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10 de enero de 2013

EL CINE MUNDIAL



Quizás sea un poco insistente con este local pero debo decir que gracias a él nació mi afición a los locales de proyecciones.
Allá a mediados de los 80, cuando yo no tenía más de diez u once años cruzaba a diario por un paso de peatones que había frente a su puerta de entrada, para ir y volver del colegio. El cine Mundial ya había cerrado hacia algún tiempo pero se presentaba altanero entre el resto de edificaciones de la zona. Hacia algunos años una mínima reforma nos dejó entrever parte de su interior durante algún tiempo, lo que avivó aún más descubrir que es lo que había en su interior. El negocio no funcionó y pronto los cristales de sus puertas se rompieron y con curiosidad felina se podía ver el vestíbulo y parte del patio de butacas.
Después llegaron los tiempos modernos y todo desapareció, a excepción de parte de su fachada y el misterioso contenido de los pisos altos. Hace unos meses pude ver lo que quedaba del cine Mundial y fotografiarlo, un minucioso trabajo de reconstrucción e investigación han dado como fruto este post, que acompañaré en este caso con dibujos realizados por mí mismo en los que he tratado de recrear con todo detalle el misterioso interior del local.

Pero antes de descubrirlo remontémonos hasta el año 1945 cuando en un terreno de la Carretera de Aragón, concretamente en el número 190 o 188 dependiendo de la época, en el término municipal de Vicalvaro, poco antes de llegar al comienzo de la Ciudad Lineal, el empresario don Pedro de Miguel Grúas mandó construir un nuevo cine, un verdadero coliseo para los humildes vecinos del barrio. Este sería el tercer local del empresario en el barrio, ya que desde antes de la guerra regentaba los Cine Ventas y Los Arcos, el primero en la carretera de Aragón cerca del puente del mismo nombre y el otro en la calle de Florencio García, en Pueblo Nuevo.
    

 
Imágenes aéreas de época de los cines Ventas y Mundial.

El inmueble construido con ladrillo macizo y estructura de hormigón armado ocupaba un solar de 375 metros cuadrados, trece de fachada por veintinueve de fondo, un terreno ideal para establecer un cinematógrafo. Siguiendo un claro patrón utilizado en muchos locales durante muchos años el cine tendría una única fachada y una única entrada y salida para espectadores, lo suficientemente grande como para poder desalojar sin ningún problema y de una forma rápida el local. La fachada fue construida en ladrillo enfoscado a la catalana con abultados en pilastras, jambas y dinteles de forma completamente simétrica, carpinterias en hierro coloreado al oleo, y un amplio ventanal de forma vertical a modo de muro cortina en forma de ángulo rectángulo con vuelo sobre la fachada de 85 cm.



              Un boceto del alzado de la fachada principal y los planos de esta.

El hueco de entrada de 8,12 m de longitud y 3,60 m de altura era el adecuado para el aforo estipulado, se encontraba retranqueado metro y medio de la línea de calle formando un amplio porche y en él se colocaron las puertas de entrada que se abrían hacia fuera construidas en hierro coloreado en verde y con amplias cristaleras que dejaban ver el interior del vestíbulo. De lado a lado de esta se había construido una marquesina de un metro de anchura que resguardaba a los espectadores que esperaban a sus puertas y sobre esta se instaló un luminoso construido con madera y neón de color rojo en el que se leía “Cine Mundial”. A ambos lados de la entrada se colocaron dos vitrinas empotradas con grandes puertas de hierro y cristal donde se colocaban los afiches de las películas en exhibición y la que se proyectaría próximamente, y bajo la situada a la izquierda dos pequeños huecos de taquillas.  En la parte inferior de la fachada se encontraban los respiraderos del sótano donde se instalaron los aseos y la caldera de calefacción.


Boceto de la fachada del cine Mundial en su primera época.

Traspasando por cualquiera de las seis puertas que componían el gran hueco, se accedía hasta el vestíbulo principal o de distribución donde se podía apreciar el buen gusto con el que se había decorado el local. Suelos y frisos de mármol, caras alfombras, paredes estucadas en tonos verdes, grandes espejos, molduras de escayola, hornacinas con jarrones, techos altos, plafones y lámparas de cristal y bronce, y mil detalles más de exquisito gusto.


Un aspecto del vestíbulo de entrada al cine Mundial.

De forma completamente simétrica se situaban las escalera de acceso al piso alto entre las cuales se encontraban tres huecos a de acceso al patio de butacas enfrentados a las de salida a la Carretera de Aragón. Bajo una de las escaleras un acceso al sótano y bajo la otra el despacho de localidades. En el centro del vestíbulo había dos columnas que eran el punto de apoyo de todas las plantas del inmueble y que marcaban las crujías sobre la que se construirían el resto de dependencias.


La sencilla distribución de la planta baja del inmueble.

El patio de butacas estaba surcado por dos largos pasillos de un metro de ancho que daban servicio a las 484 localidades. Al fondo el escenario, con casi dos metros de profundidad al que se accedía por dos puertas colocadas a ambos lados desde las cuales también se podía bajar al foso para orquesta que se encontraba bajo este. La decoración del interior de la sala se había realizado de igual forma que en el vestíbulo,  frisos de madera, molduras de escayola, espejos, techos con artesonados y florones de escayola y sutil color verde que daba un toque muy exquisito a la sala. En el centro del techo una gigantesca lámpara de cristales, la guinda del pastel. El suelo era de listones de madera colocados sobre rastreles  con pendiente a la pantalla creando una perfecta visión de la proyección desde cualquiera de las localidades. Las butacas en un principio eran de madera sin mullido,  con los años se fueron mejorando hasta un total de tres veces aunque no estuvieran muy deterioradas para darle más confort a esta pequeña bombonera lo que hizo reducir ligeramente su aforo total de 704 a 660 localidades.
         

Dos anuncios aparecidos en 1955 y 1959 vendiendo las butacas del local.


Boceto de un aspecto del lateral del patio de butacas.

El patio de butacas se estrechaba hacia la embocadura formando un embudo y centrando las miradas en la pantalla que estaba adornada con una ancha embocadura de color oro y grana y que resaltaba del fondo verde.
Volviendo al vestíbulo y como habíamos dicho anteriormente se podía bajar por una amplia escalera al sótano donde se encontraban cuatro estancias, los aseos masculino y femenino, el cuarto de la calderas, y una habitación donde se encontraba un generador diesel para uso en caso de falta del suministro. Todas las dependencias tenían ventilación directa al exterior por medio de huecos con rejilla en las fachadas y en el porche de entrada. La decoración de los aseos era sencilla, alicatado en azulejo blanco hasta 1,50 metros y el resto pintado, solado de baldosín hidráulico y todos los servicios higiénicos adecuados al efecto. La calefacción funcionaba por medio de una caldera de carbón que suministraba agua caliente a los radiadores instalados en la sala. 


El sótano del inmueble.

Desde el propio hall de distribución de la planta sótano se podía acceder además a un pasillo de visita a los colectores situados bajo el patio de butacas, algo muy eficiente que evitaba futuros problemas.
La planta de entresuelo que se conformaba sobre las dos crujías delanteras del inmueble, y que volaba sobre el patio de butacas formando un amplio balcón, tenia 192 metros cuadrados que se repartían en huecos de escaleras de acceso desde la planta baja, aseos para señoras y caballeros, almacén, acceso a planta de cabinas, ambigú, bar, vomitorios, y entresuelo que subía escalonadamente hasta la segunda planta del local y donde se habían instalado 220 localidades más. 


El entresuelo del cine Mundial, sencillo y funcional utilizando un esquema muy repetido en muchos locales de barrio.

El techo del ambigú del bar donde desembocaban las escaleras de acceso desde la planta baja se había diseñado con pendiente, instalando como ya era habitual el bar en la parte más baja donde quedaba escasamente un metro cincuenta de altura, razón por la que la barra sobresalía un poco recortando el espacio. Frente al bar se encontraban los aseos masculinos y femeninos, con luz y ventilación directa a la calle, y entre estos un cuarto destinado a almacén que ocupada los dos huecos triangulares que volaban sobre la marquesina de la fachada. Junto al aseo femenino una portezuela nos conducía a través de una angosta escalera al piso superior. El ambigú tenía luz directa de la calle a través de las dos grandes ventanas que se encontraba a ambos lados en el cajón de la escalera. La decoración en esta estancia se repetía nuevamente, suelos de teselas beige y rojizas, paredes estucadas en verde, y molduras de escayola y plafones de bronce y cristal.      A ambos lados del bar se encontraban los accesos o vomitorios al entresuelo que subían con una ligera pendiente hasta las localidades. Estas se habían dispuesto de una forma ordenada y escalonada dejando a ambos lados del balcón dos palcos con cinco sillones. Para sujetar el balcón del entresuelo  se construyó una gran viga de trece metros de longitud que cruzaba de lado a lado el patio de butacas y sobre la que se apoyaban los recrecidos mediante tabicones y vigas de “Castilla” que sujetaban el escalonado graderío. El parapeto del balcón se adorno con molduras y abultados de escayola coloreados en tonos verdes y dorados al igual que el resto de la sala.


Boceto de la perspectiva de la pantalla desde las primeras filas del entresuelo.

Dos pasillos recorrían de arriba abajo el anfiteatro dando servicio a todas las localidades. La parte más alta el entresuelo se metía bajo la crujía principal dejando la última fila pared con pared con la calle, dando la ventaja de poder instalar dos huecos para ventilación directos a la calle, pero con el inconveniente de que al estar bajo la cabina de proyección no se pudieron omitir los dos pilares de sustento del piso superior lo que causó graves problemas de visibilidad. 


Boceto de parte del patio y el entresuelo del cine mundial vistos desde el escenario.


Sección del inmueble, obsérvese como el graderío se colaba bajo la cabina de proyección hasta llegar a la línea de fachada.


Planta segunda.


Planta tercera en la que se ve el entresuelo completo y los pilares de sustento.

Al menos diez localidades quedaban inutilizadas, a pesar de todo se instalaron las butacas. La parte izquierda del entresuelo sufría un rebaje que reducía el número de localidades provocado por el hueco que ocupaba la escalera que conducía a la cabina y que partía de un angosto y largo pasillo que corría bajo la última fila de butacas y al que se acedia desde la planta principal junto al bar como ya habíamos citado.


Boceto de las últimas filas del anfiteatro que encontraban entorpecida su visibilidad por dos pilares de sustento de la planta de cabinas.

En la planta cuarta de reducida superficie unos 52 metros cuadrados se encontraban cuatro estancias. La primera que hallábamos era el cuarto del operador con ventilación directa a la calle a través de un ventanuco al tejado del edificio y en donde se encontraba el armario de almacenamiento refrigerado de las películas y sobre el que se había instalado una amplia plancha de mármol que servía como mesa de trabajo. Frente a este un retrete con vistas a la calle por medio de una gran ventana de dos hojas, y el aseo además se había construido un amplio armario empotrado sobre el hueco de la escalera. En el otro extremo del inmueble el despacho de dirección, amplio y con dos ventanas, una a la calle principal y otra a la parte posterior, y en el centro del edificio la cabina de proyección con mucha luz natural proporcionada por el doble mirador triangular y donde se encontraban el cuadro de iluminación, el equipo sonoro y dos magníficos proyectores A.E.G. Desde esta misma estancia y a través de una portezuela que había junto a los proyectores se accedía a una pasarela de madera que corría longitudinalmente al centro del local y volaba entre las cerchas metálicas sobre el cielo raso del local hasta el otro extremo sobre la pantalla, donde se dividía y finalizaban en dos plataformas de hierro y fábrica donde se instaló la maquinaria de telones. La cubierta del patio se construyó con cinco cerchas metálicas de 13 metros de longitud apoyadas sobre machones de fábrica y se cubrió con tableta de madera y teja plana. El tejado de la parte restante del inmueble que cubría la planta de cabinas se formó con una azotea de baldosín catalán con sumideros para la evacuación de aguas pluviales.


Boceto de la cabina de proyección del cine Mundial.


La planta cuarta donde se había instalado la cabina de proyección.

En lo más alto del edificio sobre la facha principal se instaló un gran cartel anunciador con las letras “CINE” visible desde muchos metros de distancia. Este inmueble fue durante bastante tiempo uno de los edificios más altos de la zona junto con otras dos o tres construcciones que circundaban a la floreciente zona de la carretera de Aragón.
El cinematógrafo se inauguró el día 15 de febrero de 1947 con toda la pompa y el boato que se merecía, siendo sin duda alguna el local más glamuroso de la zona. Pero este estatus se vio pronto arrebatado por un competidor que se levantaría a escasos cien metros y que contaba con un aforo mayor, el cine Lepanto.





Una imagen aérea de la zona en los años 50 donde se ve la cercanía a la se encontraba ambos locales.

El nuevo cine que comenzó a funcionar en 1950 y que pretendía hacerle sombra era propiedad de don Manuel García Vidal y no solo contaba con un aforo de 1000 localidades si no que también tenía anexo una sala para proyecciones veraniegas. Don Pedro de Miguel Grúas, contraatacó reformando su local, cambiando las butacas como hemos detallado anteriormente y sustituyendo los proyectores sonoros A.E.G. por otros de la marca OSSA con mejor calidad de proyección y sonido. 


El inconcluso rival del cine Mundial, el cine Lepanto.

El propietario del Mundial interpuso una querella contra su competidor por encontrarse a menos de 100 metros de este, funcionar sin licencia y hallarse inserto en un edificio de viviendas inacabado. Las autoridades tomaron las riendas del asunto y clausuraron el local, pero solo hasta la finalización de las obras que se concluyeron en Febrero de 1952.


En primer término el cine Mundial y al fondo el inacabado edificio del cine Lepanto.

A pesar de los avatares que iban surgiendo en su camino y de la construcción de nuevos locales de espectáculos en la zona tales como el cine Aragón, las Vegas o el Texas, el cine Mundial continuó su andadura primero con reestrenos y después con sesión continua. Su propietario se deshizo del destartalado cine los Arcos a mediados de los años 50 y del sencillo pero muy rentable Ventas en 1974, este último por expropiación forzosa debido a las obras de reorganización de la zona.
Los años 80 fueron terribles para las salas de exhibición cinematográficas y poco a poco fueron cayendo todas, la primera el cine Mundial que se dio de baja del Registro de Empresas Cinematográficas el 5 de Junio de 1980, al que siguió el Lepanto el 3 de noviembre del mismo año. No puedo concretar si el local era propiedad de la familia de su original propietario en su última época, lo que sí es cierto es que este había fallecido unos meses antes sin ver clausurado su amado negocio. Se liquidaron las nominas de sus tres últimos empleados Sotero Torres Muñoz, María Martín Jurado y José Méndez Parrondo y el cine Mundial se acabó.


Es a partir de este momento cuando el cine Mundial se queda a la deriva a la espera de un nuevo uso. En 1981 y siendo propietario del inmueble don Francisco Enrique  Gómez Serrano se presenta un proyecto para la reforma y reconversión del local en salón para reuniones o BBC (bodas, bautizos y comuniones) a cargo de Jesús Reyna Albarellos en el que se pretendía una reforma no muy complicada y que dividiría el local en varios salones, conservando prácticamente su original fisonomía. En 1982 se presenta un nuevo proyecto esta vez a  cargo de la arquitecto Carmen Carrascosa, más agresivo y que pretendía reorganizar todas las plantas, crear nuevos forjados y construir cuatro amplios salones, uno por planta.
         

 
Sección longitudinal y fachada del proyecto de reconversion en salones de reuniones.

Lo cierto es que ninguno de los dos proyectos se llevaron a cabo, y en su lugar años más tarde y con una mínima reforma se trasformó el antiguo cine en unos salones de juegos recreativos que seguiría conservando en su mayor parte la fisonomía del antiguo cine.
Los dos proyectores OSSA se bajaron al vestíbulo principal y presidian la entrada, uno a cada lado de la puerta, las paredes se engalanaron con cuadros de películas y actores de Hollywood, el patio de butacas se desmanteló en parte, instalando una barandilla metálica que separaba algunas filas de butacas de las mesas de billar y tragaperras. El anfiteatro se modificó, creando bancadas más amplias donde de forma escalonada se colocaron mas maquinas de juegos. Se pintó y se le volvió a dar vida al antiguo cine. En su fachada que por aquel entonces lucia recubierta de mármol negro proveniente de una de las últimas reformas del cine, se colocó un cartel de neón al estilo de los antiguos en el que se podía leer “Recreativos. De Cine. Maquinas.” Lo curioso de todo esto es que a pesar del empeño puesto por su empresario el local, no contó con la licencia pertinente y abrió durante escasas semanas, hasta que fue clausurado.
A partir de aquí es donde comienza mi historia, el local abandonado y a la deriva continuó el viaje durante muchos años, poco a poco se fue demacrando más y más confiriendo un aspecto ruinoso y tétrico. Lo cierto es que yo pensé que ese sería el final de la historia, pero a finales de los años 90 el antiguo cine fue transformado en dos locales comerciales, para lo cual hubo que construir un nuevo forjado de planta y eliminar todo lo superfluo y e inservible. Los dos proyectores Ossa abandonaron el local, yo personalmente me crucé con ellos una mañana cuando salía a trabajar, allí estaban en mitad de la calle junto con un montón de butacas, chatarra y trastos viejos. La reforma duró algunos meses y dio como fruto una tienda de cosmética “Gilgo” y un restaurante “Rodilla” que ocuparía la planta baja y parte de la primera. El salón del restaurante irrumpió en el antiguo ambigú del cine y el resto de los locales en el patio de butacas. Lo que muy pocos sabían es que gran parte del cine aun seguía allí.
             
   
 
Dos imágenes de la fachada del antiguo cine reconvertido en otros negocios.

Al realizar la reforma se abrieron dos huecos en la planta primera que daban luz al salón, sustituyendo tambien el gran ventanal vertical metalico y todas las ventanas del inmueble por otras de PVC.
El resturante “Rodilla” funcionó algo más de 10 años y despues de algun tiempo cerrado se trasformó en una tienda de ropa, “INSIDE” la cual no tiene en uso más que la planta calle dejando el antiguo comedor del restaurante como almacen. Nos pusimos en contacto con ellos y no tubieron ningún reparo en mostrarnos lo que quedaba del cine. Para llegar hasta la parte superior hay que traspasar el almacen de la plantas superior y un pasillo que nos conduce hasta una habitación desde donde arranca una escalera metalica.


La estrecha escalera que conduce a lo que queda del cine.

La estancia esta pobremente iluminada y te trasporta inmediatamente a un lugar parado en el tiempo. Los techos están intactos, las paredes conservan en gran parte las molduras, y al fondo e inaccesible se ve parte de la embocadura de la pantalla.


Una imagen actual del antiguo cine Mundial, al fondo se ve la embocadura de la pantalla y el florón del techo desprovisto de su hermosa lámpara.


Otro aspecto del lateral de la sala invadido por la estructura que soporta el techo del piso inferior. 


El agua ha hecho mella en el techo y paredes del local.


La parte alta del entresuelo desprovista de sus butacas y sustituidas por los tubos de refrigeración de las tiendas. Las dos columnas que soportaban la planta superior siguen obstaculizando la visión del desolador espacio. 


Aquí estuvieron las cuatro últimas filas del anfiteatro, en la imagen se ven los dos huecos que servían de ventilación para la sala.

Para acceder al pasillo que corría bajo la última fila de butacas y al que antes se llegaba desde la planta inferior donde estaba ahora el comedor del restaurante, se realizó un boquete en el graderío dando de esta forma acceso a él. A pesar de todo seguía siendo igual de estrecho y bajo.
            

 
El estrecho pasillo y la escalera que subia al cuarto del proyecionista.


Detalle de uno de los antiguos picaportes de los cerramientos originales del cine.


El antiguo armario donde se conservaban las películas en una estancia muy deteriorada por los años, las lluvias y la desolación.


Lo que fue la cabina de proyección del cine Mundial invadida por los nuevos sistemas de refrigeración, a la izquierda de la imagen se ve vagamente donde estuvieron los huecos que daban al mirador triangular desde donde se veía la Carretera de Aragón. 


El pasillo que surca de lado a lado los entresijos del techo del local, las cerchas metálicas, la escayola y las cañas, este espacio está prácticamente intacto.

Realmente esto es lo poco que queda del cine Mundial, pero seguro que ninguno de los antiguos vecinos de Pueblo Nuevo olvidaran las tardes y noches y que pasaron en este pequeño coliseo que hoy se camufla entre tiendas de ropa.

Esto es lo que hemos podido ver, ¿pero qué paso realmente con el sótano? Ninguno de los dos locales lo usa ni tiene acceso a él. Quizás algún día podamos redescubrirlo.


Tengo que agradecer sinceramente la colaboración prestada por el Archivo General de la Administración,  a Gerencia de Urbanismo de donde proceden los planos, y a los empleados de INSIDE y actuales inquilinos del local sin los que este post no se habría podido realizar. A todos ellos gracias.