En el año 1948, cuando aún resonaban en la cabeza de muchos madrileños la sirena antiaérea, el castizo barrio de Argüelles que había sido destruido en gran parte por los bombardeos, intentaba poco a poco recobrar la normalidad. En la calle de Andrés Mellado nº 53, en un pequeño solar de planta trapezoidal se levantaría un nuevo edificio a cargo de los arquitectos Manuel Ruiz de la Prada y José Gómez Mesa, en cuyo patio interior se instalaría el nuevo cine California. La construcción realizada en perfecta simetría, eran en realidad dos inmuebles pegados que componen en la actualidad los números 53 y 55 de la calle. En el centro de los dos portales de acceso a las viviendas se dejó un hueco grande desde donde se accedía al patio interior de la finca en el que se construiría el patio de butacas. La planta del local era muy similar a la utilizada hacia unos años en el Cine Calatravas de la calle Alcalá ya que en ambos proyectos un largo pasillo nos conducía hasta el patio de butacas.
Planta calle del nuevo cine California.
La parte ocupada por los accesos era casi superior a la ocupada por el patio de butacas, pero al ser una sala interior y sin salidas directas a ninguna calle era la única forma de poderlo establecer en ese lugar. La portadilla de entrada no era más que un hueco de unos cinco metros de fachada cubierto con una pequeña marquesina donde se colocaron las letras anunciadoras de la sala, bajo esta, un pequeño porche donde separados por un pilar se encontraban las dos puertas de tres hojas cada una que servían de entrada y salida a la sala. Este pequeño porche estaba adornado con mármoles y vitrinas metálicas donde se anunciaba la película en cartel. Atravesando la puerta situada en el lado izquierdo y tras el pilar anteriormente citado se encontraba la taquilla a la cual se accedía desde el lado contrario por el pasillo de salida. El largo y amplio pasillo de entrada-salida se había solado con mármoles italianos de dos colores, blanco y rosado formando cuadros al igual que en las paredes donde además se habían colocado grandes espejos para darle aún más amplitud al espacio. Para los techos se eligió planos lisos de escayola donde iban insertos los plafones de iluminación.
El vestíbulo y las puertas de acceso desde la calle en su estado inicial.
Al llegar al fondo del corredor este se ampliaba, dejando en uno de sus extremos una escalera de acceso al sótano donde se encontraban los servicios de calefacción y ventilación de la sala además de los aseos para caballeros y señoras. Frente a esta escalera otra que subía a un segundo vestíbulo bajo el entresuelo donde a su vez se había instalado el bar como en tantas otras ocasiones. El acceso a la cabina de proyección se realizaba desde este mismo vestíbulo y aunque en un proyecto inicial iba colgada del techo de la sala con posterioridad fue modificado recortando el número de localidades y colocándolo entre las últimas filas del entresuelo. [...]
El resto de la información la podrán encontrar en la página 200 de mi libro "Cines de Barrio"