En un solar de la calle Fernández de los Ríos, fruto de la
demolición de una antigua casa de vecinos, se construyó bajo un proyecto del
arquitecto Gabriel Pradal un magnífico edificio para cinematógrafo que se
conocería con el nombre de Hollywood. Con dieciséis metros de fachada y
cuarenta y cinco metros de fondo, y una superficie total de 720 metros
cuadrados era el solar ideal para la instalación de este tipo de espectáculos.
Mapa promocional del
salón de proyecciones en el que se hace especial hincapié en las muchas lineas de
autobuses y tranvías que circulaban a su alrededor.
La fachada que se alzaba en tres alturas y se había realizado
de forma simétrica, estaba repleta de ventanas en sus pisos superiores y de un
alto friso de mármol negro en la planta baja. Una marquesina recorría toda la
fachada y daba resguardo a los espectadores que esperaban a la entrada del
local.
Un gran hueco de nueve metros y medio precedido de unos
peldaños servía de entrada al ante vestíbulo de un metro y medio de fondo y
donde se habían instalado las taquillas y las puertas de entrada a la sala. A
ambos lados de este gran hueco había quedado espacio suficiente para instalar
las carteleras con la película en proyección y la que se exhibiría
próximamente.
Los huecos rasgados
de ventana colmaban las plantas superiores del local e inundaban de luz los
cajones de las escaleras, estancias, e incluso una vivienda instalada en la
planta segunda.
Alzado principal de
nuevo cinema Hollywood. Obsérvese el sencillo y funcional esquema utilizado en
su fachada.
Toda la fachada estaba repleta de tubos de neón en color
verde, rojo y azul que hacía resaltar sus esbeltas ventanas y daba santo y seña
de la ubicación de una sala de espectáculos. Sobre la puerta un luminoso rojo
con el nombre del local, Cinema Hollywood. Traspasando la puerta de entrada se
accedía a un amplísimo vestíbulo en el que había dos pilares del sustento de
los pisos superiores. A ambos lados las escaleras que subían al piso superior,
y bajo estas el acceso a la planta de sótano y el cuarto de guardarropa, junto
a estos los aseos, masculinos y
femeninos, y las taquillas. Los suelos eran de mármol y los techos poseían
molduras de escayola que escondían la iluminación indirecta.
Un boceto de la fachada del cinema Hollywood.
Planta baja del nuevo cinema
Hollywood.
El paso al patio de butacas se realizaba a través de tres
puertas de 1,50 m, una central y dos laterales que conducían a sendos pasillos
que recorrían de un extremo a otro la sala. El patio de butacas era muy grande
contando con 15,20 metros de ancho y 30 metros de largo poseyendo además
muchísima altura lo que le confería la sensación de gran amplitud. El suelo que
se había realizado con tarima de madera ignífuga había sido revestido con
pavimento plástico de alta resistencia, y poseía cierta pendiente hacía la
pantalla facilitando la perfecta visibilidad de todas las localidades a pesar
de encontrarse cuatro pilares de
sustento del balcón de entresuelo. Se instalaron 684 butacas fabricadas
por Sillerías Segura, abatibles y con sistema de muelles tapizadas en el mismo
color que los cortinajes del resto de la sala.
El interior del patio se había decorado con sobriedad
siguiendo los más modernos patrones arquitectónicos, el racionalismo había
eliminado cualquier adorno superfluo, dejando solo espacio a las esbeltas
líneas de los techos y paramentos que escondían la iluminación indirecta por
incandescencia.
Un aspecto
del interior del sencillo y amplio patio de butacas del moderno y lujoso cinema
Hollywood.
La sala se estrechaba según se acercaba al escenario
convergiendo las miradas de los espectadores hacía la pantalla. Poseía un
pequeño escenario de unos dos metros de profundidad bajo el cual se encontraba
el foso para la orquesta, a pesar de que
las proyecciones en esta época ya fueran sonoras. El acceso al foso y al
escenario se realizaba desde dos puertas colocadas de forma simétrica a ambos
lados de la pantalla. No tenía más adorno superfluo que el que imprimía la
iluminación escondida tras las molduras de escayola.
La construcción del
inmueble se había encomendado al constructor Antonio Abad que ya había
resuelto con eficaz intervención otras obras, tales como el nuevo Hipódromo o
la facultad de Medicina de la Ciudad Universitaria. Este siguiendo a rajatabla
el proyecto del arquitecto, levantó en tiempo record esta sala que se realizó
principalmente con estructura de hormigón armado y hierro laminado.
En la planta sótano a la que se accedía tal y como
mencionábamos anteriormente a través de uno de los tiros de escalera se
encontraba el cuarto de calderas y la carbonera. Poseía un moderno sistema de
calefacción por radiadores de agua caliente repartidos por todo el edificio.
Subiendo por cualquiera de las dos escaleras laterales que
eran muy amplias, de 1,50 metros de anchura y que se habían solado en mármol
accedíamos hasta la planta primera, donde se instaló el ambigú y el bar. El arquitecto
realizó un magnífico trabajo teniendo muy en cuenta el desalojo del inmueble
para lo cual enfrentó las escaleras a los vomitorios del anfiteatro
garantizando una ordenada y rápida evacuación del local. Las barandillas de las escaleras eran muy
sencillas, realizadas de fábrica de ladrillo únicamente adornadas por un tubo
de latón que servía de pasamanos.
Planta primera donde se encontraba el
gran vestíbulo y el bar, y desde donde se accedía al entresuelo.
El amplio vestíbulo de la planta primera se encontraba en el
centro del inmueble y no tenía iluminación natural, ya que toda la fachada se
había ocupado por los despachos de dirección y contaduría, y los aseos
masculinos y femeninos. Bajo la inclinada estructura de hormigón armado que
sujetaba el graderío de entresuelo se había instalado el bar, con una amplia
barra y dos cuartos de almacenaje y vestuarios de empleados.
Una imagen del moderno y amplio ambigú y bar de la planta
primera.
La decoración era prácticamente inexistente, suelos de
mármol, paredes estucadas y techos con vigas de hormigón al descubierto.
Uno de los tiros de
escalera continuaba su recorrido hacía la planta segunda y que se usaba
únicamente por el personal del local.
En el entresuelo que tenía muchísima pendiente se había
utilizado el mismo sistema de solado, construyendo las bancadas en madera,
sobre las cuales se colocaron otras 304 butacas idénticas a las del patio,
confiriendo un total de 988 localidades, lo cual calificaba al local como sala
de categoría “C” por tener cabida para menos de 1000 espectadores.
Los paramentos verticales se habían adornado con muchísima
sencillez, los muros dejaban entrever parte de los pilares de sustento de la
cubierta lo que sirvió para remarcar varios cuadrantes. El techo que era
completamente plano no se adornó más que con una simple moldura de escayola, sustituyendo
las voluminosas lámparas de araña por varios plafones de cristal traslucido que
de forma circular, lo que le confería un aspecto muy moderno y sencillo a la
sala.
La planta segunda estaba ocupada en parte por la cabina de
proyección que era muy amplia dejando espacio suficiente para el repaso de las
películas. Este espacio había sido construido con especial cuidado, con
materiales completamente ignífugos y doble tabicón de ladrillo. Un patinillo
interior daba luz directa y ventilación a la estancia, pues recordemos que las
lámparas de los proyectores desprendían muchísimos calor que calentaba y mucho
en invierno y achicharraba en verano, por lo que cualquier pequeño respiradero
era muy agradecido por los empleados. Poseía dos proyectores sonoros Bauer U-7
con objetivos Vario-Neokino de foco variable que permitan proyectar en pantalla
gigante.
La planta segunda en la que se ve el
anfiteatro al completo, la cabina y las dos viviendas.
Junto a la cabina de proyección se diseñaron dos viviendas,
una para el conserje y otra para el director administrador. Una de las
viviendas se extendía a lo largo de la fachada ocupando esta de lado a lado,
dotando de vistas a la calle de Fernández de los Ríos, y contando con tres
dormitorios, sala, comedor, aseo, cuarto de baños, y cocina. La otra vivienda
era más sencilla y tenía ventilación y luz por medio de dos patios interiores, poseía
salón-comedor, cocina, un dormitorio y aseo. Ambas viviendas estaban aisladas
completamente de la parte pública del inmueble, y se realizaron con buenos
materiales y todas las condiciones higiénicas que se exigían.
La cubierta de la sala se realizó con estructura de cerchas
de hierro laminado, todas sus correas y parecillos eran también de hierro y
estaban preparados para recibir el forrado de “Uralita.” La parte inferior
sostenía la armadura un forjado de hierro, ladrillo y yeso que formaba el cielo
raso del patio de butacas.
Sección longitudinal del edificio,
obsérvese la perfecta organización de todos sus espacios.
La cubierta de la parte delantera del edificio se realizará
también a dos aguas y “Uralita”. La parte posterior sobre el escenario la
formaría una estrecha azotea que se soló con baldosín rojo catalán.
El nuevo Cinema Hollywood comenzó su andadura bajo la
gerencia de don Miguel Espinós propietario del inmueble, y fue inaugurada con
toda la pompa y el boato que se merecía el día 9 de noviembre de 1935. Como
programa inaugural proyecto en riguroso estreno la película española “Rosario,
La Cortijera” interpretada por “Estrellita Castro” y “El niño de Utrera”,
asombrando a todo los asistentes por su comodidad, funcionalidad y buen gusto.
Varios anuncios publicitarios
publicados en periódicos y revistas de la época alagando la modernidad, buenos
programas e inigualables precios.
El cinema Hollywood funcionó durante la Guerra Civil, al
menos los días que había suministro eléctrico, y aunque sufrió algunos daños
materiales sobrevivió a la catástrofe que azotaba a la capital. A principios de
1940 se reinaugura con el nombre de Cinema Apolo, a cargo de Cinematográfica
Ibérica S.A. que lo reformó y mejoró dotándole entre otros detalles de un
pasillo cortafuegos y un aseo en la cabina de proyección.
Con magníficos programas en sesión continua hacía las delicias
de los vecinos de la zona, funcionando ininterrumpidamente hasta 1958, pasando
hasta entonces por las manos de la Empresa Roncero desde 1942, y Filmófono que
regentó el local desde mediados de los años 50. En 1958 se realiza una
importante reforma modificando incluso en parte su fachada, corrían muy buenos
tiempos para los empresarios del sector.
Se reinauguró el día 13 de noviembre de 1958 con el nombre de
Nuevo Cinema Apolo, nombre que usó por poco tiempo conociéndose como cine Apolo
hasta su cierre en los años 80. Pasó a manos de la familia García Ramos en los
años 60, programando cintas de reestreno en sesión continua desde las 4:30 de
la tarde.
En 1971 se convierte a cargo de la familia García Ramos en
una sala más de estreno para lo cual se reforma por completo, desde el patio de
butacas hasta la cabina de proyección. Nueva decoración, más riqueza en
tapizados y cortinajes, nuevas butacas y cientos de detalles más.
Un aspecto del interior de la sala
Apolo en los años 70 y un recorte de prensa de 1981
En los años 80 cuando la crisis del sector comenzó a arrasar
supo mantenerse a flote programando ciclos temáticos, pero finalmente cerró a
mediados de los ochenta tras cincuenta años de proyecciones ininterrumpidas. El
cine fue demolido pocos años después y en su solar se levantó en el año 1990 un
edificio de apartamentos que ha borrado por completo cualquier rastro del
cinema Hollywood.
Un aspecto de la calle Fernández de
los Ríos 32-34 en la actualidad.
Autor: David miguel Sánchez
Fernández
Fuentes:
-Hemeroteca
ABC
-Hemeroteca
Nacional: Revista Cinelandia
-Fototeca
EFE: Un aspecto del cinema Apolo
-Google
Maps
-Archivo
de Villa Madrid: 44-28-24