Hace ya muchos años que
hablé acerca de este maravilloso edificio y en concreto de su espectacular sala
de proyecciones, pero como no puedo parar de revolver y revolver vuelvo a
encontrar en muchísimas ocasiones material inédito, que creo debería darse a conocer
o al menos desempolvarse para deleite de todos vosotros, de todos mis
seguidores y en definitiva de toda esa gente que echáis de menos esas salas en
las que no solo se iba a disfrutar de una buena película.
Permitirme no obstante
que me utiliza parte del texto que en su día formó parte del artículo original
para apoyarme un poco en la historia, a la que voy a añadir muchos detalles y
sobre todo maravillosas fotos. Espero que os guste.
El edificio durante su construcción allá por 1928
El arquitecto Pedro Muguruza Otaño, realizó en el año 1924 un
ejemplar proyecto para este edificio multifuncional, en el que además de las
propias oficinas y salones de recreo para los asociados a la prensa madrileña,
se instalaría en él viviendas de alquiler, varias tiendas, oficinas
particulares, cafeterías y restaurantes, una sala de fiestas y por supuesto una
excepcional sala de proyecciones cinematográficas.
El proyecto que fue desestimado en varias ocasiones, finalmente
fue aceptado y comenzaron sus obras de construcción. La primera piedra de este
inmueble la colocó SSMM el rey don Alfonso XIII el día 11 de Julio de 1925, y
este mismo dio por inaugurado el edificio cuatro años después exactamente el
día 2 de enero de 1929.
Lo realmente cierto es que el solar sobre el que se construyó
el cine de la Prensa, de forma triangular era de muy difícil distribución, es
por ello que el Sr. Muguruza conformó el espacio en tres partes claramente
diferenciadas. La primera sería una alta torre como hemos comentado
anteriormente de quince plantas de altura y con fachadas a la plaza del Callao
nº 4 con vuelta a la calle de Miguel Moya nº 1, la segunda un bloque anexo a la
alta torre de nueve plantas, de mayor superficie que el anterior y forma
trapezoidal, con fachadas al tercer tramo de la Gran Vía con vuelta a la calle
de Tudescos nº 2, y la tercera, la que nos ocupa era simplemente una nave
adjunta a los dos edificios anteriores y que cerraba el triángulo de las calles
Miguel Moya y Tudescos, donde realmente se construyó el cinematógrafo.
El acceso a dicha sala se hacía en esta ocasión de una forma
un tanto peculiar, ya que no contaba con una gran portada en la fachada
principal del edificio, sino que compartía el gran atrio de entrada al edificio
con el resto de negocios y oficinas. En la parte interior se construyó un
vestíbulo conjunto en el que se instalaron las taquillas, y que en forma de
herradura tenía salida a las calles de Tudescos y Miguel Moya. A ambos extremos
de este vestíbulo se instalaron las escaleras de acceso a las plantas superiores,
concediendo mayor importancia a la de la calle Tudescos, donde además se habían
instalado un par de ascensores ultrarápidos.
El proyecto de muy difícil solución dio como resultado una
sala en la planta primera, y con graderíos a la altura de la planta cuarta,
algo que se convirtió en laberintico y lento los accesos, y que hizo que el
esta sala a pesar de su belleza no contase con la total aprobación del público.
El edificio recién terminado y en todo su esplendor a finales
de los años 20.
Salvando una la altura
de seis metros que era la que tenía la planta calle, se encontraba otro
vestíbulo donde se hallaba una única puerta lateral de entrada al patio de
butacas, en él hacía parada también los dos ascensores ultrarápidos. Existía
otro tiro de escalera en el otro extremo que tenía acceso al patio de
butacas y que continuaba el recorrido hasta la planta de entresuelo.
El espacio ocupado por las localidades del patio tenía forma
de abanico ideal para este tipo de espectáculos, lo cual garantizaba una
perfecta visión desde cualquiera de las 750 butacas que lo componían, a pesar de que había dos pilares que soportaban
el balcón del entresuelo.
Planta de entresuelo donde se instaló
la platea del cine. Obsérvese los diferentes grupos de escalera de acceso al
local.
Las paredes de la sala estaban decoradas con un exquisito
gusto, en ellas resaltaban especialmente los detalles realizados en molduras de
escayola con motivos góticos pintados en tonos oscuros y dorados. Merecía mención
aparte los elaborados trabajos de huecos para puertas, donde no faltaba ni un
solo detalle. Sin duda alguna los espectadores se quedarían boquiabiertos al
ver los maravillosos artesonados de los techos y la embocadura. El suelo que
tenía mucha inclinación hacía la pantalla se había realizado en tarima de
madera tratada ignifuga y se había decorado con caras alfombras. En ambos
laterales existían un hueco con balcón a la calle, posiblemente diseñado para
ventilar y dar algún tipo de iluminación natural a la sala.
Detalle del hueco al balcón de la
calle Tudescos, obsérvese que la perfecta ejecución del proyecto.
Todas las miradas se dirigían a la preciosa embocadura en
forma de arco de medio punto que se había decorado con una ancha moldura de
escayola pintada en color dorado, y que escondía un gran juego de lámparas de
incandescencia de diferentes colores, que de forma indirecta iluminaban la sala
a voluntad del operador. Al fondo, y sobre un profundo escenario se encontraba
la pantalla, que se cubría con un telón de color burdeos.
Maravillosa imagen tomada desde uno de los laterales del entresuelo, donde se ve la embocadura y los detalles de molduras en techo y hornacinas. Foto ABC.
El local estaba preparado para realizar obras teatrales, contaba
con un escenario de más de diez metros de fondo, peine y telares donde se
sustentaba la pantalla de proyección, camerinos, y una pequeña zona de
almacenaje. A esta parte trasera de la pantalla se accedía desde una escalera
de servicio que partía desde el chaflán que se producía en la intersección de
las calles de Miguel Moya y Tudescos.
Desde ese mismo acceso trasero se subía hasta la segunda planta donde se había instalado la cabina del operador, que de forma singular y muy poco usada, realizaba la retroproyección, es decir que se hacía desde el otro lado de la pantalla, teniendo que usar varios sistemas de espejos y lentes para invertir la imagen.
En un principio el escenario había sido diseñado con una plataforma giratoria que servía para un instantáneo cambio de decorado en un abrir y cerrar de ojos, pero debido al poco espacio escénico con el que contaba el local se olvidó esta idea pasando a ofrecerse únicamente proyecciones cinematográficas.
El acceso a la planta segunda o de entresuelo de butacas se realizaba por la mencionada escalera que conducía al patio de butacas, por su opuesta que subía desde la planta baja hasta la segunda o por los ascensores ultrarrápidos. Todos los accesos conducían a un vestíbulo de descanso que en forma de arco daba acceso por los dos extremos a las localidades de entresuelo preferentes. Este espacio se decoró de una forma muy elegante, suelos de tarima de madera de roble colocada en espiga, techos con bóvedas y arcos, hornacinas, caros muebles y una muy sutil iluminación indirecta.
Dos imágenes del amplio vestíbulo de entresuelo. Obsérvese la
decoración, sobria y clásica de la que pretendía ser la mejor sala de
proyecciones de la Gran Vía. Foto ABC
En este piso y separadas por una barandilla metálica encontrábamos
las localidades de preferencia y las de general, se contaban por número de setecientas cincuenta y se extendían en forma
de brazos hasta la embocadura del escenario. Estas localidades laterales de
proscenio eran prácticamente inservibles para el espectáculo cinematográfico
puesto que la visión era nula.
Plano de la planta primera y segunda de
entresuelo, las más altas del cine, en el proyecto que no se llegó a realizar.
La cubierta de la sala se realizó enteramente en hormigón
armado, siendo esta practicable desde la planta tercera, alzándose en la parte
posterior un casetón que acogía la parrilla del telar, el peine y resto de servicios de la escena.
Plano de sección del proyecto que no se llegó a realizar
Plano de sección del proyecto que no se llegó a realizar
En lo alto del rascacielos y de forma muy estratégica fueron
situados varios carteles gigantescos con la palabra CINE que se iluminaban con neón
rojo y que eran visibles desde centenares de metros de distancia. Como único
reclamo más contaba con dos grandes vitrinas a ambos lados de la puerta
principal, donde aparecían los afiches de las películas en exhibición.
El local se inauguró como habíamos mencionado anteriormente el día 2 de enero de 1929 con la proyección de la película “El destino de la carne” bajo la dirección de la empresa Sagarra, líder en el sector, acto al que fueron invitados de honor los reyes de España acompañados por el presidente de la Asociación de Prensa don José Francos Rodríguez.
El Palacio de la Prensa en todo su
esplendor. Obsérvese detalles del cartel en su azotea y su sencilla entrada.
Una multitud despide al presidente de la Asociación de la Prensa, José Francos Rodríguez, médico y alcalde de Madrid. La escena es del 15 de julio de 1931.
Durante la contienda
el cine mantuvo abiertas sus puertas, a pesar de ser bombardeado en varias
ocasiones. Se llegaron a contar 36 impactos en sus fachadas, a pesar de lo cual
el cine no tuvo que suspender su programación.
El cinema de la
Prensa funcionó con regularidad, aunque sus asistentes reclamaron en varias
ocasiones la impuntualidad en sus
proyecciones debido a que el ascenso a las localidades se hacía eterno.
Mientras el resto de cines de la Gran Via continúan su recorrido con afluencia de publico el cine palacio de la Prensa comienza a menguar su asistencia, es por ello que se plantea su reforma, la primera que se realizará de una forma drástica en la gran avenida.
Mientras el resto de cines de la Gran Via continúan su recorrido con afluencia de publico el cine palacio de la Prensa comienza a menguar su asistencia, es por ello que se plantea su reforma, la primera que se realizará de una forma drástica en la gran avenida.
Desde enero de 1940
hasta diciembre de 1941 el cine de la Prensa desaparece de los diarios, y cierra
durante algunos meses por obras, momento en el que se añade una amplia marquesina
en su frente y dos taquillas a ambos lados de la puerta principal en pequeñas hornacinas creadas al efecto.
La entrada al cine de la Prensa recubierta de los grandes cartelones
pintados con el programa en proyección. En la imagen se puede apreciar las
taquillas a ambos lados de la entrada.
Hoja del Lunes, 29
de Septiembre de 1941, programa inaugural del nuevo cine de la Prensa.
Transcurridos algunos años más, ya en el año 1954 el cine cierra nuevamente sus puertas para esta vez sí, reconvertirse en uno de los mejores cines de Madrid.
El viernes 15 de enero se publicita su último programa con la
proyección de la cinta “El pórtico de la Gloria”, a partir de ese momento el
cine cierra sus puertas durante casi once meses.
La reforma correría a cargo del arquitecto don Enrique López
Izquierdo y la dirección del local pasaría a ser de la empresa de don Julián Reyzabal.
Se hizo una demolición completa del interior de la primitiva sala, desde los suelos hasta los techos, paramentos y escaleras configurándose una nueva sala de aspecto completamente diferente.
Se hizo una demolición completa del interior de la primitiva sala, desde los suelos hasta los techos, paramentos y escaleras configurándose una nueva sala de aspecto completamente diferente.
El acceso que se seguía haciendo desde la portada principal de la plaza del Callao nº 4 corría por el atrio del edificio hasta las puertas de acceso al propio cine. Estas daban paso a un gran vestíbulo que en realidad era el testero de la sala, decorado con modernidad.
Los suelos se revistieron de piedra artificial, de sus techos pendían hermosas lámparas de
araña que reforzaba la luz fluorescente que de una forma indirecta nacía de las
molduras, uno de sus muros se decoró con
lajas de mármol de diversas tonalidades, y su contrario con maderas nobles de
Guinea, acanalada verticalmente, dejando en su centro un gigantesco diván
presidido por un exuberante espejo. Varias vitrinas decoraban la sala en las
que se exponían afiches de próximos estrenos.
Un aspecto del vestíbulo principal del
moderno cine de la Prensa de 1954. Al fondo una puerta de desalojo a la calle
de Tudescos. (Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.)
En uno de los extremos del vestíbulo, junto a la salida de emergencia a la calle de tudescos se había instalado una pequeña barra de bar y el ambigú. A su lado unas escaleras de acceso directo al club y frente a esta, un vestíbulo donde se encontraba el tiro de escalera principal que recorrían todos los pisos del cine y los ascensores.
En el extremo opuesto otra salida en este caso a la calle de
Miguel Moya, a su lado unas escaleras vomitorio al club y frente a estas otras
dos, una de acceso directo a las plantas superiores, bajo las cuales se había
dado cabida a guardarropía, y otra de acceso directo única y exclusivamente a la
planta primera o club.
Dos imágenes inéditas del vestíbulo del moderno cine de la
Prensa, y detalle del pequeño hueco destinado a guardarropía.
Dos puertas en el centro del vestíbulo daban paso al patio de
butacas, donde sendos pasillos recorrían la sala hasta la pantalla, repartiendo
en cómodas butacas a setecientos espectadores. La sala era realmente moderna y
eficaz, se habían dispuesto cinco salidas de emergencia a la calle de Miguel
Moya, y otras dos a la de Tudescos, superando las reglamentarias y confiriendo
mayor seguridad al local.
Tres impresionantes imágenes del
interior del patio de butacas del cine de la Prensa tomadas desde
diferentes ángulos.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.)
Varias imágenes tomadas desde el club del local donde se
observa ordenada y sencilla colocación de las localidades.
El techo de la sala se había realizado con cuatro planchas de
escayola abovedadas, cóncavas y convexas pintadas en tono marfil, para una
correcta propagación y distribución del sonido.
En la planta primera se da acceso inmediato a lo más alto del
club desde el mismo tiro de escaleras, sin vestíbulos, quedando en la parte
inferior del mismo, dos vomitorios laterales al vestíbulo principal tal y como
habíamos señalado anteriormente. Entre ambos grupos de escaleras y en la planta
primera del edificio se habilito un espacio para la cabina de proyección, a la
que se podía acceder desde el propio cine o desde el interior del edificio.
Contaba con cuarto del operador, repaso, aseos, oficina, y un amplio cuarto de
proyección. Se instalaron cuatro proyectores, dos en formato 35 mm Cinemascope
y dos más de 70 mm. Contaba además el local con un inigualable sistema de
sonido con nueve altavoces en la embocadura y diecisiete más repartidos por el
resto de la sala.
Las escaleras y los ascensores continuaban hasta la planta
segunda donde un amplio vestíbulo, idéntico al de la planta baja destinado a
ambigú y descanso daba paso mediante cuatro vomitorios con escaleras al
entresuelo, donde se colocaron quinientos cincuenta fabulosos sillones desde
los cuales se tenía una perfecta visión de la pantalla, facilitado en buena
parte por la gran inclinación que poseía.
Un aspecto general del entresuelo del cine Palacio de la Prensa.
(Foto: Juan Miguel Pando Barrero. Fototeca del Patrimonio Histórico.)
EL conjunto al completo estaba preparado para comenzar una
nueva y flamante etapa, pasando a ser uno de los más modernos y nuevos cines de
la Gran Vía.
Para la sesión inaugural se eligió el film “El Millonario” de
Roland Neame, acto al que acudieron autoridades, críticos y periodistas que se
llevaron un fantástico sabor de boca.
Continuará...