Quizás sea un poco insistente con este local pero debo
decir que gracias a él nació mi afición a los locales de proyecciones.
Allá a mediados de los 80, cuando
yo no tenía más de diez u once años cruzaba a diario por un paso de peatones
que había frente a su puerta de entrada, para ir y volver del colegio. El cine Mundial
ya había cerrado hacia algún tiempo pero se presentaba altanero entre el resto
de edificaciones de la zona. Hacia algunos años una mínima reforma nos dejó
entrever parte de su interior durante algún tiempo, lo que avivó aún más
descubrir que es lo que había en su interior. El negocio no funcionó y pronto
los cristales de sus puertas se rompieron y con curiosidad felina se podía ver
el vestíbulo y parte del patio de butacas.
Después llegaron los tiempos
modernos y todo desapareció, a excepción de parte de su fachada y el misterioso
contenido de los pisos altos. Hace unos meses pude ver lo que quedaba del cine
Mundial y fotografiarlo, un minucioso trabajo de reconstrucción e investigación
han dado como fruto este post, que acompañaré en este caso con dibujos
realizados por mí mismo en los que he tratado de recrear con todo detalle el
misterioso interior del local.
Pero antes de descubrirlo
remontémonos hasta el año 1945 cuando en un terreno de la Carretera de Aragón,
concretamente en el número 190 o 188 dependiendo de la época, en el término
municipal de Vicalvaro, poco antes de llegar al comienzo de la Ciudad Lineal,
el empresario don Pedro de Miguel Grúas mandó construir un nuevo cine, un
verdadero coliseo para los humildes vecinos del barrio. Este sería el tercer
local del empresario en el barrio, ya que desde antes de la guerra regentaba
los Cine Ventas y Los Arcos, el primero en la carretera de Aragón cerca del puente
del mismo nombre y el otro en la calle de Florencio García, en Pueblo Nuevo.
Imágenes aéreas de época de los cines Ventas y Mundial.
El inmueble construido con
ladrillo macizo y estructura de hormigón armado ocupaba un solar de 375 metros
cuadrados, trece de fachada por veintinueve de fondo, un terreno ideal para
establecer un cinematógrafo. Siguiendo un claro patrón utilizado en muchos locales
durante muchos años el cine tendría una única fachada y una única entrada y
salida para espectadores, lo suficientemente grande como para poder desalojar
sin ningún problema y de una forma rápida el local. La fachada fue construida
en ladrillo enfoscado a la catalana con abultados en pilastras, jambas y
dinteles de forma completamente simétrica, carpinterias en hierro coloreado al
oleo, y un amplio ventanal de forma vertical a modo de muro cortina en forma de
ángulo rectángulo con vuelo sobre la fachada de 85 cm.
Un boceto del alzado de la fachada principal y los planos de esta.
El hueco de entrada de 8,12 m de
longitud y 3,60 m de altura era el adecuado para el aforo estipulado, se
encontraba retranqueado metro y medio de la línea de calle formando un amplio
porche y en él se colocaron las puertas de entrada que se abrían hacia fuera
construidas en hierro coloreado en verde y con amplias cristaleras que dejaban
ver el interior del vestíbulo. De lado a lado de esta se había construido una
marquesina de un metro de anchura que resguardaba a los espectadores que
esperaban a sus puertas y sobre esta se instaló un luminoso construido con
madera y neón de color rojo en el que se leía “Cine Mundial”. A ambos lados de
la entrada se colocaron dos vitrinas empotradas con grandes puertas de hierro y
cristal donde se colocaban los afiches de las películas en exhibición y la que
se proyectaría próximamente, y bajo la situada a la izquierda dos pequeños
huecos de taquillas. En la parte inferior
de la fachada se encontraban los respiraderos del sótano donde se instalaron
los aseos y la caldera de calefacción.
Boceto de la fachada del cine Mundial en su primera época.
Traspasando por cualquiera de las
seis puertas que componían el gran hueco, se accedía hasta el vestíbulo principal
o de distribución donde se podía apreciar el buen gusto con el que se había
decorado el local. Suelos y frisos de mármol, caras alfombras, paredes
estucadas en tonos verdes, grandes espejos, molduras de escayola, hornacinas
con jarrones, techos altos, plafones y lámparas de cristal y bronce, y mil
detalles más de exquisito gusto.
Un aspecto del vestíbulo de entrada al cine Mundial.
De forma completamente simétrica
se situaban las escalera de acceso al piso alto entre las cuales se encontraban
tres huecos a de acceso al patio de butacas enfrentados a las de salida a la
Carretera de Aragón. Bajo una de las escaleras un acceso al sótano y bajo la
otra el despacho de localidades. En el centro del vestíbulo había dos columnas
que eran el punto de apoyo de todas las plantas del inmueble y que marcaban las
crujías sobre la que se construirían el resto de dependencias.
La sencilla distribución de la planta baja del inmueble.
El patio de butacas estaba
surcado por dos largos pasillos de un metro de ancho que daban servicio a las 484
localidades. Al fondo el escenario, con casi dos metros de profundidad al que
se accedía por dos puertas colocadas a ambos lados desde las cuales también se
podía bajar al foso para orquesta que se encontraba bajo este. La decoración
del interior de la sala se había realizado de igual forma que en el vestíbulo, frisos de madera, molduras de escayola,
espejos, techos con artesonados y florones de escayola y sutil color verde que
daba un toque muy exquisito a la sala. En el centro del techo una gigantesca lámpara
de cristales, la guinda del pastel. El suelo era de listones de madera
colocados sobre rastreles con pendiente
a la pantalla creando una perfecta visión de la proyección desde cualquiera de
las localidades. Las butacas en un principio eran de madera sin mullido, con los años se fueron mejorando hasta un
total de tres veces aunque no estuvieran muy deterioradas para darle más confort
a esta pequeña bombonera lo que hizo reducir ligeramente su aforo total de 704
a 660 localidades.
Dos anuncios aparecidos en 1955 y 1959 vendiendo las
butacas del local.
Boceto de un aspecto del lateral del patio de butacas.
El patio de butacas se estrechaba
hacia la embocadura formando un embudo y centrando las miradas en la pantalla
que estaba adornada con una ancha embocadura de color oro y grana y que
resaltaba del fondo verde.
Volviendo al vestíbulo y como
habíamos dicho anteriormente se podía bajar por una amplia escalera al sótano
donde se encontraban cuatro estancias, los aseos masculino y femenino, el
cuarto de la calderas, y una habitación donde se encontraba un generador diesel
para uso en caso de falta del suministro. Todas las dependencias tenían
ventilación directa al exterior por medio de huecos con rejilla en las fachadas
y en el porche de entrada. La decoración de los aseos era sencilla, alicatado
en azulejo blanco hasta 1,50 metros y el resto pintado, solado de baldosín
hidráulico y todos los servicios higiénicos adecuados al efecto. La calefacción
funcionaba por medio de una caldera de carbón que suministraba agua caliente a
los radiadores instalados en la sala.
El sótano del inmueble.
Desde el propio hall de
distribución de la planta sótano se podía acceder además a un pasillo de visita
a los colectores situados bajo el patio de butacas, algo muy eficiente que
evitaba futuros problemas.
La planta de entresuelo que se
conformaba sobre las dos crujías delanteras del inmueble, y que volaba sobre el
patio de butacas formando un amplio balcón, tenia 192 metros cuadrados que se
repartían en huecos de escaleras de acceso desde la planta baja, aseos para
señoras y caballeros, almacén, acceso a planta de cabinas, ambigú, bar,
vomitorios, y entresuelo que subía escalonadamente hasta la segunda planta del
local y donde se habían instalado 220 localidades más.
El entresuelo del cine Mundial, sencillo y funcional utilizando un esquema
muy repetido en muchos locales de barrio.
El techo del ambigú del bar donde
desembocaban las escaleras de acceso desde la planta baja se había diseñado con
pendiente, instalando como ya era habitual el bar en la parte más baja donde
quedaba escasamente un metro cincuenta de altura, razón por la que la barra
sobresalía un poco recortando el espacio. Frente al bar se encontraban los
aseos masculinos y femeninos, con luz y ventilación directa a la calle, y entre
estos un cuarto destinado a almacén que ocupada los dos huecos triangulares que
volaban sobre la marquesina de la fachada. Junto al aseo femenino una
portezuela nos conducía a través de una angosta escalera al piso superior. El
ambigú tenía luz directa de la calle a través de las dos grandes ventanas que
se encontraba a ambos lados en el cajón de la escalera. La decoración en esta
estancia se repetía nuevamente, suelos de teselas beige y rojizas, paredes
estucadas en verde, y molduras de escayola y plafones de bronce y cristal. A ambos lados del bar se encontraban los
accesos o vomitorios al entresuelo que subían con una ligera pendiente hasta
las localidades. Estas se habían dispuesto de una forma ordenada y escalonada
dejando a ambos lados del balcón dos palcos con cinco sillones. Para sujetar el
balcón del entresuelo se construyó una
gran viga de trece metros de longitud que cruzaba de lado a lado el patio de
butacas y sobre la que se apoyaban los recrecidos mediante tabicones y vigas de
“Castilla” que sujetaban el escalonado graderío. El parapeto del balcón se
adorno con molduras y abultados de escayola coloreados en tonos verdes y
dorados al igual que el resto de la sala.
Boceto de la perspectiva de la pantalla desde las primeras filas del entresuelo.
Dos pasillos recorrían de arriba
abajo el anfiteatro dando servicio a todas las localidades. La parte más alta
el entresuelo se metía bajo la crujía principal dejando la última fila pared
con pared con la calle, dando la ventaja de poder instalar dos huecos para
ventilación directos a la calle, pero con el inconveniente de que al estar bajo
la cabina de proyección no se pudieron omitir los dos pilares de sustento del
piso superior lo que causó graves problemas de visibilidad.
Boceto de parte del patio y el entresuelo del cine mundial vistos desde el
escenario.
Sección del inmueble, obsérvese como el graderío se colaba bajo la cabina
de proyección hasta llegar a la línea de fachada.
Planta segunda.
Planta tercera en la que se ve el entresuelo completo y los pilares de
sustento.
Al menos diez localidades
quedaban inutilizadas, a pesar de todo se instalaron las butacas. La parte
izquierda del entresuelo sufría un rebaje que reducía el número de localidades
provocado por el hueco que ocupaba la escalera que conducía a la cabina y que partía
de un angosto y largo pasillo que corría bajo la última fila de butacas y al
que se acedia desde la planta principal junto al bar como ya habíamos citado.
Boceto de las últimas filas del anfiteatro que encontraban entorpecida su
visibilidad por dos pilares de sustento de la planta de cabinas.
En la planta cuarta de reducida
superficie unos 52 metros cuadrados se encontraban cuatro estancias. La primera
que hallábamos era el cuarto del operador con ventilación directa a la calle a
través de un ventanuco al tejado del edificio y en donde se encontraba el
armario de almacenamiento refrigerado de las películas y sobre el que se había
instalado una amplia plancha de mármol que servía como mesa de trabajo. Frente
a este un retrete con vistas a la calle por medio de una gran ventana de dos
hojas, y el aseo además se había construido un amplio armario empotrado sobre
el hueco de la escalera. En el otro extremo del inmueble el despacho de
dirección, amplio y con dos ventanas, una a la calle principal y otra a la
parte posterior, y en el centro del edificio la cabina de proyección con mucha
luz natural proporcionada por el doble mirador triangular y donde se encontraban
el cuadro de iluminación, el equipo sonoro y dos magníficos proyectores A.E.G.
Desde esta misma estancia y a través de una portezuela que había junto a los
proyectores se accedía a una pasarela de madera que corría longitudinalmente al
centro del local y volaba entre las cerchas metálicas sobre el cielo raso del
local hasta el otro extremo sobre la pantalla, donde se dividía y finalizaban
en dos plataformas de hierro y fábrica donde se instaló la maquinaria de
telones. La cubierta del patio se construyó con cinco cerchas metálicas de 13
metros de longitud apoyadas sobre machones de fábrica y se cubrió con tableta
de madera y teja plana. El tejado de la parte restante del inmueble que cubría
la planta de cabinas se formó con una azotea de baldosín catalán con sumideros
para la evacuación de aguas pluviales.
Boceto de la cabina de proyección del cine Mundial.
La planta cuarta donde se había instalado la cabina de proyección.
En lo más alto del edificio sobre
la facha principal se instaló un gran cartel anunciador con las letras “CINE”
visible desde muchos metros de distancia. Este inmueble fue durante bastante
tiempo uno de los edificios más altos de la zona junto con otras dos o tres
construcciones que circundaban a la floreciente zona de la carretera de Aragón.
El cinematógrafo se inauguró el
día 15 de febrero de 1947 con toda la pompa y el boato que se merecía, siendo
sin duda alguna el local más glamuroso de la zona. Pero este estatus se vio
pronto arrebatado por un competidor que se levantaría a escasos cien metros y
que contaba con un aforo mayor, el cine Lepanto.
Una imagen aérea de la zona en los años 50 donde se ve la cercanía a la se
encontraba ambos locales.
El nuevo cine que comenzó a
funcionar en 1950 y que pretendía hacerle sombra era propiedad de don Manuel
García Vidal y no solo contaba con un aforo de 1000 localidades si no que
también tenía anexo una sala para proyecciones veraniegas. Don Pedro de Miguel Grúas,
contraatacó reformando su local, cambiando las butacas como hemos detallado
anteriormente y sustituyendo los proyectores sonoros A.E.G. por otros de la
marca OSSA con mejor calidad de proyección y sonido.
El inconcluso rival del cine Mundial, el cine Lepanto.
El propietario del Mundial interpuso
una querella contra su competidor por encontrarse a menos de 100 metros de
este, funcionar sin licencia y hallarse inserto en un edificio de viviendas inacabado.
Las autoridades tomaron las riendas del asunto y clausuraron el local, pero
solo hasta la finalización de las obras que se concluyeron en Febrero de 1952.
En primer término el cine Mundial y al fondo el inacabado edificio del cine
Lepanto.
A pesar de los avatares que iban
surgiendo en su camino y de la construcción de nuevos locales de espectáculos
en la zona tales como el cine Aragón, las Vegas o el Texas, el cine Mundial
continuó su andadura primero con reestrenos y después con sesión continua. Su
propietario se deshizo del destartalado cine los Arcos a mediados de los años
50 y del sencillo pero muy rentable Ventas en 1974, este último por
expropiación forzosa debido a las obras de reorganización de la zona.
Los años 80 fueron terribles para
las salas de exhibición cinematográficas y poco a poco fueron cayendo todas, la
primera el cine Mundial que se dio de baja del Registro de Empresas
Cinematográficas el 5 de Junio de 1980, al que siguió el Lepanto el 3 de noviembre
del mismo año. No puedo concretar si el local era propiedad de la familia de su
original propietario en su última época, lo que sí es cierto es que este había
fallecido unos meses antes sin ver clausurado su amado negocio. Se liquidaron
las nominas de sus tres últimos empleados Sotero Torres Muñoz, María Martín
Jurado y José Méndez Parrondo y el cine Mundial se acabó.
Es a partir de este momento
cuando el cine Mundial se queda a la deriva a la espera de un nuevo uso. En
1981 y siendo propietario del inmueble don Francisco Enrique Gómez Serrano se presenta un proyecto para la
reforma y reconversión del local en salón para reuniones o BBC (bodas, bautizos
y comuniones) a cargo de Jesús Reyna Albarellos en el que se pretendía una
reforma no muy complicada y que dividiría el local en varios salones,
conservando prácticamente su original fisonomía. En 1982 se presenta un nuevo
proyecto esta vez a cargo de la
arquitecto Carmen Carrascosa, más agresivo y que pretendía reorganizar todas
las plantas, crear nuevos forjados y construir cuatro amplios salones, uno por
planta.
Sección longitudinal y fachada del proyecto de
reconversion en salones de reuniones.
Lo cierto es que ninguno de los
dos proyectos se llevaron a cabo, y en su lugar años más tarde y con una mínima
reforma se trasformó el antiguo cine en unos salones de juegos recreativos que
seguiría conservando en su mayor parte la fisonomía del antiguo cine.
Los dos proyectores OSSA se
bajaron al vestíbulo principal y presidian la entrada, uno a cada lado de la
puerta, las paredes se engalanaron con cuadros de películas y actores de
Hollywood, el patio de butacas se desmanteló en parte, instalando una
barandilla metálica que separaba algunas filas de butacas de las mesas de
billar y tragaperras. El anfiteatro se modificó, creando bancadas más amplias donde
de forma escalonada se colocaron mas maquinas de juegos. Se pintó y se le
volvió a dar vida al antiguo cine. En su fachada que por aquel entonces lucia
recubierta de mármol negro proveniente de una de las últimas reformas del cine,
se colocó un cartel de neón al estilo de los antiguos en el que se podía leer
“Recreativos. De Cine. Maquinas.” Lo curioso de todo esto es que a pesar del
empeño puesto por su empresario el local, no contó con la licencia pertinente y
abrió durante escasas semanas, hasta que fue clausurado.
A partir de aquí es donde
comienza mi historia, el local abandonado y a la deriva continuó el viaje
durante muchos años, poco a poco se fue demacrando más y más confiriendo un
aspecto ruinoso y tétrico. Lo cierto es que yo pensé que ese sería el final de
la historia, pero a finales de los años 90 el antiguo cine fue transformado en
dos locales comerciales, para lo cual hubo que construir un nuevo forjado de
planta y eliminar todo lo superfluo y e inservible. Los dos proyectores Ossa
abandonaron el local, yo personalmente me crucé con ellos una mañana cuando
salía a trabajar, allí estaban en mitad de la calle junto con un montón de
butacas, chatarra y trastos viejos. La reforma duró algunos meses y dio como
fruto una tienda de cosmética “Gilgo” y un restaurante “Rodilla” que ocuparía
la planta baja y parte de la primera. El salón del restaurante irrumpió en el
antiguo ambigú del cine y el resto de los locales en el patio de butacas. Lo
que muy pocos sabían es que gran parte del cine aun seguía allí.
Dos imágenes de la fachada del antiguo cine
reconvertido en otros negocios.
Al realizar la
reforma se abrieron dos huecos en la planta primera que daban luz al salón,
sustituyendo tambien el gran ventanal vertical metalico y todas las ventanas
del inmueble por otras de PVC.
El resturante “Rodilla”
funcionó algo más de 10 años y despues de algun tiempo cerrado se trasformó en
una tienda de ropa, “INSIDE” la cual no tiene en uso más que la planta calle
dejando el antiguo comedor del restaurante como almacen. Nos pusimos en
contacto con ellos y no tubieron ningún reparo en mostrarnos lo que quedaba del
cine. Para llegar hasta la parte superior hay que traspasar el almacen de la
plantas superior y un pasillo que nos conduce hasta una habitación desde donde
arranca una escalera metalica.
La estrecha escalera que conduce a lo que queda del
cine.
La estancia esta pobremente
iluminada y te trasporta inmediatamente a un lugar parado en el tiempo. Los
techos están intactos, las paredes conservan en gran parte las molduras, y al
fondo e inaccesible se ve parte de la embocadura de la pantalla.
Una imagen actual del antiguo cine Mundial, al fondo se ve la embocadura de
la pantalla y el florón del techo desprovisto de su hermosa lámpara.
Otro aspecto del lateral de la sala invadido por la estructura que soporta
el techo del piso inferior.
El agua ha hecho mella en el techo y paredes del
local.
La parte alta del entresuelo desprovista de sus butacas y sustituidas por
los tubos de refrigeración de las tiendas. Las dos columnas que soportaban la
planta superior siguen obstaculizando la visión del desolador espacio.
Aquí estuvieron las cuatro últimas filas del anfiteatro, en la imagen se
ven los dos huecos que servían de ventilación para la sala.
Para acceder al pasillo que corría
bajo la última fila de butacas y al que antes se llegaba desde la planta
inferior donde estaba ahora el comedor del restaurante, se realizó un boquete
en el graderío dando de esta forma acceso a él. A pesar de todo seguía siendo
igual de estrecho y bajo.
El estrecho pasillo y la escalera que subia al cuarto
del proyecionista.
Detalle de uno de los antiguos picaportes de los cerramientos originales del
cine.
El antiguo armario donde se conservaban las películas en una estancia muy
deteriorada por los años, las lluvias y la desolación.
Lo que fue la cabina de proyección del cine Mundial invadida por los nuevos
sistemas de refrigeración, a la izquierda de la imagen se ve vagamente donde estuvieron
los huecos que daban al mirador triangular desde donde se veía la Carretera de Aragón.
El pasillo que surca de lado a lado los entresijos del techo del local, las
cerchas metálicas, la escayola y las cañas, este espacio está prácticamente intacto.
Realmente esto es lo poco que
queda del cine Mundial, pero seguro que ninguno de los antiguos vecinos de
Pueblo Nuevo olvidaran las tardes y noches y que pasaron en este pequeño
coliseo que hoy se camufla entre tiendas de ropa.
Esto es lo que hemos podido ver,
¿pero qué paso realmente con el sótano? Ninguno de los dos locales lo usa ni
tiene acceso a él. Quizás algún día podamos redescubrirlo.
Tengo que agradecer sinceramente
la colaboración prestada por el Archivo General de la Administración, a Gerencia de Urbanismo de donde proceden los
planos, y a los empleados de INSIDE y actuales inquilinos del local sin los que
este post no se habría podido realizar. A todos ellos gracias.