazo!
Un rincón del paraíso infantil, obsérvese a la izquierda de la imagen las canastillas y cochecitos para muñecas y la amplia tanda de bicicletas que pendían de su techo. |
Pero a principio de los años 30 el bazar X comenzó a ver como descendían sus ventas, y el local empezó a cambiar su género, los juguetes dejaron paso a artículos de menaje y complementos. Finalmente el bazar X cerraría sus puertas en 1934 dejando atrás sesenta años de ilusión y alegrías.
Se hizo gran publicidad de su cierre y todos los diarios de la capital anunciaron la clausura de tan emblemático establecimiento. En unos días el local estaba completamente vacío y después de una amarga despedida comenzó la demolición del interior para dejarlo totalmente diáfano.
Los últimos dependientes del bazar X posan en esta instantánea ante su inminente cierre. |
El antiguo bazar X ya vacío y a punto de ser derribado.
|
Los nuevos propietarios, la Compañía Cinemas S.A. quería realizar en el local una nueva sala de espectáculos para proyecciones cinematográficas, para lo que habría que vaciar por completo el antiguo recinto y adecuarlo a su nuevo fin.
La cúpula se derribó, se desmontaron los pisos y se cavó bajo la rasante, los antiguos pilares de forja se sustituyeron uno a uno por otros nuevos de hierro y fábrica y se dio un aire mucho más moderno a todas las dependencias. El proyecto fue llevado a cabo por los arquitectos José Sanz de Bergue y José Fonseca Llamedo, que hicieron un maravilloso trabajo de reconstrucción e insertaron una sala para más de 1000 espectadores en un local de muy complicada distribución.[...]
El resto de la información la podrán encontrar en la página 265 de mi libro "Cines de Madrid"