Después de algunos años trabajando en profundidad en este terreno he de
decir que jamás pensaba que aún hoy en día quedasen locales funcionando con la
magia y la solera del cine Alba.
Aunque bien es sabido entre los seguidores de este blog que el cine Alba es
actualmente una sala de proyecciones dedicada a la exhibición de películas X,
el personal y el local mantienen la magia de aquel cine de barrio, de aquel
cine en sesión continua que desapareció hace ya tantos años.
Gracias a la empresa que regenta el local en la actualidad (Gómez Ezquerra.
Compañía Palafox) hemos podido realizar un maravilloso reportaje fotográfico
que acompañará en cada momento la descripción del local, y que sirva este como
modelo ya que en él no se han realizado más modificaciones que la sustitución
de la embocadura de la pantalla y el cambio de las butacas hace ya algunos
años.
Se dice que el cine Alba surgió a
raíz del antiguo barracón de proyecciones Franco-Español propiedad de don
Crisanto García del Barrio y Rodríguez que había estado funcionando desde 1902
en un solar entre las calles Ancha de San Bernardo 11 y Flor Baja 2, muy
cercano al Hispano Francés o de la Flor, ambos convivían en la misma vía. Este gran
barracón diseñado por el arquitecto
Manuel Pardo y Pérez de 9,50 metros de ancho y 24,60 de largo se estableció un
año después, concretamente el 14 de Agosto de 1903 en un solar en la esquina
del la plaza del Progreso con vuelta a la calle del Duque de Alba y funcionó
continuamente desde esta fecha hasta al menos 1907.
Anuncio aparecido en “La Correspondencia Militar” 30-03-1907
Después se pierde su rastro y no
es hasta 1934 cuando la Sociedad Española de Cine Educativo solicita licencia
para la apertura de un cine de Actualidades en la casa hasta ese momento
ocupada por el periódico “El Imparcial” en el nº 4 de la calle del Duque de
Alba.
El edificio del diario “El
Imparcial” había sido construido bajo un proyecto del arquitecto Daniel Zabala
en un solar de la calle del Duque de Alba nº 4, ocupando seguramente parte del
terreno donde se asentaba el antiguo cinematógrafo, dando origen casi con
seguridad a la desaparición de este. Aunque se proyectó en 1911 no es hasta el
12 de febrero de 1913 cuando se inaugura la nueva sede de este.
Fachada y planta del diario “El Imparcial”
en la calle del Duque de Alba nº4. 1912.
El inmueble que contaba con dos
plantas más torreones, se levantaba en un solar de intrincada forma, siendo este
muy profundo y agrupando en un solo edificio todas las secciones del periódico,
desde la editorial hasta la impresión. Además este edificio comunicaba en su
parte posterior con la sala de máquinas de otro diario el “Heraldo de Madrid”,
que en conjunto con “El Liberal” formaban el “Trust” de la “Sociedad de
Editores de Madrid.”
El ecléctico edificio fue ocupado
por el periódico hasta principios de los años 30 cuando se traslada a otra
ubicación, momento en el que la Sociedad Española de Cine Educativo pretende
arrendar el local para instalar en él un segundo cine tras el éxito del cine
Actualidades de la Gran Vía, denominándolo en esta ocasión “Actualidades 2.”
Plano de situación del inmueble.
Fachada propuesta para el nuevo cine “Actualidades”
El Arquitecto don Saturnino
Ulargui Moreno realizó un magnífico trabajo para cuadrar en la antigua sala de
impresión del diario el patio de butacas, y crear ocupando dos de los huecos de
su fachada un ancho pasillo de acceso hasta este.
La obra era de consideración, y
había que derribar el gran patio con lucernario que tenía en su interior para
colocar un nuevo tejado y convertirlo en el espacio principal del cine. Además
se realizaría un gran hall vestíbulo de forma circular donde arrancarían los
accesos a las localidades de patio y las escaleras al entresuelo.
Planta baja y principal del proyecto
del Sr. Ugaldi.
El nuevo cine ocuparía la parte
posterior del inmueble, pero además había que diseñar sobre el papel dos
pasillos, uno de entrada y otro de salida, para que el local funcionara como lo
hacía su homónimo, con lo cual se complicaba aun más el proyecto. Por otra
parte había que construir un anfiteatro con dos salidas también independientes.
El arquitecto lo consiguió, y tras crear un laborioso proyecto la empresa se
echa atrás, en su nombre don José Joaquín
de Abreu e Yturbe secretario general de dicha compañía solicita una
cancelación de licencia de obras el 6 de noviembre de 1934, dejando la empresa
desierto el proyecto y el local vacio sin haberse realizado ninguna obra en él.
A mediados de 1940 seis años
después don Isidro Lorca Jamar solicita licencia para instalar en el mismo
local una sala de cine bajo un proyecto de Juan Fernández Yáñez al que se le da
el visto bueno y se le concede licencia de apertura el 20 de Julio de 1941. En
esta ocasión el proyecto era más sencillo pero en base tenía las mismas
premisas, desmontar el entramado metálico que sujetaba un gran bóveda en el
centro de la sala de maquinas y elevar los muros medianeros lo que fueran
necesarios y sobre estos construir con cerchas metálicas un nuevo tejado que
resguardaría el patio de butacas. La entrada y salida de espectadores en esta
ocasión ocuparía un único pasillo de cuatro metros de ancho y que tendría
entrada desde el hueco más a la derecha de su alzado, el cual debía ser demolido
en parte para darle más amplitud, pensando en algún momento incluso en crear un
escaparate de la tienda que ocupaba el local contiguo que haría más luminosa y
agradable su traspaso. Para ello se colocaría una gran viga metálica y dos
postes del mismo material que sujetarían la marquesina y la carga del piso
superior. Este largo y alto pasillo se había decorado con sutileza, molduras de
escayola que escondían la luz indirecta y vitrinas para exponer los films en
proyección, en su fondo y junto a una pequeña y característica taquilla dos
huecos de dos hojas cada uno que daban ingreso al vestíbulo del local.
El actual vestíbulo de entrada y la taquilla del cine Alba casi como se
describe en la memoria.
Proyecto presentado por el sr Juan Fernández Yáñez el cual sufrió algunos
pequeños cambios sin importancia tal y
como se encuentra en la actualidad.
El vestíbulo tenía forma
triangular y en su parte más ancha y a ambos lados se construyeron las
escaleras de acceso al entresuelo, entre estas dos, tres huecos daban paso al patio
de butacas. Los techos de este vestíbulo eran muy altos, y fueron decorados con
molduras de escayola y solados con mármoles en tono claros. En el lateral
derecho y frente a la puerta de entrada se estableció la contaduría y el despacho
de dirección y al otro lado del vestíbulo el aseo para señoras con ventilación
directa desde un patio interior de la finca.
Dos aspectos del amplio vestíbulo de entrada donde se encuentran las
escaleras de acceso al entresuelo y la entrada al patio de butacas.
Uno de los tiros de escalera con barandilla “art-decó”.
A través de los tres huecos del
vestíbulo ingresábamos en el patio de butacas, este había sido diseñado de
forma asimétrica, teniendo más localidades en uno de sus laterales que el otro
debido a la forma del solar. El suelo que había sido elevado 1,50 por encima de
su antigua rasante creando para ello un entarimado de madera que descendía
suavemente hacia la pantalla confiriendo una perfecta visibilidad a todas las
localidades a pesar de haberse colocado dos pilares de sustento del piso de
entresuelo.
Una imagen de la pantalla tomada desde la puerta de entrada al patio de
butacas.
El techo que formaba el balcón
del entresuelo se adornó con una gran estrella de ocho puntas o de Salomón,
realizada en escayola y que muy posiblemente en otro tiempo escondiera la
iluminación indirecta de esta parte del patio de butacas. Este mismo detalle se
repetía nuevamente sobre la embocadura de la pantalla, enmarcada por dos
molduras verticales que se desarrollan por el techo hasta llegar sobre las
localidades de entresuelo. A ambos lados de la pantalla dos hornacinas con
detalles en escayola escondían los altavoces del sistema sonoro. El resto de
los techos estaban decorados con abultados de escayola coloreados con detalles
dorados. La clara influencia del art decó quedaba patente además en unas
grandes esculturas que adornaban los laterales de la sala, realizadas en
escayola y que resaltaban sobre el color oscuro del resto del paramento y que
al igual que las estrellas posiblemente fuesen los originarios sistemas de
iluminación.
Detalle de dos de las cuatro esculturas que adornan los laterales de la
sala.
El patio de butacas estaba
formado originariamente por 297 butacas perfectamente ordenadas en 16 filas y
separadas por dos anchos pasillos de un metro cada uno.
El acceso a las localidades del
entresuelo se realizaba como habíamos citado anteriormente desde el vestíbulo
principal, a través de dos tiros de escalera laterales. Las escaleras llegaban
hasta un vestíbulo de entresuelo y continuaban su trayecto ingresando en el
interior de la sala y dando acceso a las localidades superiores. El arquitecto
había tenido especial cuidado en la seguridad y por esa causa enfrentó las
salidas y entradas al entresuelo, con las escaleras principales que guiaban sin
ningún tipo de obstáculo al desalojo rápido y ordenado en caso de siniestro.
Detalle del techo de la sala.
Plano del piso superior o de entresuelo sobre el que se realizaron pequeños
retoques de composición pero que muestra el sencillo y eficaz esquema de la
sala.
El piso de entresuelo contaba con
otras 203 localidades más repartidas en el entresuelo y dos palcos laterales
que se configuraban en forma circular en los extremos del balcón de anfiteatro.
Aquí la decoración era idéntica a la del patio, suelos de madera sobre bancadas
de fábrica, molduras realizadas con
escayolas de finas líneas coloreadas en tonos verdosos y dorados, y barandillas
tubulares niqueladas. La visión y el sonido eran perfectos incluso desde la última
fila, configurando una pequeña sala muy acogedora y perfecta para las
proyecciones sonoras.
Un aspecto del conjunto en la
actualidad y la pantalla vista desde el entresuelo. Parece que el tiempo se
hubiera detenido en las paredes de este local.
Otro detalle de
las esculturas art decó que decoran la sala.
En el pequeño vestíbulo del
entresuelo que se encontraba bajo la rampa del anfiteatro y que habíamos
descrito anteriormente se había construido además como nexo de unión entre las
localidades y el ambigú del bar. Este se encontraba dos metros más arriba y a él
se accedía por una escalera central que estaba adornada con barandillas del
mismo estilo que las del principal al igual que los balcones que se conformaban
el los huecos laterales. En el ambigú había luz natural proporcionada a través
de dos huecos de ventana y una puerta
que se encontraban al fondo de la sala y que servían de acceso a una
terraza.
El pequeño vestíbulo de unión entre las localidades del entresuelo y el ambigú
del bar de la planta superior.
Dos aspectos del vestíbulo superior y detalles de la barandilla que lo
adorna.
El bar situado en uno de los extremos del piso principal y la salida a la
azotea situada en el extremo opuesto de este.
Un detalle del esgrafiado que adornaban las paredes interiores del patio de
luces hoy completamente descoloridas.
En la misma planta y junto a la
barra del bar había una puerta de acceso a un almacén y enfrentado a esta otras
tres, una de ella la ocupaban los aseos de caballeros, otra un almacén con dos
ventanas al patio interior y la última
de desalojo en caso de emergencia que bajaba hasta el sótano y subía hasta la
planta primera donde estaba la cabina y que antiguamente se había utilizado
como escalera de servicio del diario “El Imparcial”. Desde el propio pasillo de
entrada al local en la planta calle se podía acceder a esta escalera por lo que
servía de entrada directa a la cabina de proyección sin tener que pasar por dentro
del cinematógrafo.
Ascendiendo por dicha escalera se
subía un piso más y tras una puerta se encontraba un amplio espacio con dos
ventanas, que servía de distribuidor hacia el cuarto del operador, la cabina de
proyección y el aseo del servicio. La cabina construida con materiales ignífugos
y con puerta de hierro y apertura hacia el exterior estaba dotada de dos proyectores marca Bauer.
Bajando a través de la misma
escalera de servicio que nos había hecho llegar hasta la cabina se accedía al sótano,
en él y cruzando un patio interior
llegábamos hasta el cuarto de calderas y la carbonera donde además se había
instalado el sistema de clima artificial marca Geal. Contaba con una magnífica
caldera marca Roca de 8 elementos y con potencia de 96.000 calorías.
El sistema de calefacción se
realizaba a través de radiadores establecidos por todo el local, además había
varias rejillas de renovación de aire que proporcionaban un ambiente seco y
agradable en invierno y al menos húmedo en verano.
Planta principal o de control donde estaban la cabina y el cuarto del
operador.
Las primitivas escaleras de servicio del diario “El imparcial” hoy transformadas
en el acceso a la cabina de proyección del cine Alba y un aspecto del estado
actual de esta. Junto a uno de los antiguos proyectores Rafael Sánchez su jefe
de cabina.
El túnel que conduce al cuarto de máquinas y la caldera de carbón aún hoy
en uso del cine Alba.
Su pequeña entrada fue completada
por una minúscula marquesina sobre la que se instaló el luminoso “Cine Alba”.
Un sencillo cierre de tijera impedía el paso al público al largo pasillo que servía
de antesala al cine. Abrió sus puertas el 21 de junio de 1941 con la película
“Tras las Montañas” y “Noticiarios UFA”, desde ese momento funcionó en sesión
continua y consiguió grandes éxitos en su carrera.
En los años 60 pasó a manos de
Cecilio Gómez que lo explotó conjuntamente con el resto de locales que poseía
la familia, modificando mínimamente su fisonomía, modernizando sus localidades
y cambiando los antiquísimos proyectores Bauer por otros dos de la marca
Warner.
Ante la decadencia del negocio a
finales de los años 70 se trasforma en una sala de proyecciones “S” donde cada día
se pasaban en sesión continua varias cintas de alto contenido sexual.
Finalmente y tras un periodo en esa modalidad, el 10 de marzo de 1986 pasó a
convertirse en una sala “X” junto a otras quince en la capital.
El cine Alba a principios del siglo XXI
El cine Alba mermaba su aforo con
cada reforma, la instalación de butacas más espaciosas y cómodas y la supresión
de los antiguos palcos y las primeras filas del patio redujeron hasta 380 sus
localidades.
A partir de su conversión en cine
X se incorporó un nuevo sistema de proyección y las cintas en 35 mm se
alternaban con el súper VHS que terminó sustituyéndolas, después llegó el
DVD sistema que conserva en la actualidad.
Sus antiguos empleados, que
llegados desde otros cines de la cadena terminaron trabajando en este local tan
normal para ellos y tan lejano, desconocido e inquietante para nosotros,
recuerdan con añoranza tiempos mejores en los que los padres venían con sus
hijos a ver una sesión continua en la que quizás no hubiera ni siquiera una
escena de sexo.
Los antiguos proyectores
decoraron el ambigú muchos años, hace algunos meses uno de ellos, el número 2 se trasladó al cine Palafox y en ese lugar
continua, y el otro, el número 1 fue regalado al “Museo del cine” situado en Villarejo
de Salvanés.
Tres empleados del cine Alba delante del antiguo proyector nº 2 que en la actualidad se encuentra en el cine Palafox. (Rafael Sánchez, Luisa Martínez y
Clemente Navarro)
Sin duda alguna el cine Alba es
una joya del Madrid de los años 40, escondido y enmascarado tras un velo de
pornografía, su antiguo jefe de cabina Rafael Sánchez que lleva en este local
más de 30 años sueña con un día en el que el cine vuelva a relucir como nuevo y
en su puerta se vuelvan a agolpar los espectadores impacientes por ver una
proyección en sesión continua. Lo curioso es que a pesar de todos los cambios
este cine sigue proyectando cine en sesión continua aunque ni tan siquiera se
puedan mostrar los afiches y carteles de la película que se está pasando.
Rafael desde hace ya muchos años es el encargado de crear bajo su ingenio
carteles para cada una de estas frías películas, único reclamo del local, lo
que le ha valido incluso el merecimiento de un libro que bajo el título de “Cartelesx
y Postersx” hace un repaso por algunos sus mejores trabajos.
Uno de los carteles dibujados por Rafael en la cartelera del cine Alba.
Hace unos años una reforma le ha
devuelto su color original a la fachada del antiguo edificio y la marquesina y
el cartel anunciador han desaparecido. Tan solo los parroquianos más asiduos
saben que al fondo de ese hoy triste pasillo se encuentra una sala “X”,
competidores tiene pocos, el cine Cervantes de la Corredera Baja y hasta hace
unos meses el cine Postas de la calle del mismo nombre.
Aunque parezca mentira, el cine
Alba aún es rentable y seguirá funcionando por el momento. Quizás llegue un día
en el que todos podamos contemplar de nuevo lo que fue una de las salas en
sesión continua más querida por los vecinos y que mejor guarda la esencia del
verdadero cine, ese que ya no existe.
Aspecto actual del inmueble y un antiguo
cartel de un pasado ya lejano.
Agradecimiento muy especial para el Sr. Gómez Ezquerra que nos concedió sin ningún reparo esta visita, y a los empleados Compañia Palafox, Rafael Sánchez y Luisa Martínez por su colaboración.
Autor: David Miguel Sánchez Fernández.
Fuentes:
- Hemeroteca ABC.
- Madrid y el Cine. Pascual Cebollada y Mary G. Santa Eulalia. Comunidad de Madrid 2000.
- COAM. Casco Urbano.
- Archivo de Villa. 30-185-48 / 44-133-44.
- QDQ.
- El Imparcial.